Cortando distancias

Fotografía de Joaquín Ponce de León
En esta peluquería de Santa Cruz de Tenerife se habla español, francés, wolof, árabe e incluso, bereber. Su propietario, Ousmane Tall, y su “mano derecha”, su compañero Gouni Houssein, la abrieron hace apenas año y medio y ya se ha convertido en lugar de encuentro para la gente del barrio. Trabajan con meticulosidad y cariño, queriendo sacar siempre una sonrisa a quienes se ponen en sus manos. “Es divertido”, confiesa Gouni. “Somos una familia y los compañeros de trabajo compartimos todo”. Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino sencillo.
Gouni tiene 28 años y es natural de Marruecos. Ousmane tiene 29 y procede de Senegal. Ambos emprendieron hace 12 y 13 años, respectivamente, una travesía en patera hacia las costas de Canarias. Al recordar aquel momento reviven lo duro que fue. “En mi caso”, cuenta Gouni, “fueron unos tres días de sufrimiento. Es el peor viaje que te puede tocar en tu vida. Una pesadilla”.
Ousmane llegó al sur de Tenerife en 2006 y allí mismo, en el puerto, fue atendido por la Cruz Roja. Fue trasladado a un centro para menores extranjeros en La Esperanza, donde permaneció unos tres o cuatro meses antes de ser enviado a otro centro en Tegueste. Allí encontró a muchos chicos como él, que habían confiado su vida al mar para llegar a lo que ellos creían un mundo de oportunidades.
Sin embargo, tal y como relata Gouni, una vez llegaron a Europa, materializada en su caso en la isla de Lanzarote, no era lo que les habían contado. “Me engañaron”, afirma este joven marroquí. “Me dijeron que en España era todo mejor, que se ganaba más dinero”.
Tanto Gouni como Ousmane afirman que no estaban mal en su país y, al menos, tenían a su familia. No obstante, ver que otras personas que han migrado vuelven tras unos años y pueden construir una casa y tienen un aspecto mejor es algo que despertó su curiosidad. “Trabajando todo el día no puedes lograr lo que esa persona ha logrado en tan poco tiempo y te dices que también quieres ver lo que hay allí fuera”, comenta Ousmane. El querer devolver a sus padres todo lo que han hecho por ellos hizo el resto. “Luchar para poder ayudarlos y mantenerlos es lo que te empuja a salir”, explica el joven senegalés.
Cuando llegaron a los centros para menores extranjeros pudieron acceder a formación y aprovecharon esa oportunidad para poder encontrar un oficio más adelante. Ousmane realizó cursos de reponedor de almacén y de albañil. Pero el que le ha cambiado la vida ha sido el de peluquería, el mismo al que Gouni se apuntó. Por aquel entonces no se conocían, pero esa profesión les iba a unir hasta hoy.
Sin embargo, el décimo octavo cumpleaños de estos chicos les impidió acabar el curso, pues desde ese momento ya no eran menores y tenían que abandonar el centro. La única opción que le quedó a Gouni fue vivir en la calle. Allí permaneció cuatro meses, donde, recuerda, pasó uno “de los peores momentos” de su vida. Finalmente, logró terminar el curso.
Ousmane, por su parte, pudo pagarse el bono de transporte para acudir a las clases gracias a lo poco que ganaba con la venta ambulante. Admite que no era lo deseable, pero no le quedó otra opción, sobre todo, cuando le echaron del centro de Cáritas en el que vivía por llegar después de la hora marcada una noche.
Desde que acabaron el curso comenzaron a buscar trabajo y sus caminos se unieron en una peluquería donde Ousmane se convirtió, en palabras de Gouni, en su “maestro”. Siete años más tarde decidieron emprender una aventura empresarial juntos e inauguraron ‘Black Label Barbers’ en la carretera general de Taco.
Hoy se sienten orgullosos de todo lo que han conseguido. Tienen trabajo, familia, amigos y amigos que ya son familia. Ousmane, además, se convirtió en 2017 en el ganador en la categoría de estilo libre de la primera edición de la Batalla de Barberos de Gran Canaria, que reunió a decenas de profesionales de toda España en el Centro Cívico de Carrizal.
Gracias a su esfuerzo, estos jóvenes peluqueros han podido ayudar a mejorar las vidas de sus seres queridos en Senegal y en Marruecos, si bien, recalcan, no ha sido nada fácil. “Cuando estás en un sitio solo, sin lugar al que acudir y te ves en la calle, lo pasas fatal”, cuenta Ousmane.
Una situación a la que se añaden comentarios de rechazo, porque, aun siendo excepción, el racismo todavía existe. Gouni y Ousmane, sin embargo, prefieren llamarlo ignorancia. Creen que muchas veces es la falta de conocimiento o de entendimiento la que alimenta los prejuicios hacia la población migrante. En estos casos, coinciden ambos, la educación es fundamental. “Ante todo somos humanos”, declara Ousmane. “Yo no distingo razas, pero sí el respeto, a quien sea y donde sea”.
Al margen de esos incidentes, consideran que la gente de Canarias es “muy amable y muy abierta” y estarán siempre agradecidos a muchas personas que los ayudaron y apoyaron en uno de los momentos más duros de sus vidas. Ahora sienten que son parte de este lugar al que llegaron hace ya más de una década.
A la pregunta de si volverán a Senegal y a Marruecos, Ousmane responde que no descarta regresar. “Es mi tierra, son mis raíces, mi familia y algún día quiero volver”. Pero reconoce que su vida está dividida en dos, entre su tierra senegalesa y su nuevo hogar en Tenerife.
Por el momento, señalan, toca seguir trabajando y mejorando. “Si se lucha, se consigue”. Su historia es el mejor ejemplo.
*Esta pieza forma parte de la serie Voces de la diversidad.