Chivas, las “guaguas” de Ecuador

Por las carreteras de Ecuador y algunos otros países sudamericanos, podrás cruzarte con unos alegres y coloridos autobuses, conocidos en el país, con el nombre de “Chivas”. Estos camiones carrozados y adaptados para el transporte de pasajeros y mercancías, son obras de arte popular en movimiento y se han llegado a convertir en un símbolo de identidad y de la memoria colectiva de estas regiones de América del Sur. Es tan grande el impacto que la visión de estos artísticos autobuses, producen en los visitantes y viajeros, que la industria del “souvenir” local, reproduce miles de pequeños modelos de este singular medio de transporte, en materiales diversos como la cerámica, la madera o el latón, que hacen las delicias de los turistas. Estas fieles reproducciones artesanas de las populares “Chivas”, con sus cargas de animales, plátanos, pasajeros que viajan sentados en el interior de estos buses de madera y los que viajan sobre el techo, se asemejan, a pequeñas “Arcas de Noé” motorizadas.
Aunque viajábamos por el país, con un vehículo 4×4 que habíamos alquilado, no me quise perder la experiencia de poder viajar a bordo de una de estos llamativ0s vehículos de transporte. Así que me subí a uno de estos buses, para realizar un trayecto desde la ciudad de Guayaquil, hasta las cercanas playas de Crucita en la costa del Pacífico. Nada más entrar y acomodarse en uno de los alargados y rústicos bancos de madera del interior del vehículo, era ya toda una aventura. Cuando la totalidad de los variopintos pasajeros, terminamos de subir a bordo, la “Chiva” de policromadas maderas, comenzó su travesía. Las carreteras por las que circulábamos, no estaban en muy buen estado y algunos tramos eran de tierra, nos tocaba viajar dando botes sobre nuestras posaderas, contra los duros bancos de madera. La “Chiva” va parando en cada barrio y en cada pequeño poblado que los pasajeros solicitan, gente que sube o baja con sus cargas y de nuevo a surcar los caminos dejando una estela de polvo y tierra tras de si.
El conductor de la “Chiva” que nos traslado desde Guayaquil hasta Crucita, me brindó amablemente una improvisada sesión de retratos. La experiencia, había sido de lo más interesante y como remate final el magnífico paisaje que nos ofrecían las extensas playas de Crucita, un cielo de intenso azul y una extraordinaria luz. Un decorado natural idóneo para seguir tomando fotos de las “Chivas” que transitaban por esta carretera de la costa. Me quedé allí, apostado en uno de los bordes de la calzada, con el mar de fondo y vigilando el horizonte para cazar más imágenes de “Chivas” en movimiento, usando la técnica del “barrido” fotográfico. Mientras, los más jóvenes, que suelen viajar sobre los techos de estos colectivos, me saludaba y reían. Sin duda, les sorprendía mi empeño en fotografiar algo tan cotidiano para ellos, como lo eran estos camiones con carrocería de madera y chapa que se disfrazan de autobús multicolor.