Un albergue con mucha demagogia y poca implicación

Más allá de la honda polémica por el ya célebre tuit del exsubdelegado del Gobierno y ahora candidato del PP a la Alcaldía de Santa Cruz, que achaca a un error, la situación de este equipamiento dice mucho de cómo está abordando Tenerife y, en general, Canarias el problema de los sin techo. Sin duda, una cuestión muy compleja, con numerosas aristas, pero que demuestra también que existe más demagogia y menos implicación de la que debería. El gobierno capitalino lleva muchos años llamando la atención sobre su aportación a la sociedad en general con este centro y el olvido, en muchos casos, del resto de la Isla ante un fenómeno que le afecta más que a otras localidades porque es cierto que la mayoría de las personas que viven en la calle optan por Santa Cruz. Pero, ¿qué dicen los números? ¿Cuál es la situación real del albergue, su día a día? ¿Qué opinan algunas de las ONG que trabajan o colaboran con esta prestación?
Durante días, y quizás destrozando su campaña electoral, aunque eso no se sabrá hasta el resultado del 26 de mayo y siempre hay múltiples factores que influyen en lo que se logra o se pierde en unas elecciones, un tuit de Guillermo Díaz Guerra, candidato del PP a la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife, exdiputado regional y exsubdelegado del Gobierno, dio la vuelta a Canarias, tuvo también repercusión nacional e hizo que casi todos los partidos lo condenaron (de Vox no se escuchó nada). Su afirmación de que los inmigrantes y los grancanarios deberían tener menos derechos para usar el albergue de la ciudad indignó a casi todos, fue rechazado con contundencia por su propio partido (algo muy poco hab¡tual) y hasta el propio protagonista tuvo que aclarar días después que el mensaje no fue de su autoría, que había dos versiones y que alguien de su equipo de asesores, por error, difundió por la red social el que no debía. Desde luego, su contenido, aparte de vomitivo (aunque más de uno/a habrá dicho eso de “pues claro que sí”), tiene muy poco que ver con el carácter y trayectoria abierta, centrada y liberal que siempre ha mostrado Díaz Guerra en su vida pública. Fuera como fuera, lo ocurrido debería servir no solo para censurar la frivolidad, chascarrillos, los errores impresentables de los políticos en campaña y el oportunismo de sus rivales al responderles, sino para analizar a fondo cuales la realidad del albergue y del problema de los sin techos, no solo en Santa Cruz, sino en todo Tenerife y las Islas, ya que se trata del único de estas características en Tenerife.
Y es que, durante muchos años, el gobierno local, sobre todo con José Manuel Bermúdez, se ha quejado de la soledad que siente el consistorio con la situación de las personas sin hogar que tienen que intentar que acaben en el albergue, ya que muchos, por su situación psicológica, prefieren seguir en las calles en una ciudad que, por diversos factores, acoge a la mayoría de los sin techos del resto de las Islas y a los que vienen del resto del Archipiélago, el país o de fuera. El ayuntamiento se ha sentido, por momentos, desbordado y esto se ha reflejado en la situación del albergue. Por eso, el área social, que en los últimos años la ha gestionado precisamente el PP, reclama desde hace tiempo una estrategia con los sin hogar (sin trabajo ni recursos) que implique al Gobierno regional y a los cabildos, coordinando al máximo los recursos y el personal dedicado a los servicios sociales en este ámbito. De hecho, y según ha afirmado en diversas ocasiones el concejal de Atención Social, Óscar García, Santa Cruz es el municipio que mejor aborda este problema del sinhogarismo y se ha cansado de tantas promesas hechas e incumplidas hasta ahora por otras administraciones. Pero ahondemos en los datos oficiales.
Más de 3.000 personas y 14.000 comidas/mes
En realidad, el albergue, situado en la zona de Los Gladiolos desde hace 22 años, se denomina oficialmente Centro Municipal de Acogida. El consistorio destina 2,4 millones de euros anuales a esta prestación, que acogió en 2018 a más de 600 personas, si bien el ayuntamiento hizo un esfuerzo aún mayor, porque ofreció atención a otras 300 personas, muchas de las cuales no quieren quedarse en el albergue. Además, en ese ejercicio, según los datos aportados a esta redacción por el Gobierno local, se atendió a unas 800 en el centro de día del albergue, donde participaron en hasta 80 actividades. El servicio de comedor ofreció alimentos a más de un millar de acogidos y a unos 3.000 no albergados, aparte de más de 10.000 servicios de picnic (“bolsas de trabajo”) y dietas específicas para más de un millar. En toda su trayectoria, el albergue ha acogido a más de 3.000 personas con permanencia, con una media de 14.000 comidas al mes entre desayunos, almuerzos y cenas.
El albergue cuenta con 98 plazas alojativas y 20 para estancias cortas, así como servicios de comedor, lavandería, ropero, peluquería y duchas. Además, la ciudad cuenta con centros de “baja exigencia”, 6 plazas para jóvenes en pisos tutelados y un servicio para gastos por defunción para las personas que carezcan de recursos suficientes. El consistorio colabora con organizaciones no gubernamentales para dar estos servicios, como Café y Calor, los pisos de acogida de Guajara y Atacaite (Cáritas) y el comedor de la Obra Social La Milagrosa, que llevan las Hijas de la Caridad. Asimismo, el centro de día lo llevan trabajadores sociales que se suman a los de la Unidad Móvil de Atención (UMA) que opera en los cinco distritos de la ciudad y que realiza traslados al albergue, al médico u otras diligencias. Se presta, además servicios de ropa y calzado digno (se han desarrollado campañas con voluntarios de Carrefour para conseguir buenos zapatos y tenis), consignas y baños y duchas con productos de higiene personal básica.
A esto se suma el programa Housing First, que ofrece hogares a personas que presentan un perfil de máxima vulnerabilidad. Se trata de una decena de pisos que siguen un proyecto surgido en EEUU hace unos 26 años. En este caso, sí se cuenta con apoyo del Ministerio de Servicios Sociales y en 4 años, implica un desembolso de unos 700.000 euros y cuenta con trabajadores públicos o de instituciones privadas que hacen seguimiento y labores de apoyo a estos beneficiarios. Además, el consistorio calcula que ayuda a unas 800 familias a disponer de un hogar digno con distintas ayudas (a familias monoparentales, mujeres…), con lo que se refuerza lo que dice el gobierno de su sensibilización.
Respecto al albergue, y lejos de la imagen dada por Díaz Guerra (o quien fuera) con el tuit, el consistorio organiza desde hace años jornadas de convivencia entre las personas que usan el albergue y los vecinos de Los Gladiolos, con las que se pretende humanizar esta prestación y, sobre todo, romper prejuicios respecto a una situación, la del sin hogar, en la que puede caer casi cualquiera, tal y como ha demostrado de forma descarnada la crisis económica desde 2008.
La mejor prueba de esto es el manifiesto que los inquilinos elaboraron en noviembre de 2017 durante una semana de concienciación y sensibilización. Un texto en el que reivindicaron su dignidad, rechazaron la discriminación y exigieron su derecho a una segunda oportunidad en la vida, “pues todos queremos un trabajo y sueldo”. El manifiesto lo leyó uno de los sintecho de ese momento (Anselmo Hernández), quien puso énfasis en cambiar la imagen de estas personas, “que tienen fortalezas, debilidades, derechos y deberes como el resto de la sociedad”. Por supuesto, recalcó que nadie es muy consciente de que cualquiera puede acabar en una situación así y que la existencia de este colectivo es, en realidad, un fracaso colectivo y que estén en las calles, de las política sociales, con lo que Santa Cruz debería servir de ejemplo. De hecho, Manuel era un empresario de éxito, pero acabó fracasando y hasta lo dejó su mujer, recurriendo al albergue para no vivir sin techo.
En busca de mejores servicios, el consistorio desarrolla desde finales de 2018 un proyecto pionero de intervención social integradora a las personas sin hogar que pernoctan al aire libre, en las cercanías del albergue. Para ello, se implica a los vecinos de la zona para evitar la cronificación de estas situaciones y se dirige a 9 adultos que duermen al raso en la zona porque las plazas del albergue están completas o porque prefieren quedarse en la calle, pero a los que se les hace un seguimiento diario por si precisan de atención médica, aparte de usar el comedor, las duchas o el ropero albergue.
El efectismo de alternativas como el Housing First
El mejor ejemplo de lo efectivo que resultan iniciativas como el Hosuing First, más allá de la necesidad e albergues para abordar el problema de las personas sin hogar, es que en países que lo han aplicado de forma contundente y con gran coordinación y recursos entre las distintas administraciones, han logrado reducir en más del 60% la cifra de los que viven en la calle. Es el caso, por ejemplo, de Finlandia. Esta modalidad ofrece un apartamento unipersonal en las mismas condiciones que un casero a cualquier inquilino y los beneficiarios deben aceptar una visita semanal de intenso acompañamiento social, aportando el 30% de los ingresos que tengan para el mantenimiento de ese hogar. Se trata de un programa enfocado a los sin hogar en peor situación, que llevan al menos 3 años durmiendo en la calle, tienen problemas de salud mental, adicción al alcohol o drogas o una discapacidad grave. Ciudades como Barcelona, Madrid, Málaga, Zaragoza o Sevilla cuentan con esta oferta desde hace año y, en Tenerife, lo hacen Arona y Santa Cruz. Según los estudios en las principales ciudades del mundo que lo tienen, en unos 6 meses se logran resultados destacados, ya que el 15% de los usuarios recupera la relación con su familia y el 25% la hace más frecuente. Además, al 35% les insultaban antes por la calle o amenazaban y, en medio año, ese porcentaje baja al 7%; el 18% se sentía antes constantemente discriminados y, luego, solo es un 3%, mientras que el 53% dejaba de comer algunos días y esto se rebaja al 14%. Asimismo, el 26% sentía mucha soledad y, tras solo 6 meses, ese porcentaje desciende al 11%.