Un patrimonio cultural admirable

Cada año son más los turistas que eligen África para sus vacaciones veraniegas y la realidad es que lo que encuentran nunca les defrauda. Los parques nacionales son sin duda el atractivo más sugerente y ya casi tópico para la propaganda de viajes. Son únicos en el mundo; en ningún otro lugar se vive o, mejor, se descubre, el valor de la naturaleza más pura y auténtica. Los visitantes también encuentran en África playas excelentes, tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico o el Mar Rojo y el océano Índico. Y siempre acaban sugestionados por la hospitalidad de los habitantes.
Hay quien viaja a África con temores que, a la vista de las estadísticas y crónicas de sucesos, están menos justificados que en cualquier ciudad norteamericana, empezando por Washington o Nueva York, o europea, acabando por Madrid. Pero quizás la mayor sorpresa para quienes visitan diferentes países africanos, tanto árabes como subsaharianos, es la riqueza cultural que encierran y, a pesar de la esquilmación realizada en el pasado por las potencias colonizadoras, conservan y preservan
Es lamentable, por decirlo suavemente, que, según estimaciones serias, el noventa por ciento del patrimonio arqueológico esté fuera. Para admirarlo y estudiarlo no hay que ir a sus lugares de origen, donde será muy poco lo que se encuentre, sino a los numerosos museos que fuera del continente muestran y explotan esa riqueza. La UNESCO está haciendo un excelente trabajo para proporcionarle y devolverle al patrimonio cultural africano la importancia que se merece. Empieza por mantener el que se conserva.
Treinta y nueve países subsaharianos albergan patrimonios culturales, algunos de ellos, con Etiopía a la cabeza, varios: setenta y seis de los ya declarados son culturales, treinta y nueve naturales y cuatro mixtos. Otros están en proceso de ser declarados. Hay mucho para elegir. En el pasado 2015, en la asamblea anual de la UNESCO se institucionalizó el cinco de mayo como Día del Patrimonio Cultural de África. Un reconocimiento a esos valores tan olvidados y un motivo para que se despierte el interés por conocerlos.
La riqueza cultural africana es variada y se halla diversificada por todo el continente. En contra de lo que se cree no es uniforme ni mucho menos. No hay un solo territorio que no ofrezca algún motivo de interés. La música es el arte que suele despertar más atención y de hecho el que ofrece mayor proyección al exterior. Y con la música, las danzas típicas que tanto se han anticipado a los bailes modernos. La arquitectura tradicional brinda ejemplos realmente maravillosos. Citar a Tombuctú o la Kasbah de Argel nunca es exagerado, pero tampoco exclusivo.
Recorriendo África sin exigencias acomodaticias, y de manera especial saliéndose de las rutas y escenarios preparados para el turismo, es cuando se disfruta del África auténtica y se descubre cuanto de verdad encierra. Atención especial merece la pintura donde la imaginación de los artistas se desborda sacándole partido al color. La escultura quizás sea el arte más popularizado. Los trabajos en maderas exóticas son un recurso comercial muy explotado para el recuerdo y los regalos típicos para hacer al regreso.
Como suele ocurrir, el problema que existe es el escaso presupuesto que la atención de la cultura requiere y el poco interés que muchos gobiernos muestran por invertirlo más allá de los intereses de la demagogia político. Siempre hay honrosas excepciones, pero el principal mérito en la conservación del patrimonio cultural y artístico es de los habitantes. Y en muchos casos de los que paradójicamente tienen unos niveles educativos más bajos.
Algunos gobiernos y múltiples instituciones no sólo africanas luchan por conseguir que parte de ese patrimonio cultural exiliado retorne a los lugares de donde fue expoliado. Pero el empeño no es fácil. Con mucha frecuencia son quienes más lo valoran y ensalzan, los que se oponen con todos sus recursos para mantenerlo secuestrado. Las leyes de conquista y de colonización están mal vistas por las sociedades contemporáneas, pero no tanto como para renunciar a algunos de sus beneficios.