Africa 3.0

África, el gran reto

La situación internacional cada día se muestra más compleja e inestable. Hay que empezar por reconocer que ni la política de Estados Unidos, ni la de China y Rusia, las tres principales potencias que se reparten la mayor influencia, es muy conciliadora. La Unión Europea, mientras tanto, que es sin duda la que aporta mayor sosiego a la paz, tampoco está en su mejor momento ni para influir ni para tomar iniciativas fuera de sus propios conflictos internos. Después de la etapa de relativa tranquilidad que parecía consolidarse tras el final de la Guerra Fría, da la impresión de que todo vuelve a empezar. Esperemos que se trata sólo de una impresión.

Entre los análisis profundos que suscita el panorama político internacional, África, al menos el África Subsahariana, suele ser soslayada. Sólo la emigración, el ansia de tantos africanos por buscarse nuevos horizontes de vida y los trastornos que causa en Europa, y la siempre preocupante penetración de China en el Continente, suele despertar interés; es decir, el interés que merece una región que parte con la condición de ser cuna de la humanidad y se muestra como la tierra del futuro. Hay varias razones que se olvidan a la hora de valorar la importancia de África en el contexto mundial.

Cincuenta y cuatro países que van afianzando su soberanía, abiertos a la concordia, necesitados de ayuda por supuesto, pero también dispuestos a ofrecer mucho de cuanto la sociedad mundial necesita para seguir creciendo y desarrollándose. En medio de un planeta que en algunos ámbitos muestra síntomas de agotamiento, África es la gran reserva en la que tendría que estar puesta toda la atención. Es evidente que hay varias áfricas, además de la árabe y la subsahariana: la África Atlántica, la África del Sur, la África del Índico, la África Central. Y cada una con una gran diversidad étnica, cultural, lingüística y económica.

Pero a pesar de la diversidad, en el conjunto continental si es posible englobarlas a la hora de enfrentar sus problemas y sobre todo a la hora de contemplar la urgencia de dedicarles una mayor atención. Y no sólo por solidaridad con los africanos, no; también en función del interés que su ámbito ofrece cara al futuro de los pueblos del Primer Mundo. África necesita atención pero ofrece mucho en correspondencia. Con mucha frecuencia se valora la riqueza que existe en su subsuelo. África es la mayor reserva de materias primas, algunas de ellas indispensables para el desarrollo de las nuevas tecnologías.

Es sólo una muestra, la que más da que envidiar en estos momentos, porque África ofrece otras muchas cosas y no para poner en ellas la codicia y tentación de llevárselas, como de hecho está ocurriendo, sino para coparticipar en su explotación y por supuesto, en sus beneficios. Empieza por la gran riqueza natural que albergan sus reservas; gracias a ellas la humanidad conserva una buena parte de sus variedades biológicas y, a poco que nos empeñemos en seguir envenenándonos con la contaminación de las grandes ciudades, también el aire puro que necesitamos respirar.

Uno de los principales problemas de la humanidad es la alimentación y África alberga la mayor parte de las extensiones de terreno productivo que con algunas inversiones y técnicas nada costosas, pueden producir comida para erradicar el hambre en el mundo. Y todo sin olvidar la reserva humana, con la población más joven, y como lo demuestran los emigrantes que conviven con nosotros, con la mejor disposición para formarse y para trabajar. Lo peor es que los países industrializados y los inversores no lo ven.

O si lo ven miran para otra parte pensando sólo en beneficios inmediatos. La falta de previsibilidad de las sociedades modernas es inquietante. Sólo parece interesar la carrera emprendida por las nuevas tecnologías, que resuelven muchas necesidades y dan solución a muchos problemas, pero al mismo tiempo crean otros. Estas últimas semanas se han celebrado elecciones en varios países africanos – Nigeria, Senegal, etc. – y aunque no hayan faltado incidentes, resulta reconfortante observar como en su conjunto el contienen se moderniza, se va  democratizando, acepta las reglas de la libertad y muestra que quiere integrarse con las sociedades más avanzadas.

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