Mindelo, la perla del caribe africano

Tras algunas horas de vuelo y un par de escalas, llegué procedente de Canarias, al moderno aeropuerto de Cesária Évora, en la isla de San Vicente, situado a tan solo 7 km. de su capital Mindelo. Había viajado hasta Cabo Verde, con el encargo editorial de realizar fotografías en cuatro de sus diez islas. Entre la información previa, que siempre procuro recopilar antes de cada viaje, me encontré con que algunos escritores y viajeros, etiquetan a estas islas de la Macaronesia, con el susgestivo nombre de El Caribe Africano. El clima y la vegetación, el común origen colonialista y la consecuente mezcla étnica y cultural, que se aprecia en su población. Son los principales factores que permiten establecer puntos de coincidencia, entre ambas y lejanas regiones geográficas.
Siguiendo el hilo de este juego de definiciones y paralelismos, podría decirse que la encantadora Mindelo, que esta considerada como la ciudad más acogedora, cultural y músical de todo el archipiélago, sería de manera categórica, la “perla” de este Caribe africano. El lánguido ambiente de sus calles y plazas, a las que asoman antiguos y coloridos edificios, de marcado aire colonialista. Vestigios de la valiosa herencia arquitectónica dejada por británicos y portugueses, que ahora sirve como monumental escenario, para la vida diaria del pueblo criollo. La imagen de los veleros fondeados en la bahía, las circundantes y numerosas playas de turquesas aguas y doradas arenas. La musicalidad de sus noches y el carácter abierto y amable de sus habitantes, rematan la estampa de esta atrayente ciudad, que bien se merece el calificativo de perla. Mindelo, es una ciudad bien cuidada que cuenta con un importante patrimonio arquitectónico y monumental. Su puerto internacional permite la escala trasatlántica y es visitado de manera regular por diversos cruceros. El centro neurálgico de la ciudad, puede ser visitado tranquilamente a pie en su totalidad.
Para visitar la ciudad, recomiendo iniciar el paseo al despuntar la mañana, comenzando por la zona de costa donde se ubica el puerto deportivo, muy cerca de este y pasada la Biblioteca Nacional, podremos contemplar un vistoso alineamiento de coloridas casonas coloniales, frente a las que se encuentra la Torre de Belém, una réplica muy básica, que pretende emular a la famosa torre de Lisboa. En las proximidades de la torre, se ubica un embarcadero, hasta el que cada día, llegan las barcas de pesca, para ofrecer sus productos en el bullicioso Mercado del Peixe, una visita obligada, que ningún viajero debe perderse.
Un par de calles más arriba, en dirección contraria a la costa, nos encontramos con la Plaza Estrela, una zona de la ciudad con gran actividad comercial, rodeada de pequeños bares y en cuyo centro se ubican puestos de venta de frutas, verduras artesanía y todo tipo de quincallas. El ambiente de la plaza y sus alrededores, es de lo más acogedor. Justo al lado, se extiende una zona de pequeñas tiendas a modo de zoco y en las paredes de la instalación, podrás deleitarte visionando la historia de Mindelo, escenificada sobre artisticos y atractivos mosaicos.
Tómate tu tiempo para disfrutar del ambiente antes de seguir camino hacia el centro histórico de la ciudad, comenzando por la Pracinha da Igreja, en cuyos aledaños se alza la pequeña iglesia de Nuestra Sra. de la Luz, un viejo templo construido en el año 1862. Llegados a la vía principal, conocida como Rua Liberadores de África, tendremos al alcance de nuestra vista algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, tales como el Mercado Municipal, el Palacio del Pueblo ó el edificio de la Universidad, entre otros. En el paseo te encontraras bastantes Lojas, (que es como se denominan a las tiendas) regentadas por chinos, que parecen dispuestos a ocupar comercialmente el planeta.
A estas horas del recorrido, ya me merecía un pequeño descanso y elegí para ello, la terraza del bar Algarve, desde la que cómodamente instalado podía divisar toda la zona. En los viajes, he aprendido que conviene pararse a observar como transcurre la vida alrededor de las zonas donde se mueven los turistas, te sorprenderá comprobar, como siempre hay determinados personajes que están al acecho de los visitantes desorientados. Antes de continuar con mi paseo hasta la plaza Nova, una breve visita al colorido Mercado Municipal, donde se ofrecen todo tipo de productos agrícolas, incluido el famoso Grogue, un aguardiente de caña, que me atreví a probar. La plaza Nova cuenta con un precioso kiosco de estilo modernista y con wifi, de modo que es frecuente ver allí entre sus bonitas zonas ajardinadas, a grupos de jóvenes con los móviles u ordenadores portátiles.
Atardece mientras recorro la ciudad, y una suave luz naranja va iluminando las bonitas fachadas coloniales de los edificios. Va siendo hora de buscar un agradable rincón para saborear alguna de las delicias gastronómicas de esta isla. La playa de Laguinha, a la que se llega pasando el puerto, es el lugar al que acuden propios y foráneos, para practicar surf, baño, deportes, paseo ó para deleitarse con un buen plato de productos de la mar, en cualquiera de los restaurantes próximos. Mientras disfruto de mi “Esmoregal” —un delicioso pescado de la zona— va cayendo la luz sobre el horizonte y con la venida de la noche, una Mindelo diferente comienza.
Es la hora de la música, el Batuque, Funaná, la Morna ó la Mazurka, expande sus notas por los locales de la ciudad y los sábados en la avenida cercana al Mercado Municipal, se organizan veladas de música en vivo. Un cantante con su grupo musical, un escenario, algunas luces y la calle, se convierte en una popular y animada sala de baile, en la que los caboverdianos expresaran su ritmo hasta altas horas de la noche.
Avanzada la noche mientras tranquilamente, dirijo mis pasos hacia el hotel en el que me alojo, voy pensando en lo atractiva que me está resultando esta encantadora ciudad de Mindelo.