RDC: Elecciones sin Kabila

Joseph Kabila ha renunciado a perpetuarse en la Presidencia de la República Democrática del Congo (RDC). En contra de lo que unos esperaban y otros temían, no será el candidato del Partido del Pueblo para la Reconstrucción y la Democracia. Aunque la Constitución no le permitía candidatarse para una tercera elección muy pocos confiaban que desistiese por voluntad propia. Lo anunció unas horas antes de cerrarse el plazo para la presentación de candidatos: las elecciones están anunciadas para el 23 de diciembre próximo y la precampaña ya empieza a tensionar el ambiente político en Kinshasa y otras ciudades.
Kabila, que llevaba en el cargo que heredó de su padre, Laurent Kabila, — asesinado en su despacho –, diecisiete años. Inicialmente fue un presidente que despertó simpatías y esperanzas. El país se hallaba enfrascado en una guerra con decenas de miles muertos para la que no se veía final y en el ambiente aún estaba latente el mal recuerdo de la etapa de Mobutu, a quien su padre había derrocado. Pero lejos de afianzar la confianza de los ciudadanos, el capital político de Joseph Kabila enseguida empezó a deteriorarse. Arregló algunas guerras, pero bajo su mandato surgieron otras.
Y a pesar de las riquezas que alberga el subsuelo no consiguió encarrilar una economía marcada por la pobreza de la inmensa mayor parte de los habitantes. El descontento que enseguida provocó su gestión no fue capitalizado por una oposición dividida, reprimida y desonrientada, a la que en ningún momento se le concedió la posibilidad de unirse y organizarse. Esto fue lo que le permitió a Kabila Jr. mantenerse tanto tiempo en el cargo y ganar elecciones cuya pulcritud siempre ha dejado mucho qué desear.
Si para muchos congoleses es un alivio que Kabila respete la Constitución y no concurre, aún lo ha sido más para varios dirigentes extranjeros, africanos y europeos, que desde hace tiempo venían criticando sus métodos antidemocráticos con continuas violaciones de los derechos humanos. Su política no consiguió ni resolver los conflictos armados que persisten en la República Democrática del Congo, ni afianzar buenas relaciones con los vecinos ni ganarse las simpatías de otros países que podrían influir de manera decisiva a su solución. A las críticas contra la dictadura encubierta que mantiene hay que añadir las acusaciones de corrupción empezando por su propia familia.
Nadie ignora que el Presidente se ha enriquecido y que una buena parte del dinero lo mantiene en el extranjero. Su hermana gemela y cómplice aparecía entre los evasores millonarios revelados por los “papeles” de Panamá. En el interior utilizó con frecuencia el recurso de permitir que otros, incluidos algunos líderes teóricamente opositores, también se forrasen a cambio de su silencio y complicidad. Quienes conocen la situación en la RDC coinciden en que sería insostenible si no fuese por la limpieza de enemigos en las Fuerzas Armadas y lealtad que consiguió de un sector implicado en la corrupción.
Aunque no se presenta, tampoco eso significa que renuncie plenamente al poder ni a la actividad política. Tenía varios candidatos para sustituirle y eligió al menos esperado, al ex ministro del Interior Emmanuel Shandury Ramazan, un político sin carisma, responsable de las acusaciones que el Gobierno ha tenido que enfrentar, autor de la represión de los opositores, pero sin lugar a dudas el más leal y mejor predispuesto a seguir sus instrucciones desde la sombra. El todavía Presidente además mantendrá su condición de senador a perpetuidad y el control del partido.
Mientras tanto, la oposición sigue sin conseguir unirse en el Frente Común, una plataforma que pretende agrupar e varios de los partidos en que se halla desmembrada para poder hacer frente a la candidatura oficial. Para las elecciones de diciembre se han inscrito más de veinte candidatos que anticipan una dispersión del voto, lo cual constituye de partida una ventaja para Emmanuel Shandary, el aspirante que contará con todos los resortes que se manejan desde el poder. Entre los candidatos de la oposición destaca Jean Pierre Bemba, el “señor” de la guerra que absuelto por la Corte Penal acaba de regresar a Kinshasa.