Cuba: Represión en las congas santiagueras

El mundo entero conoce la pasión que sentimos los cubanos por la música y el baile, es nuestra forma de diversión más apreciada. Cuando no tenemos nada, ahí está el baile para divertirnos y distraernos. En días de apagón eléctrico, sin poder poner la radio, ni el televisor, con mucho calor y sin poder conectar el ventilador, nuestras calles han sido testigos presenciales de cómo lo llevamos. Con las manos, la boca o unas latas hacemos la música y bailamos, no cuesta dinero y hace que nos riamos de las desgracias.
Los cubanos bailan siempre: en las escuelas a la hora del recreo, en las casas con familiares y amigos, pero, sobre todo, en las calles. El baile no tiene edad, ni raza, ni desconocidos. La música y el baile nos acompañan y consuelan siempre. Algunos bailes datan de siglos, como la Conga santiaguera que cada año se pueden disfrutar en las calles de Santiago de Cuba, y la historia recoge el origen de esta tradición.
El santo patrón de Santiago de Cuba era Santiago Apóstol. En la época colonial cada 25 de julio se celebraba una misa en su honor y de la Catedral partía la procesión que recorría las calles aledañas a la iglesia. A finales del siglo XVII autorizaron a los negros esclavos a participar de estas fiestas para que también rindieran honores a Santiago Apóstol y se fueron convirtiendo en fiestas paganas.
Los instrumentos musicales de la conga santiaguera son peculiares, eso la diferencia de otras congas. Tambores muy específicos o la llamada corneta china, que sólo es usada en la conga santiaguera. Cada barrio tiene su conga y suelen visitarse unas a otras para reunirse todas al final. A esta reunión de congas se le conoce como la invasión, que no es otra cosa que todos los santiagueros arrollando en la calle, kilómetros de pueblo bailando en las calles. No hace falta vestuario, ni coreografía; es el baile espontáneo de un pueblo, es una tradición que se mantuvo durante generaciones, que creció y varió la fecha y el objetivo.
Para los santiagueros, la Conga es intocable. Es su disfrute multitudinario, su máxima expresión de diversión. No importa quién haya gobernado, ni cómo lo ha hecho, las congas han salido y se ha arrollado, sus cantos han servido de críticas y para protestas tradicionalmente.
Pero este año, los santiagueros lo veían venir: gran despliegue de las fuerzas represivas se concentraron en las calles de Santiago de Cuba. Se puede apreciar en este vídeo. Policía, miembros del Ministerio del Interior y hasta las “avispas”, o “boinas negras” como se les conoce popularmente (fuerzas especiales y antimotines), sabían que esto no era para “cuidar” la Conga. En principio intentaron decidir por dónde se podía arrollar, a qué distancia, pero a esa multitud dispuesta a arrollar es complicado encauzarla. Y aún no llegaba el canto, lo peor estaba por venir.
Gran desacierto de las fuerzas represivas y excelente respuesta de los santiagueros: la Conga no la para nadie. Les pegan y siguen bailando. Los cantos hicieron referencia a esa doble moneda que nos han impuesto y que hace seis años expresó Raúl Castro que desaparecería, pero también al suministro de alimentos para el consumo nacional.
Se supone que la libreta de “abastecimiento” garantizaría la venta de alimentos básicos que nos vendería el Estado a precios al alcance de todos. Pero ni están los alimentos y, cuando aparecen, lo hacen con precios muy elevados. Meses y meses sin ver un pescado, informan que será sustituido por pollo y ni una cosa, ni la otra.
¿Hambre, miseria, represión es todo lo que estamos viviendo y no quieres que te lo digan, Raúl Castro? Deja el baile de los cubanos en paz, es lo único que nos queda. Nos quitaron todas las tradiciones, pero el baile no lo toques. Tu hermano fue más listo, sabía que esto es sagrado. Estas cosas se sabe cómo empiezan y no cómo terminan, a ver si una conga va a ser tu final. Estamos hartos y no todos pueden “irse”.
Aquí se puede ver y escuchar a la Conga Santiaguera cantar “vivimos en una isla, de mar estamos rodeados, entonces ¿por qué c……s mandan pollos por pescados?” y ” yo traigo un mensaje para mi pueblo que se queja, vamos a ver si mejoramos con el cambio de la moneda”.
Espero que Raúl Castro lo haya visto y escuchado. O lo sabía de antemano y por eso envió a tanto represor.
Con los cantos se desata la violencia, pero los santiagueros siguen cantando y arrollando. Gracias, Santiago de Cuba. Ya muchos tienen teléfonos para grabar, ya el mundo ve miles de imágenes de la realidad cubana. La dictadura ya no puede ocultar su verdadera cara.