Los muros invisibles contra Venezuela

Desde hace varios años el muro en la frontera de Estados Unidos con México ha mantenido la atención del debate internacional. Luego, el llamado “bloqueo financiero” de Trump contra Venezuela también ha dado tela que cortar. Pero hay otros muros invisibles, de voces contradictorias, que por un lado hablan de “solidaridad” con Venezuela y por otro lado decretan leyes que restringen y cierran las fronteras a los venezolanos.
Los países del famoso Grupo de Lima, creado en Perú para promover la salida de Nicolás Maduro, han sido los primeros en denunciar la “crisis humanitaria” de Venezuela y los primeros en inventar visas de cualquier tipo para evitar el ingreso de venezolanos.
“Deberían ayudarnos de verdad en lugar de hablar tanta paja”, me dice Néstor, un joven abogado que renunció a su trabajo y tenía boleto comprado para irse a Santiago de Chile el próximo 28 de junio.
Desde el sábado 22 de junio el gobierno de Chile decidió solicitar visa de turista a todos los venezolanos que pretendan ingresar a su territorio. La medida tomó por sorpresa a todos los migrantes, incluso a decenas de ellos que viajaban por tierra rumbo a la frontera de Tacna, entre Perú y Chile. “Mi hermana está allá desde hace un año y medio. Ya tiene estabilidad en su trabajo como chef. Yo me voy para ayudarla y crear el piso económico que nos permita llevarnos a nuestros padres”, me cuenta Néstor, indignado por la medida del gobierno de Sebastián Piñera.
Desde abril del 2018 Chile solicita a los venezolanos que aspiren residir en el país sureño la Visa de Responsabilidad Democrática. Sin embargo, el trámite tarda más de 6 meses y por eso muchos ingresaban como turista y luego cambiaban de estatus. Con el nuevo decreto, la visa de turista no permite cambiar de estatus dentro del territorio chileno. Ahora los venezolanos sólo pueden ingresar a Chile con la VDR o como Turista (por 90 días).
Néstor tiene 2 años de graduado, trabaja en una empresa privada, pero no le alcanza el sueldo ni para tener novia. “Yo quisiera tener una novia, pero ¿cómo hago? No podría invitarla ni al cine, ni mucho menos a comer, ni siquiera en un McDonalds”, cuenta. “Yo siento que aquí ya no tengo futuro. Cuando mi hermana se fue, pedí la visa de Responsabilidad Democrática en el Consulado de Chile, se tardaron más de 6 meses en darme respuesta, pero me la negaron porque mi pasaporte estaba por vencerse. Ahora que por fin pude renovar el pasaporte, compré el pasaje y ¡¡resulta que piden Visa de Turista!!”.
Néstor no cree en la mala suerte. Pero tiene un talismán en su pecho en forma de cruz. “Me la regaló mi abuelita y me aferro a ella para que me ayude. No puede ser que ahora no me pueda ir, justo cuando tenía todo listo”.
Otros países como Perú y Panamá exigen visa a los venezolanos, Ecuador evalúa la posibilidad también de pedir visado en los próximos meses. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) aseguran que más de cuatro millones de venezolanos han emigrado y es considerado uno de los grupos de poblaciones desplazadas más grandes del mundo.
La mirada de indignación de Néstor es la misma que la de muchos venezolanos que vivieron hace varios años el ingreso de alemanes, italianos, españoles, portugueses, ecuatorianos, haitianos, peruanos, argentinos, uruguayos, chilenos y colombianos, que huían de la dictadura, de la guerra y el hambre, y que siempre fueron bienvenidos en Venezuela.
Ahora esas fronteras se cierran para un país cuyo mayor error fue creer en un socialismo de cartón.