Viajar, comer y fotografiar

Cuando viajamos no solo disfrutamos con los paisajes, también lo hacemos con la cultura, costumbres y como no, con la gastronomía. Tanto es así, que importantes guías de viajes como Michelin o Guía Repsol, dedican gran parte de sus artículos a temas relacionados con el arte culinario vinculado a la región o país que se describe. Esta conjunción entre el viaje y la gastronomía, cada vez adquiere mayor auge, y ya existen agencias especializadas en el turismo gastronómico. Una nueva opción de viaje que no solo ofrece la degustación de platos en restaurantes, sino que además incorpora a la experiencia culinaria, interesantes visitas a mercados en los que se vende los productos de la zona, participación directa en celebraciones o festejos locales, e incluso la visita a casas particulares en las que los viajeros pueden compartir los alimentos como un lugareño más.
Si te gusta viajar y hacer fotos de tus aventuras viajeras, no desestimes incluir fotografías de la gastronomía local a la que vayas accediendo. Estas imágenes de alimentos, pueden completar muy satisfactoriamente tu álbum fotográfico o tu página de Instagram, sobre esas vacaciones o viaje de aventuras que vas a realizar. La fotografía de alimentos es una de las más sugestivas disciplinas de este arte gráfico, y su mayor reto consiste en obtener atractivas y cuidadas imágenes donde los productos se vean sugestivos y muy apetitosos, para de esta manera estimular al observador, supliendo las sensaciones de aroma y gusto, que evidentemente no van a tener las representaciones visuales.
Con unos pocos conocimientos básicos sobre como fotografiar alimentos, ya podrás realizar (incluso con el móvil), sugerentes imágenes gastronómicas:
Encuadre: Puedes realizar fotos con tomas horizontales, verticales, e incluso oblicuas. Las horizontales son idóneas a la hora de incluir varios productos y elementos decorativos, en una misma toma y con las verticales podrás conseguir sencillas y sugerentes composiciones. El encuadre vertical es bastante utilizado por los profesionales, para ilustrar libros de cocina. Experimenta con diferentes puntos de vista y no dudes en subirte a una silla, para obtener tomas cenitales, con las que conferirás a tus imágenes un interesante aspecto visual.
Composición. Esta sin duda, es la parte más delicada del “trabajo”, y también la más intuitiva y personal. Es bueno que observes los carteles de los restaurantes y las fotos de gastronomía en libros y revistas, de esta manera, mirando mucho, aprenderás a ver. La famosa regla de los tres tercios, que consiste en dividir la escena en tres partes, siempre funciona. Especialmente en las tomas verticales, en las que el plato principal suele mostrarse ocupando los dos tercios inferiores. No trates de cargar en cada ocasión, las composiciones con demasiados elementos, a veces la inclusión de tan solo un par de detalles o ingredientes, dan como resultado imágenes sencillez y de gran impacto.
Iluminación. Las fuentes de luz continua son las ideales, ya sean de luz natural, LED o tungsteno, pero conviene que en todos los casos llegue hasta los productos, de manera difusa y no directamente. Las luces duras y las sombras muy pronunciadas, salvo en muy contados casos, no suelen dar un aspecto apetitoso a las fotografías de alimentos. El uso de reflectores para rellenar el lado en sombra de la composición, es bastante aconsejable. Si no llevas uno en tu equipo (los hay plegables y muy fáciles de transportar), puedes improvisar uno con telas (servilletas o trapos) o cartulinas.
Trípode. Aunque muchas de las fotografías, pueden realizarse con la cámara en ristre. El uso de trípode además de permitirte hacer fotos en condiciones de poca luz, y con diafragmas que permitan mayor definición en el campo focal, también te servirá para mantener la composición de la imagen, mientras realizas cambios en la colocación de los elementos que quieres incluir en la fotografía, hasta conseguir la composición que más te convenza. Si además puedes hacer uso de un disparador, la cosa ya se convierte casi en profesional. El disparador, además de evitar molestas trepidaciones de la cámara, te dejará mayor soltura de movimientos, para hacer otra cosa a la vez que disparas, como la de mantener el reflector o verter alguna bebida.
Y como vivimos en la era digital, no te reprimas a la hora de realizar muchas y variadas tomas, cuantas más opciones mejor. Disfruta de la fotografía, antes de comértela… el único problema, será que ya se habrá enfriado y si no viajas solo, lograr convencer a tus acompañantes de que deben supeditar su hambre, a tu afán documental, será una difícil tarea que conozco por experiencia.