Argelia ante el dilema de Bouteflika

Apenas faltan seis meses para las elecciones presidenciales en Argelia y la pasividad de políticos y votantes no puede por menos de sorprender. Ahora mismo todavía no hay ningún candidato oficial. La primera duda sigue siendo la decisión que finalmente tome Abdelaziz Bouteflika, el octogenario y enfermo jefe del Estado desde hace diecinueve años. La impresión general es que sí, que a pesar de su delicado estado de salud y sus reconocidas limitaciones para desempeñar el cargo, competirá por un quinto mandato.
Es el deseo de sus colaboradores más próximos a pesar de las dificultades que enfrentan para mantener la imagen de un presidente que tiene dificultades para moverse e incluso expresarse. El secretario general de su partido, el Frente de Liberación Nacional (FLN), Djamed Ould-Abbes — después de una entrevista con el mandatario en la que le transmitió el deseo del partido de que continúe –, anunció que había aceptado y que pronto será él mismo quien lo anuncie al país.
La noticia fue muy bien acogida en los círculos políticos próximos al poder. En cambio, entre el mundo intelectual y cultural la idea se considera un verdadero disparate. El Presidente lleva mucho tiempo recluido, apenas recibe a visitantes extranjeros, se comunica con sus conciudadanos a través de apariciones preparadas en televisión, no hace declaraciones ni participa en actos públicos en los que su ausencia es camuflada bajo verdaderas exposiciones de fotografías suyas.
Un periodista de Argel comentaba hace unos días que la gente duda de si aún estará vivo. “Bouteflika fue un político carismático durante mucho tiempo y ahora es un verdadero misterio cuál es su estado de salud real. Nadie sabe si algunas de las decisiones que se le atribuyen son realmente suyas ni se conoce con precisión la enfermedad que padece ni su grado de gravedad”. De vez en cuando es trasladado a París donde recibe asistencia hospitalaria, pero siempre rodeada de un gran secretismo.
El país mientras tanto enfrenta problemas, aunque su situación política se mantiene estable. La situación económica no es buena, los índices de pobreza son altos elevados y el desempleo es elevado, pero no se registran problemas graves. El oficialismo del FLN controla la situación y el orden que ha conseguido después de los años de guerra contra el yihadismo ha puesto de su lado tanto al sector empresarial como a los sindicatos. Las heridas de los años de hierro aún siguen abiertas pero el activismo fundamentalista se ha reducido al mínimo.
Quizás esta indiferencia política que se respira sea sólo ficticia. Hay descontento en las Fuerzas Armadas. Hace un par de semanas lo exteriorizó en una carta abierta publicada en la prensa el general retirado Rachid Benyeles quien expresó con toda claridad el error que supondría mantener al frente del Estado a un candidato incapacitado. La carta fue un golpe inesperado que revitalizó el debate ya antiguo sobre la sucesión, pero no tuvo especiales reacciones y conforme han venido pasando las horas se ha diluido.
Mientras tanto, la única oposición organizada y conocida es la organización Mouwatana (Ciudadanos) que defiende la necesidad de que el Presidente se retire y el Régimen se abra a una transición plenamente democrática. Sus planteamientos son sólidos y poco a poco van cundiendo entre la población. De hecho, es la única fuerza opositora activa, aunque de momento no ha dado el paso de anunciar un candidato ni siquiera de sus intenciones de darlo. A seis meses vista, todo parece anticipar que Bouteflika competirá con sus limitaciones para el cargo pero en la práctica como candidato único.