Cuba: “Si quieres a tu familia, ven a buscarla”

Intentábamos sobrevivir en aquellos años 90 a lo que Fidel Castro llamó “el período especial”. Nos quedamos sin la U.R.S.S. por la caída del bloque socialista y, por supuesto, no nos llegaba nada. Ni combustible, ni piezas de repuesto para aquellos equipos soviéticos de tecnología muy particular. Nos quedamos sin mercado para el azúcar, pero lo sorprendente resultó ser que nuestros campos dejaron de ofrecernos frutas, hortalizas y vegetales, los agromercados se vieron totalmente vacíos.
Nos preguntábamos en que afectó la ausencia de la U.R.S.S. a los boniatos, la yuca y las viandas que normalmente consumíamos los cubanos. Siempre hay algún entendido que encuentra respuesta en la falta de abono y de equipos. Nuestros campesinos no necesitaban ninguna de las dos cosas: la tierra cubana es una maravilla. Refutado ese argumento, cayó la culpa en la falta de transporte. Tampoco nos servía esa razón, sin transporte veníamos comiendo algo desde los años 60. En resumen, siempre existe una justificación por parte del gobierno y cuando ya no queda nada para justificar la falta de algo aparece “el criminal bloqueo imperialista”.
No se encontraba apenas nada de comer. En cada casa se priorizaban a los niños y ancianos. Sufrimos una epidemia de neuropatía óptica y periférica y los médicos no alcanzaban para tantos afectados, sobre todo, en edades laborales. Éramos los que nos estábamos inmolando para que niños y ancianos comieran. Porque la padecí conozco las causas y los síntomas: dolores fuertes y durante la noche se agudizaban, pérdida de la sensibilidad y de los reflejos en el caso de la periférica y pérdida de la visión en la óptica.
Lo cierto es que perdíamos la salud los cubanos. A esto se sumaba el aumento del descontento por los apagones hasta de ocho horas. Nos cortaban el agua y el gas sin previo aviso. Por la falta de combustible apenas teníamos transporte. Sufrimos una crisis insoportable.
Comparece el viceministro de Salud Pública en la televisión cubana. Quedamos perplejos ante su declaración: con una tranquilidad pasmosa nos dijo que sufríamos avitaminosis por mala alimentación. Claro, no era culpa del gobierno cubano, sino de la caída del campo socialista y del bloqueo yanqui. También nos explicó que debíamos ser tratados con vitaminas, sobre todo complejo B; tratar de mantenernos calmados (¿?) porque no teníamos suficientes medicamentos de este tipo y se haría un gran esfuerzo para adquirirlos. Eso quería decir algo así como que cada cual se las arreglara como pudiera. Era casi imposible conseguir vitaminas y complejo B en las farmacias y los familiares y amigos que estaban en el exterior se encargaban de enviarnos. Esta comparecencia le sirvió al viceministro Terry para ser destituido. Nunca más supimos de él.
Por supuesto que no nos creemos nada de ese bloqueo. Los cubanos sabemos la verdad. Cuba compra alimentos, medicamentos y muchas otras cosas a Estados Unidos. Eso sí, no le facilitan créditos, los conocen y saben que no pagan, nunca pagan. Ni sus socios los chinos quieren venderle y China tiene de todo y está exportando al mundo entero. Estados Unidos también compra productos cubanos, muchas cifras en Internet dan fe de esto. La Oficina Nacional de Estadísticas de EE.UU. declara que Cuba importó alimentos por valor de 261,7 millones de dólares en 2017. ¡Vaya bloqueo!
Pero volvamos a los 90.
Aumentaron los balseros, más artistas y deportistas buscaban asilo y refugio. Enfadaban mucho al dictador esas escapatorias, algunas sin precedentes y a unas escalas insospechadas como este hecho que voy a contar. Solíamos escuchar en la radio las emisoras de Miami, por supuesto a escondidas y con unas interferencias muy grande. Un pitido sostenido intentaba evitar que se escuchara nada, pero por encima de eso nos informábamos.
Por esta vía sabíamos si familiares y amigos habían llegado en su balsa a las costas de Florida, quienes se escapaban de las delegaciones y solicitaban asilo o refugio, declaraciones de los que llegaban y alguna que otra noticia de la que el gobierno de Cuba no nos informaba. Solíamos reunirnos algunos amigos de confianza y resultaba terminar aquello entre risas y llanto. A pesar de todo, poder confiar en alguien nos daba fuerzas y saber que alguien había logrado escapar con vida nos alegraba muchísimo.
Una noche escuchamos que un oficial de la aviación militar había llegado a Florida a bordo de una avioneta. Su nombre, Orestes Lorenzo Pérez, hasta ese momento no lo conocíamos, pero nos alegramos tanto por él y por el disgusto que le estaba ocasionando a los Castro. No nos equivocamos: qué enfadado estaba Raúl Castro. Claro, como ministro de las Fuerzas Armadas, era el máximo responsable de ese subalterno y de esa avioneta. En días sucesivos seguimos la historia con especial atención.
Artistas, deportistas, profesionales que salen de Cuba por trabajo o a eventos…Si logran escapar y solicitar asilo o refugio, el gobierno de Cuba los declara “desertores”, como si de militares se tratara, y sus familiares quedan retenidos en Cuba durante años. Es decir que, mientras al “desertor” se le prohíbe volver a entrar a Cuba, a sus familiares se les impide salir.
Conozco familias que han estado muchos años separadas por este motivo. Los que quedan en la isla son muy vigilados, sufren presiones, sus teléfonos están intervenidos…Entonces, ¿qué pasaría con este oficial y su familia? Imaginamos lo peor, además de temer por su seguridad. Escuchamos la entrevista que le hicieron y narró que siendo oficial de la Fuerza Aérea podía acceder a las avionetas. Se cercioró que tuviera el combustible suficiente para llegar a Florida, conocía bien los radares y con vuelo rasante no sería detectado. Lo había logrado y expresó que sólo quería reunirse en Miami con su mujer y sus dos hijos que estaban en Cuba.
Recuerdo qué tristeza sentimos. No, no los dejarían salir de Cuba y él también lo sabía. Le hizo la petición directamente a Raúl Castro. La escuchamos: “Pido a Raúl Castro que deje salir a mi mujer y mis hijos, ellos no tienen culpa de nada”. La respuesta de Raúl Castro fue pedirle al gobierno de Estados Unidos que le devolvieran la avioneta y al piloto y Estados Unidos devolvió la avioneta, pero no entregó al oficial.
El caso fue conocido internacionalmente y llegó a la O.N.U. Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba tuvo palabras muy feas hacia el exoficial cubano y Orestes respondió con contundencia, peregrinó por emisoras de radio y televisión pidiendo a su mujer y sus hijos. Por último, Raúl Castro lo sentencia: “Si quieres a tu familia, ven a buscarla”. Pretendía que el piloto volara a Cuba en busca de su familia y por supuesto derribar el aparato en el que lo intentara. ¡Lo había sentenciado a muerte!
Por supuesto todo un reto. El oficial ya no tenía la avioneta, ni recursos para adquirir una. Además se coordinaba con su esposa, sabiendo que la vigilaban, y que vigilaban el teléfono seguro con escuchas. Pero este hombre encontró la solución, cosa que no esperaba Raúl Castro. Logró reunir dinero y adquirir una avioneta, trazó un plan para que su esposa en Cuba supiera cual sería el mensaje en clave en el que le diría día, hora y lugar donde aterrizaría y ella debía estar con los niños para él recogerla. Muy meticulosamente estudiada la posición de radares y de defensa antiaérea, hora y lugar, parece el guión de una película y, de hecho, en aquel entonces dijeron que en EE.UU. se haría una película sobre este hecho. No sé si la habrán hecho.
Llegado el día, Orestes aterrizó en una carretera cubana y se llevó a su mujer y sus dos hijos. Hay hombres que aceptan los retos y que por su familia vencen todos los obstáculos. Había burlado la seguridad aérea de Cuba dos veces. Qué disgusto para el dictador y su hermano jefe del ejército.
Este hombre se convirtió en un referente para el pueblo de Cuba. En años posteriores, otros oficiales de la fuerza aérea escaparon de Cuba en avionetas, como el General Rafael del Pino, pero sin regresar a buscar a nadie. Sin duda Orestes hizo historia y se convirtió en un héroe para los cubanos.
En estos dos vídeos los protagonistas narran la historia. Les recomiendo que lo vean, que vean cómo son y cómo viven actualmente en EE.UU. El amor venció al odio a través de esta familia.