Cuba: Creatividad para escapar

Todo el mundo conoce que los cubanos emigran en balsa hacia la Florida, cubanos que han creado sus propias embarcaciones o se han robado alguna de propiedad estatal. Sólo nos separan 90 millas y la playa de Varadero es el punto más cercano, pero uno de los más vigilados. Las historias de balseros son en muchas ocasiones trágicas y dolorosas. El Mar Caribe es impredecible, puede estar muy calmado y en cuestión de minutos el oleaje es peligroso o las tormentas y los tiburones son abundantes y los guardacostas cubanos, implacables.
Durante muchos años los cubanos que llegaban en balsa a La Florida obtenían la condición de refugiados políticos, pero en 1995 una ley, que el gobierno estadounidense llamó “Pies secos, pies mojados”, modificó la ley de ajuste cubano, que otorgaba ese privilegio. A partir de entonces, para obtener legalidad en territorio norteamericano, los balseros debían pisar tierra. Resultaba aún más complicado y se vivieron escenas nunca antes vistas: balseros desesperados corriendo, intentando no ser apresados por los policías en las playas de Miami, los policías detrás intentando apresarlos, disparos con balas de goma…
Tanto miedo y desesperación no mitigaron las ansias de escapar. Los cubanos siguieron llegando a la costa norteamericana, ya entonces tenían que burlar dos vigilancias. Como el camino de lo peor es infinito para nuestro pueblo, en enero de 2017, y antes de despedirse de su mandato, Barack Obama suprimió la ley de ajuste cubano, todo un gesto para complacer al dictador Raúl Castro que lo pedía con insistencia. Todos nos preguntamos por qué el dictador quiere que supriman esa ley.
En declaraciones reiteradas, los Castro han manifestado que no tienen inconveniente para que los cubanos salgan de Cuba, son otros países los que no permiten su entrada (cosa que es cierta). Era Estados Unidos el único país que permitía la entrada a los cubanos por sus costas y que otorgaba 20.000 visas anuales, además del sistema del bombo, una especie de sorteo anual en el que depositas tus datos y al azar sacan las boletas. Si tu nombre está entre los afortunados, ganas una visa con residencia y, además, te permite llevar al cónyuge e hijos menores de 21 años. El bombo se mantiene, pero en la actualidad todo ha quedado paralizado. Ni reunificación familiar, ni las 20 mil visas, ni bombo: Donald Trump ha venido a empeorar las cosas a los que intentan escapar.
No obstante todas las trabas, todas las vigilancias, todos los fenómenos naturales no detienen a los balseros. La situación es más complicada, pero siguen escapando en balsa, hay que llegar de noche, en silencio, tener a familiares o amigos esperando con un medio de transporte terrestre que los aleje de la costa. Estarán indocumentados y tienen que hacer gestiones para obtener documentación. Al final lo consiguen.
La creatividad a lo largo de 60 largos años ha sido mucha. En Cayo Hueso existe un museo que expone los medios utilizados por los cubanos para llegar hasta allí. Balsas rudimentarias de neumáticos, madera, bidones plásticos. Camiones y automóviles adaptados por mecánicos e ingenieros, o algún ingenioso que ni es mecánico, ni ingeniero. Tablas de surf adaptadas y con velas artesanales.
Allí en Cayo Hueso están expuestas como verdaderas obras de arte, un homenaje a la creatividad, el ingenio y la desesperación, por huir, escapar. Los “progres” que defienden a la dictadura quieren culpar al “bloqueo”, pero los cubanos sabemos la verdad y nuestra realidad: el bloqueo de Cuba es la dictadura Castro, instalada hace sesenta años y que parece inamovible.
También han escapado en aviones, caminando, cruzando fronteras muy peligrosas, nadando de un extremo a otro de la zona oriental para llegar a la base de Guantánamo, una zona repleta de tiburones.
Muchas vidas se han perdido en el estrecho, muchas balsas se han encontrada vacías a la deriva. Ha muerto más de un joven escondido en el tren de aterrizaje de un avión, alguno ha llegado a su destino, cosa que parece increíble. Militares han escapado en aviones de combate, marineros que abandonan los barcos en algún puerto, han escapado deportistas y artistas de sus grupos de trabajo.
Al final, más de tres millones de cubanos residen fuera de Cuba. Los cubanos no se van a donde quieren, sino a donde pueden. En cualquier país puedes encontrar cubanos: Japón, Israel, Angola Etiopía, Mozambique, Australia, toda Europa, toda América y, mayoritariamente, en Estados Unidos de Norteamérica por la cercanía y las facilidades para documentarse que tenían hasta 2017. Tantos millones, tan diversos en cuanto a formación, perfil ocupacional, edades, no pueden estar equivocados. Tampoco es por un plato de comida como quieren hacer ver los que defienden a los dictadores Castro.
Para mí lo más ingenioso de las escapadas es la muchacha que huyó en una caja, Sandra. Carecemos de información posterior a este hecho, no sabemos cómo es su vida actual, pero sin lugar a dudas leer y aprender amplía el horizonte. Ella se convenció que podía hacerlo y lo hizo: escapó como un bulto postal.
Ojalá, Sandra, te vaya muy bien. Lo mereces. Como para mí lo merecen todos los que han sido capaces de crear su medio para huir, sea el que sea. A todos mucha suerte, hermanos.