Zimbabue liquida la dictadura

Liquidar una dictadura, hacer borrón y cuenta nueve después de años de opresión y ausencia de libertades nunca ha sido fácil ni previsiblemente lo seguirá siendo. Estos días hemos asistido a las elecciones presidenciales en Zimbaue; unos comicios abiertos pretenden poner fin a los treinta y siete de Gobierno de mano dura y despilfarro de Robert Mugabe, derrocado por los militares y muchos de sus propios partidarios hace escasamente un año.
Entonces, en un intento por evitar los problemas propios de una ruptura brusca, Mugabe, el caudillo independentista durante el régimen de aparheid de la antigua Rhodesia, fue reemplazado por su vicepresidente y fiel amigo Emmerson Manangagwa, popularmente conocido como “El Cocodrilo”, quien ejerció la Presidencia con algunos cambios en las formas y convocó las elecciones que oficialmente acaba de ganar.
Después de una agitada campaña, empañada de incidentes violentos, en la primera vuelta obtuvo un 50,8 por ciento de los votos, suficientes para seguir en el cargo sin necesidad de una segunda votación, pero no tan amplio como para que sus adversarios lo acepten de buen agrado. La situación en el país es tensa y a pesar de que la Comisión Electoral goza de prestigio y no se han precisado irregularidades relevantes, sus oponentes no aceptan el resultado.
Nelson Chamisa, líder del MDC (Movimiento para el Cambio Democrático) y principal oponente de Manangagwa, obtuvo el 44,3 por ciento. Tanto él como su equipo consideran que las elecciones han sido ilegales, ha habido múltiples fraudes y exigen que se repitan porque en caso contrario impugnarán el resultado. Los expertos sin embargo consideran que, si bien es verdad que se han producido irregularidades, los porcentajes entran dentro de lo que era previsible y estaba siendo anticipado por los sondeos.
La reacción popular de los partidarios de Chamisa está siendo dura. Y los militares, que respaldan a Manangawa están respondiendo con contundencia. La ola de violencia que se ha desatado perturba la posible normalización que se pretendía. El país que ha dejado Mugabe está destrozado, con la economía descontrolada, el paro por encima del ochenta por ciento y la inflación por las nubes, en porcentajes similares a los de Venezuela.
Prácticamente la moneda local carece de valor´. El dólar zimbabuense era considerado unos años atrás como la de menor valor del mundo y en 2009 el Banco Nacional aceptó como divisas propias las extranjeras – el dólar americano, la libra y el euro – en las cuales se realizan las transacciones importantes y funciona la precaria administración pública mientras una buena parte del consumo doméstico funciona por medio del canje. Todos los intentos realizados a lo largo de las últimas décadas para sanear el sistema financiero y monetaria, fracasaron.
A pesar de ello, la ZANU-PF (Unión Nacional Africana de Zimbabue), el partido de Mugabe y Manangagwa, seguirá en el poder. El presidente, que con este resultado oficialmente democrático refuerza su legitimidad al ser el primero desde la independencia que surge de elecciones libres, tendrá que emplearse a fondo, primero en recuperar la normalidad institucional y política, y segundo, aponer coto a la corrupción que heredó y todavía no ha atacado con la valentía y eficacia que requiere.
Algunos analistas consideran que la división del voto oficializado y la reacción violenta de la oposición dificultarán el empeño de “El Cocodrilo” por estabilizar al país. Muchas apreciaciones coinciden en que, aunque han cambiado muchos altos cargos desde que cayó Mugabe, la realidad es que en muchos aspectos la política por él impuesta sigue vigente. En síntesis, el país necesita normalizar la convivencia, restaurar el orden democrático y recuperar la actividad económica que todavía no ha salvado el deterioro sufrido por la marcha de muchos colones blancos que la mantenían a flote.
Zimbabue tiene un potencial económico importante. Para empezar, es sin duda uno de los países africanos que concentra más belleza y atractivos para el visitante. El turismo, que la confusión política mantiene bajo mínimos, es una fuente de riqueza poco explotada. Y la oferta es excepcional, empezando por sus parques naturales, como el de Matusadonda, y acabando por las cataratas Victoria en el rio Zambeze. Pero para explotar estas riquezas necesita inversión extranjera y para que la inversión llegue, antes la situación política debe clarificarse.