Un nuevo grupo terrorista en el norte de Mozambique

El norte de Mozambique se enfrenta a la violencia ejercida por un grupo terrorista, que comenzó como secta islamista y que ha elegido como nombre Al Sunnah wa Jama’ah. Sus acciones se centran, por ahora, en el norte de la provincia de Cabo Delgado.
El grupo surgió en 2014, pero fue en octubre de 2017 cuando tuvo sus primeras escaramuzas con la policía. La primera de ellas fue un ataque al cuartel de Mocimboa da Praia. Desde finales de mayo del presente año, estas se han incrementado y más de 40 personas han sido asesinadas en distintos ataques. Muchas de ellas fueron decapitadas y cientos de hogares quemados, lo que ha originado la huida de ciento de personas de sus aldeas.
También en los últimos meses se ha incrementado la respuesta del Gobierno mozambiqueño, para lo cual ha recurrido a la fuerza. Cientos de personas han sido arrestadas y algunas mezquitas han sido cerradas e, incluso alguna destruida. Esto ha llevado a que en algunas áreas los musulmanes hayan abandonado las ropas que les caracterizan para pasar desapercibidos.
Cuestiones económicas, religiosas y de seguridad están detrás del surgimiento de este grupo. La provincia de Cabo Delgado cuenta con 2,3 millones de personas, el 58% de las cuales son musulmanas. En la última década, se descubrieron en ella enormes depósitos de petróleo y gas, que son explotados por compañías extranjeras y que dejan pocos beneficios en la zona.
Los miembros de Al Sunnah wa Jama’ah son en su origen jóvenes marginados, prácticamente sin educación y desempleados. A ellos se han unido jóvenes migrantes que buscan una oportunidad en la vida, líderes religiosos educados fuera del país y otras personas. Los expertos indican que el surgimiento de este grupo es muy similar a la de Boko Haram en el norte de Nigeria. Empezó como una secta religiosa para, luego, transformarse en un grupo armado. Al igual que los yihadistas del oeste, los mozambiqueños tienen como objetivo imponer la sharia, o ley islámica, de ahí su constante ataque a cualquier símbolo de la presencia del gobierno (como pueden ser las escuelas, el sistema de salud o la ley), pero todavía no se conoce que haya hecho ninguna reivindicación política.
Se estima que el grupo está formado por entre 350 y 1500 miembros que se organizan en decenas de pequeñas células a lo largo de la costa del extremo norte de Mozambique. Debido a la juventud de sus adeptos, también es conocido como Al-Shabab, los jóvenes; lo que hace que en algunas informaciones se le confunda con el grupo islamista de igual nombre que opera en Somalia y con el que puede mantener algunos vínculos. En otras ocasiones aparece con el nombre de Swahili Sunna, lo que sugeriría que quiere recobrar la grandeza suajili que durante el siglo XIX reinó en la región.
Algunos informes apuntan a que el grupo está involucrado en la explotación ilegal de minas y bosques, en la caza furtiva y el contrabando; actividades que le reportaría grandes beneficios que le permitirían financiarse y continuar sus actividades terroristas.
El 17% de la población mozambiqueña es musulmana por lo que se teme algún tipo de contagio. Para evitar este, la represión militar y la fuerza no son las mejores respuestas. Por el contrario, se debería optar por más educación, más oportunidades de trabajo y una mejor integración de los jóvenes musulmanes en la sociedad mozambiqueña para poner fin a esta situación.