Los cuatro pilares Küppers de la felicidad

¿Han visto en vídeo o en directo una charla de Víctor Küppers?
Seguro que recuerdan alguna película que han visto más de diez, veinte veces y que, aún conociendo a la perfección diálogos, escenas y desenlace, la siguen disfrutando como la primera vez, vaya usted a saber por qué. En mi caso es la trama de submarinos La caza del octubre rojo.
Pues con Víctor Küpers a mi me pasa lo mismo que con esta película. He visto y disfrutado numerosas intervenciones suyas, me he contagiado de su optimismo y reído y sonreído con él. Célebre su descripción de cómo al final del día lo importante de verdad es ese primer trago de cerveza, su símil de los humanos como bombillas, su frase “pero qué ha comido ésta esta mañana” para referirse a la mujer (recepcionista, azafata, …) que le ha respondido con actitud positiva en una situación en la que podía haberle contestado de forma anodina, seria y profesional.
Esta de la que les escribo fue una tarde diferente, como si, de repente, se hubiera inaugurado el verano, sin esperarlo, por sorpresa. Estábamos convocados por la Asociación para el Progreso de la Dirección (apdCanarias) a lo que imaginé como una charla más del experto más o menos agraciado, a las siete de la tarde de un jueves en una semana infernal, tras las dobles elecciones, casi al final de la producción del segundo trimestre, desfondado, desorientado con los nubarrones de los agoreros para lo que nos espera en la segunda mitad del año.
Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula. No estábamos en un salón sombrío del hotel, sino en su espectacular terraza de césped natural, con tres carpas repletas de comida, cerveza y mojitos artesanales y unas bombillas a modo de fiesta. Todos y todas (empresarios, altos directivos) elegantes. Gente muy guapa, sonriente, igualmente sorprendida. Un presentador estrella, el conocido periodista Miguel Ángel Daswani, igualmente elegante, efectivo, inspirador, ya auguraba una tarde distinta.
El director de APDCanarias, Francisco José Torres del Castillo, agradeció la asistencia de los casi doscientos directivos y de los patrocinadores que lo hicieron posible, Incabe, JTI, Lexus y Hotel Iberostar Mencey. Y Küppers volvió a triunfar.
Un país de tarados
Hizo más kilómetros de lado a lado de la terraza que Tom Hanks en Forrest Gump o su querido Messi en un clásico. Con Küppers en las colinas de Normandía, los aliados habrían fracasado en el Día D. Este hombre es una auténtica ametralladora de palabras. Imposible anotarlo todo. Ni siquiera la mitad. Lo que sigue es un muy pobre y lejano resumen de lo mucho que dijo y, sin embargo, lo más importante no fue lo que dijo, sino lo que transmitió. Se tomó el tiempo suficiente para inocular su optimismo, uno a uno, a los doscientos privilegiados que aquella tarde disfrutamos, cervecita en mano, cómodamente sentados, de una atardecer de película y riendo con él.
Dijo el invitado que vivimos en “un país de tarados, de pastilleros, de tristes En las ciudades grandes parecemos robots. La gente va estresada y camina rápido. Nadie sonríe ni se saluda. Estamos enfermos del virus “fffff”.. los que estudian esto dicen que vivir así es como mediocre. Pero el desánimo no es lo normal”.
Nos llamó a atención sobre la importancia que damos a comer sano, frente a lo poco que prestamos atención para pensar sano. “Si pierdes el ánimo, te quedas sin lo mejor que tienes: tus ganas, tu forma de ser.
La alegría de vivir
Rodeado esa tarde de tantos directivos, jefes de equipo, Küppers lanzó que “hay personas que dirigen personas que son unos auténticos inútiles”, cuando de lo que se trata es de influir, inspirar, ilusionar, gestionar ánimos. “Lo que hoy nos mueve es el ánimo; en tu vida personal y profesional lo importante es tu estado de ánimo Cuando estás contento, motivado, con alegría, sacas lo mejor de ti. La diferencia entre el tu en su mejor y peor versión es el ánimo, la alegría. El estado de ánimo es el que tu quieres. Tu estado de ánimo es tu responsabilidad”.
Y aquí lanzó uno de los concepto clave de su charla: alegría de vivir, que situó “un escalón por debajo de la euforia. Vivir así es lo normal. Debemos aspirar a ser normales en una sociedad de anormales”.
Las claves de la felicidad
Víctor Küppers fue lo suficientemente perspicaz como para ofrecer una silla a Ramón de la Rocha, el fotógrafo del acto (un artesano del oficio, que da clases a aficionados en sus fines de semana libre, profesional de EFE y tantos medios nacionales e internacionales) “que lleva una hora de pie con cuatro kilos encima”, para agradecer a la media decena de camareros que aguantaban estoicos hasta que él acabara “y a los que el director del hotel debería venir a decirles el buen trabajo que están haciendo” e, incluso, cómo se había fijado en un hombre impecablemente trajeado, de sonrisa magnética, allá a lo lejos, en un discreto extremo de la fila 10. Lo único que desconocía (creo) es que se trataba de Alfredo Medina, el hombre más conocido, querido, admirado y respetado de El Corte Inglés en Canarias.
Quiso sembrar nuestro invitado al menos cuatro semillas, cuatro ideas básicas para ser feliz y combatir este mundo tan oscuro, gris, sinsentido que nos ahoga cada día.
– Vivir con alegría. Recordó un proverbio (dijo que chino) “El hombre cuya cara no sonríe no debería abrir una tienda”, y se preguntó cuántas tiendas tendrían que cerrar si siguieran esta frase. “Nos falta humor”, sentenció.
– Ser buenas personas. Aquí llamó a que pensáramos por qué nos quieren realmente las personas que nos quieren, nuestros hijos, parejas, padres, amigos. “Te quieren aprecian y valoran por tu forma de ser, no por lo buen profesional que eres. Todos conocemos periodos de mierda. Tus hijos te van a recordar por tu manera de ser”. Fue aquí donde a los directivos les espetó: “¿Tu equipo te aprecia o no?” Según él, “es por cómo eres. Nos gustan las buenas personas. Trata de poner tus capacidades al servicio de los demás. Vivimos en un mundo lleno de empresas pendientes del maquillaje, zona de descansos, guarderías, manzanas… Pero olvidamos que el número no puede estar por encima de las personas. Los mejores jefes lo son por ser buenos, honestos, tolerantes, que escuchan y son compasivos. A veces nos olvidamos que al número también se llega con la calidad humana”.
– Evitar el bucle, relativiza. Por si alguien no lo entendía, una frase contundente: “Los problemas se acaban cuando mueres. La vida a veces es llorar sin consuelo, triste y dura, pero no podemos estar todo el día cabreado por tonterías. Pregúntate qué te quita la alegría. Tenemos problemas que son de risa y vamos enfadados. Hay cuatro problemas que te quitan la alegría, pero no más”.
– Apasionarse por todo. Fue aquí donde rescató su célebre intervención sobre el placer de beberse una cerveza al finalizar la jornada. “Eso es la felicidad. Nos complicamos mucho la vida. Sin ilusiones, vas muerto. Ponte ilusiones. Lo mejor de la vida es casi gratis. Haz una lista de cosas fantásticas. Lo más importante debe ser lo mas importante: pareja, hijos, padres, hermanos, amigos, porque nos damos cuenta de lo que es importante cuando es tarde. Hemos perdido de vista que lo mas importante es las personas que queremos. Decir te quiero no es cursi. Cuando alguien nos dice cosas buenas nos desmonta”.
Para los que no pudieron estar allí, comparto una de sus intervenciones más célebres en TED Andorra: