Bouteflika siembra la discordia en Argelia
En Argelia las manifestaciones políticas están prohibidas, pero en los últimos días son muchos los millares de personas que han desafiado a la policía y han salido a las calles a protestar por la candidatura una vez más de Abdelaziz Bouteflika en la carrera por la Presidencia. En anteriores legislaturas — ésta que está en juego será la quinta –, la popularidad que tradicionalmente ha venido disfrutando Bouteflika le proporcionó unos resultados electorales aplastantes que le han mantenido en el poder prácticamente sin oposición a lo largo de los últimos veinte años.
La resistencia activa a que vuelva a concurrir está capitaneada por el movimiento Mouwatana, creado en 2018 e integrado por intelectuales sin filiación política clara, pero con influencia en la opinión pública. Aunque el estado de salud del presidente es el argumento que esgrimen para oponerse a su candidatura, detrás está la convicción de que el régimen que arropa a Bouteflika, tiene tal control sobre la sociedad en todo el país y en todos los niveles que es muy difícil que las elecciones se desarrollen con limpieza y neutralidad. La convicción es que Bouteflika es la pantalla que cubre a la camarilla corrupta que gobierna.
Las manifestaciones, se han iniciado en Argel y enseguida se han extendido a otras ciudades importantes, están coincidiendo con la ausencia del presidente que, según una escueta nota oficial, se halla unos días en Suiza pasando un reconocimiento médico rutinario. Bouteflika sufrió en el año 2013 un derrame cerebral grave del que nunca consiguió recuperarse plenamente. Aunque desde su entorno se le ha quitado hierro y se asegura que disfruta de plena consciencia y mantiene capacidad plena para encabezar al Gobierno, las especulaciones lo desmienten: se limita a firmar lo que le ponen delante.
Permanece en una silla de ruedas y en los últimos cinco años sólo contadas ocasiones se le ha visto en público y siempre de medio cuerpo. En sus apariciones en televisión, generalmente en audiencias con mandatarios extranjeros en visita oficial, las cámaras apenas le muestran de cintura para arriba. Tiene muchas dificultades para hablar y sus mensajes son muy breves y reflejan que son fruto de reiterados ensayos. El anuncio de su candidatura lo hizo a través de un mensaje escrito. El argumento que esgrime es que lo hace por el bien de la Patria. El estado de salud es tabú para todo el establishment que apenas lo menciona y de manera especial para los medios de comunicación sometidos a fuertes restricciones informativas.
Las actuales protestas callejeras constituyen una revuelta sin precedente. Los manifestantes han cortado carreteras principales y bloqueado las calles céntricas. Durante horas los comercios tuvieron que cerrar. Las fuerzas de seguridad actuaron con contundencia, aunque evitando disparar, y detuvieron a varias decenas de personas. La tranquilidad, calificada por algunos de pasividad, que venía sorprendiendo a los observadores se ha roto y la tensión que ha estallado se teme que se prolongue hasta la celebración de los comicios, el próximo 18 de abril.
Al rechazo político a la candidatura que se da como segura ganadora sea cual sea el recuento de las papeletas, se une el descontento de grandes masas de la población. La economía mejoró de manera sensible en los últimos pero el crecimiento que reflejan las estadísticas apenas se ha hecho sentir entre las clases más bajas donde los índices de pobreza y desempleo continúan siendo muy altos. La conciencia colectiva de que el sistema está corrupto, también deteriora la imagen de un presidente que ha quedado reducido a una figura patética que encubre un sistema fundamentado en la fuerza.
