Diputados “golpistas” incómodos para Maduro

Una tarde acalorada de mayo en Caracas, con su camioneta sostenida por una grúa, el vicepresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Edgar Zambrano, ingresó como detenido al Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). Tiene 19 años como diputado del opositor partido socialdemócrata Acción Democrática (AD). Ayudó a posicionar al autoproclamado Juan Guaidó como presidente del Parlamento y lo acompañó durante su intentona golpista del pasado 30 de abril, al aparecer juntos en las cercanías de la base aérea La Carlota de Caracas.
Por su participación en el golpe de Estado fallido de abril, a Zambrano le fue retirada su inmunidad parlamentaria, para poder ser detenido por la policía política de Nicolás Maduro. Las amenazas no tardaron en llegar. El Departamento de Estado de Estados Unidos inmediatamente dijo “Si (Zambrano) no es liberado de inmediato, habrá consecuencias”.
Por su parte Guaidó dijo que la detención del diputado es un “nuevo golpe al Parlamento”, mientras que Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y número dos del chavismo, dijo que la detención de Zambrano es un acto de justicia y que vienen más detenciones de diputados.
Guaidó hizo un llamado a “volver a las calles”, sin embargo, sus convocatorias del fin de semana pasado apenas reunieron a decenas de simpatizantes, mientras que en la vigilia convocada para el domingo ni siquiera apareció el autoproclamado presidente.
En total, hasta este viernes, en Venezuela se le ha allanado la inmunidad parlamentaria a 7 diputados: Edgar Zambrano (detenido), Henry Ramos Allup, Américo de Grazia, Mariela Magallanes, Simón Calzadilla, Luis Florido y Richard Blanco. Dos de ellos se refugiaron en las embajadas de Italia y de Argentina, los demás siguen libres, con la amenaza del Sebin en sus espaldas.
A estos siete parlamentarios se le suman Freddy Francisco Superlano, Sergio de Jesús Vergara González y Juan Andrés Mejía Szilard, quienes también son investigados por traición a la patria e instigación a la insurrección.
La piedra incómoda para Maduro es la Asamblea Nacional. Un poder legislativo que se sometió a elecciones en 2015 y que fue ganada por la oposición (porque en esas elecciones la oposición si participó). Le quitaron el invicto al chavismo en el Parlamento y ahora se han convertido en un poder castrado por propios y extraños.
Francamente la Asamblea Nacional sesiona muy poco y son muy pocas las leyes aprobadas. Uno de los fracasos recientes es la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional, que fue declarada inconstitucional por el TSJ, porque pretendía liberar a varios dirigentes opositores condenados por delitos como las guarimbas, sabotaje eléctrico, instigación al odio y otros.
A Maduro lo que le molesta es no tener el poder absoluto en el Parlamento, como sí lo tuvo Chávez siempre. Y que además, desde ese Legislativo, como único bastión de la oposición entre los poderes públicos, surgiera un diputado que se autoproclamara presidente y le generara tanta presión internacional. No debe ser nada fácil tolerar las sanciones y presiones de organismos internacionales y de homólogos internacionales, pese a que Maduro se llene la boca diciendo que cuenta con el respaldo de Rusia, Turquía y China.
La realidad es que las fracturas dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se evidenciaron este año con los movimientos militares del 21 de enero y más recientemente el 30 de abril. Mientras Maduro se sigue quedando cada vez más solo, Guaidó sigue siendo el único líder de un alzamiento militar en Venezuela que sigue paseando libre por las calles de Caracas, no sé si en otros países esto sea normal, pero aquí ya hace rato que nada es normal.