Opinión

Los secretos jamás contados del pacto en Canarias (II): Días de optimismo progresista

Pacto Canarias

La victoria del PSOE con 25 diputados (a 11 de la mayoría absoluta), frente a los 20 de CC, el hecho de que la izquierda sumara 37 y que Cs insistiera (en campaña y, pese a algunas fluctuaciones, también luego) en que no apoyaría a Clavijo por su imputación hizo que la izquierda canaria afrontara la primera semana tras las urnas con bastante optimismo, aunque con dudas de NC, Podemos y parte del PSOE hacia ASG.

Muchos socialistas y una parte del PP ni siquiera descartaban un acuerdo entre ellos (suman 36) si se bloqueaban otras vías y, por supuesto, todas las miradas progresistas se pusieron enseguida en Casimiro Curbelo (ASG) como clara llave. De hecho, se sucedieron las llamadas desde Ferraz y cenó con Jerónimo Saavedra, con el que habló varias veces por teléfono durante las cuatro semanas. Habló cada día y se vio en diversas ocasiones con Ángel Víctor Torres, entre otras razones con motivo de la celebración de los actos del Día de Canarias, el jueves 30 de mayo, en Las Palmas, y hubo también innumerables llamadas cruzadas entre múltiples actores.

El PSOE quería incluir a Cs, aunque, desde luego, CC no se quedó quieta. Curbelo también mantenía hilo constante con Clavijo, quien seguía seguro de que sus opciones (que creyó siempre muy asentadas) y las de CC en otras plazas claves pasaban por obligar desde Madrid, a través de las direcciones nacionales del PP y Cs, a forzar a esos partidos en las Islas a un acuerdo que levantara el veto a su persona por parte de los “centristas” o que debilitara a Antona a la hora de exigir o buscar al PSOE. Daba por seguro el apoyo de ASG y así se transmitía desde múltiples ámbitos de CC y de sus entornos mediáticos, empresariales y sociales. Como mal menor, ya comenzó a especularse con Rosa Dávila como presidenta y con Clavijo camino del Senado si Cs mantenía su veto, lo que al final se ha dado, pero muy lejos de como él y su partido hubieran deseado.   

El recuento electoral en la noche del 26 de mayo tuvo algún momento difícil para la izquierda canaria porque, aunque solo fue por unos minutos, CC, PP y Cs se acercaron mucho a sumar 36 escaños y, en tal caso, les daba con ASG. Al final, el PSOE logró 22 diputados en las distintas Islas y 3 con la estrenada lista regional. Los mismos que CC pese a sacar más de 50.000 votos a Clavijo en esta plancha autonómica. Esos 25 diputados (el tercer mejor resultado en la historia del PSOE isleño, aunque con la salvedad de que ahora había 10 actas más) eran suficientes si se sumaban los 5 de NC, los 4 de Sí Podemos (que achacó su bajada desde 7 actas al voto útil en favor del PSOE y para echar a CC) y los 3 de ASG, lo que finalmente se dio.

No obstante, la euforia en la noche electoral no fue excesiva porque muchos en el PSOE seguían desconfiando al máximo de Casimiro Curbelo. A esto se sumaba el mal resultado de Sí Podemos (Juan Márquez, que le había disputado la dirección regional a Noemí Santana, no paró de darle ánimos en su comparecencia), las dudas que también mantenía NC sobre ASG (pues siempre pensó que la izquierda era su plan B) y la sensación de que, si bien existían amplias y reales opciones de que CC saliera del poder a escala regional y en otras muchas administraciones, sus 20 escaños no habían sido un mal resultado y eran expertos en sobrevivir y en lograr pactos como sea.

El PSOE tenía motivos para estar bastante satisfecho, por ejemplo, en Tenerife, donde, por primera vez desde 1983, logró vencer en votos y diputados a CC (6 frente a 5) pese a la juventud de su cabeza de lista, Nira Fierro. Una apuesta muy personal de Torres que se enfrentaba a la consejera de Hacienda, Rosa Dávila. Además, tenía opciones de gobernar en muchos cabildos y ganar las alcaldías de ciudades como Santa Cruz de Tenerife y La Laguna por primera vez o tras muchos años. Eso sí, lo mismo ocurría en Telde o Santa Lucía, así como en el Cabildo de Gran Canaria (donde Luis Ibarra empató a 8 consejeros con Antonio Morales, de NC) y esto se convirtió en un verdadero problema a finales de la segunda semana de negociaciones y, sobre todo, durante la tercera, justo antes de que se constituyeran los consistorios.

Así las cosas, en la noche electoral, Ángel Víctor Torres se presentó como el claro ganador y, sin cerrar opciones como la del PP, insistió en que el mandato de las urnas obligaba a los grupos de izquierda a buscar un acuerdo histórico para propiciar el cambio y a que CC pasase a la oposición tras 32 años. Por eso, remarcó que se pondría a la tarea desde el día siguiente y pedía perspectiva histórica y generosidad a los que apostaban por el cambio. Clavijo reconoció la victoria del PSOE, al que felicitó, pero también dejó claro que no solo no renunciarían a intentar seguir en el gobierno sino que, sabiendo que la iniciativa oficial inicial debía tomarla Torres, se moverían si no lo lograba.

Por supuesto, se movieron muchísimo antes, desde esa misma noche electoral y durante los primeros días. Fueron solo sondeos iniciales, pero, ya en la comparecencia del aún presidente ante los medios tras consolidarse los resultados ese 26M, el secretario general de CC, José Miguel Barragán, ponía cara elocuente de que los números les daban mientras Clavijo insinuaba esa posibilidad. Ya tenían marcada su propia hoja de ruta: convencer al PP y Cs, pues sentían a ASG casi de ellos. Eso sí, CC o, mejor, Clavijo y su entorno más cercano creyeron desde el principio que debían buscar su pacto más en Madrid, en las direcciones nacionales del PP y Cs, que en Canarias. Sobre todo, porque Antona no había parado de hablar de fin de ciclo de CC durante años y en campaña, mientras que Cs vetaba al presidente por su imputación por el caso grúas.

Desde el PP, Antona sentía que, con sus 11 escaños, pese a perder uno y aumentar la Cámara de 60 a 70, había salvado los muebles y estaba en una buena posición para dar “estabilidad” al futuro Gobierno con los populares en un papel preponderante. Por supuesto, por lógica programática, por lo hecho con los presupuestos de 2018 y 2019, por la rebaja del IGIC y por coincidir en muchas cosas con CC, se trataba de la opción más sólida para los populares, pero tampoco se le escapaba que sumaban mayoría absoluta con los socialistas y que podían darse combinaciones más que interesantes en cabildos como el de Lanzarote, La Palma y Tenerife, así como sorpresas en ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de La Palma, Arrecife… No obstante, sobre esto había posturas divergentes: los que siempre prefieren a CC por afinidad y los que recalcan que cada administración es distinta.

Román Rodríguez (NC) exhortaba desde la noche electoral al PSOE a aprovechar la oportunidad aritmética que tenía para liderar un cambio progresista tras tantos años de CC y, pese a sus dudas sobre las verdaderas preferencias de Curbelo, que siempre creyó más cerca de Clavijo que de Torres, hizo todo lo posible desde el principio por propiciar el pacto de izquierdas. En la misma línea estaban en Sí Podemos, donde algunas voces ya anteponían desde que se conocieron los resultados que el cambio se diese con un gobierno de izquierdas y que, sobre todo, CC pasase a la oposición. Aunque para ello tuvieran que aceptar quedarse fuera del Gobierno si había algún veto contra ellos. Pensaban, por supuesto, en Cs y PP, pero, sobre todo, en Curbelo y su ASG.

Sin embargo, y el tiempo lo demostró, se equivocaron: Curbelo, pese a las diferencias que tuvo con Podemos en el mandato que se cerraba y aunque era una de las grandes bazas y esperanzas en CC, nunca puso ningún veto a cogobernar con ellos; es más, y quienes le preguntaron por esto meses o, incluso, años antes, saben que siempre dijo que, en una coyuntura así, tendría altura de miras y sabía que no solo no podía obstaculizar el cambio si las urnas lo propiciaban, sino que había que adaptar un programa de mínimos para que pudiera haber un consenso mínimamente coherente. Esto incluía, por supuesto, cambios de Podemos y los demás sobre el grupo parlamentario de 3 escaños, la ley de Islas Verdes y hasta la del Suelo, lo que finalmente se acordó.

En esta línea, ya dijo en la noche electoral que había que poner a Canarias en su globalidad por delante de otras circunstancias, aparte de que, en su fuero interno, se decía que poco menos le “insultarían y escupirían” por la calle si impide un gobierno del PSOE con aquel resultado. Otra cosa es que los otros partidos (Sí Podemos y, sobre todo, NC) no llegaran a un acuerdo con los socialistas (lo que casi se da en el caso de NC), con lo que su opción de Clavijo, más que de CC, no la dejaría pasar porque jamás perdería la oportunidad de estar en el Ejecutivo. Eso sí que era innegociable y, de hecho, habría ocurrido si el PSOE no rectifica con Telde y Santa Lucía y si Cs y PP aceptan las condiciones del acuerdo de centroderecha planteado por Clavijo el viernes previo a la constitución de los ayuntamientos. Pero esto fue al final de la tercera semana y ya lo analizaremos con detalle, pues fueron unos días más que intensos.

Esta primera semana, por el contrario, fue más de tanteo y sondeos, aunque las dos opciones principales, las de un pacto de izquierdas o de centroderecha con ASG, fueron las más sólidas desde el principio. En esa noche electoral, además, la candidata a la Presidencia de Cs, Vidina Espino, admitía que sus dos escaños no representaban el resultado que esperaban, aunque sabía que podían ser muy importantes. Sobre todo, para un acuerdo de centroderecha, pues eran imprescindibles junto a los 3 de ASG, aunque también para impedir que el PSOE incluyera a Podemos en el Gobierno si se llegaba a algún consenso sobre una abstención.

Al final, y no sin desconcierto y cierta descoordinación con Madrid y con dirigentes insulares, Cs pareció preferir solo que no hubiera gobierno de izquierdas y ya en los primeros días de esa primera semana dijo en prensa que confiaba en la palabra de Clavijo, que creía en su inocencia y que, por tanto, negociaría con CC. Esto, sin embargo, cambió más tarde (lo que demuestran los vaivenes en Cs) y el veto a Clavijo en un gobierno de centroderecha lo mantuvieron, obligando a CC y a una parte del PP (la que maneja en la sombra Soria) a buscar alternativas como Australia Navarro como posible alternativa, aunque esto fue al final del proceso.

 La primera semana día a día

Aparte de analizar a fondo los resultados del día anterior, el lunes 27 de mayo sirvió para que Espino lanzara ese mensaje conciliador con Clavijo. Por supuesto, Torres insistía en que tomaba la iniciativa, aunque CC ya advertía de que no estaría quieta. Al contrario. El teléfono de Curbelo no paró desde la noche electoral y hablaba de forma constante con Torres y Clavijo, entre otros.

Desde ese lunes, comenzó a recibir llamadas de dirigentes socialistas regionales y desde Madrid. Entre ellos, Jerónimo Saavedra, con el que mantiene desde siempre una excelente relación. Aparte de cenar, Saavedra le llamó en diversas ocasiones y, como otros, no paró de recordarle su reciente pasado en el PSOE y que no podía bloquear el cambio. Además, ante la opinión pública el expresidente alabó cada vez que pudo la figura de Curbelo, su trayectoria y su condición de socialista convencido, por muy pragmático que pueda parecer y por muy dolido que estuviera con algunos miembros del PSOE y con el partido en gran parte. Pero no con Torres. Curbelo siempre lo ha concebido como una muy buena persona, con la que se puede hablar, negociar y pactar porque transmite fiabilidad y sinceridad.

En CC, la primera lectura que se hizo en la Permanente reunida ese lunes es que descartaban un pacto en cascada, como el que se pretendió (con varios agujeros negros) de 2015 a 2019 con el PSOE. Además, y como el PSOE, desvinculaban el voto de sus 2 diputadas en Madrid a lo que ocurriera en las Islas y, pese a algunos retrocesos o pérdidas relevantes en cabildos y consistorios, creían que no habían sacado un mal resultado en las regionales por subir en votos, diputados (aunque por la plancha autonómica) y porcentaje.

El martes 28 regaló un espejismo que incrementó el optimismo en CC, pero que estaba lejos de confirmarse. Los acuerdos entre los nacionalistas en Pájara y Teguise, que incluían a NC en el municipio majorero para echar del poder al PSOE (lo que fue ya una chinita al pacto de izquierdas que el sector de Chano Franquis aún recuerda), se limitaron a esos municipios y a muy pocos más y, aunque se vendió como la antesala de un gran pacto en Canarias y a distintas escalas, ni se dio en el Cabildo de Fuerteventura, ni en el de Lanzarote, ni en Puerto del Rosario ni en Arrecife.

Es más, y como luego se confirmaría, las negociaciones más certeras en esos sitios iban por otro lado y, de hecho, la izquierda acordó un gobierno en la capital majorera junto a Cs. El PP y el PSOE pactaron luego la capital conejera y el Cabildo lanzaroteño para echar a CC y socialistas, Podemos y NC  hicieron lo propio para arrebatar mediante una moción de censura el Cabildo majorero a Lola García (CC), que apenas llevaba unos días en la presidencia por ganar en votos (aunque empató a 7 consejeros con el socialista Blas Acosta).

Algo similar se estaba mascullando desde el resultado electoral en la capital tinerfeña, el Cabildo de Tenerife, en el de La Palma y en la capital de la Isla Bonita. Esto lo sabían muchos en el PP, que advirtieron de que se podían quedar fuera porque, por ejemplo, Patricia Hernández podría ser alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife, por el apoyo de Unidas Podemos y Cs; y Pedro Martín, presidente insular con otra censura.

Aunque estas dudas, que también existían en ciertos cargos de CC, se intensificaron durante la segunda semana, ya pululaban en estos primeros días, por lo que habían dicho Maite Zambudio y Enrique Arriaga (Cs) durante la campaña en pro de regenerar la política y que CC pasase a la oposición en administraciones donde llevaban 40 y 32 años gestionando. De hecho, algunos sabían que ya se estaban negociando los acuerdos que finalmente cuajaron y que la cosa iba muy en serio. Entre otras razones porque el PSOE contó con refuerzos en la negociación de personas que conocían bien a los candidatos de Cs y con los que había muy buena relación y, sobre todo, coincidencia en los fines y en la necesidad de cambio. Esto, por supuesto, pesaba en el contexto regional, aunque Clavijo, Barragán y el sector duro de CC estaban seguros de que lo arreglarían en Madrid. Se equivocaron de plano.

Ese martes, además, tanto el PSOE como el PP en Canarias decían que tenían el aval de sus sedes centrales para pactar en las Islas. Antona, y otros entre los populares, se moría de ganas por esa opción, pero, en realidad, nunca contó con ese visto bueno. Algo parecido le ocurría a Torres, aunque desde Ferraz se insistía en que tenía todo el apoyo y libertad. Eso sí, y aunque se especuló con esto, ni Pedro Sánchez (muy molesto con Clavijo, Ana Oramas y, en general, CC) ni la mayoría del PSOE querían reeditar un pacto con CC, aunque tuvieran dos diputadas importantes en el Congreso. La prioridad era un gobierno de izquierdas (a poder ser), acuerdos de investidura y apoyos externos (si no había otra opción). Incluso, ese pacto con el PP que costaría explicar fuera, pero no volver al abrazo con los que les hicieron una censura en 1993 y los echaron del Gobierno dos años y medio antes.

El miércoles 29 se confirmó uno de los pactos que estaban, a priori, cantados, aunque el aún alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz (CC), esperaba evitarlo con su “capacidad de convicción”, según iba diciendo. El PSOE, Unidas Podemos y Avante llegaban a un principio de acuerdo que se ratificaría más tarde con la firma de un pacto que devolvería la Alcaldía a los socialistas, de la mano del joven Luis Yeray Gutiérrez, tras la censura a José Segura en 1993. En la toma de posesión, esta alianza progresista se confirmó, aunque hubo cierta incertidumbre hasta última hora porque se especulaba con la posibilidad de que un edil del PSOE y otro de Unidas Podemos, con pertenencia en el pasado a CC o vínculos familiares con personas de ese partido, podrían abortar el histórico cambio.

Al día siguiente, el jueves 30 de mayo, la celebración del Día de Canarias regaló algunas fotos importantes en el acto celebrado en Las Palmas. Eso sí, las reuniones se produjeron antes y después en distintos puntos de Gran Canaria. Una de las más importantes fue la de Ángel Víctor Torres con Curbelo, que también volvió a verse con Saavedra. Torres estaba preparando las reuniones oficiales de la próxima semana, primero con los distintos líderes y luego la de los equipos negociadores, cuyos integrantes en el caso del PSOE se sabrían el domingo de esa primera semana.

Esas citas con motivo del Día de Canarias aumentaron el optimismo en el entorno más cercano del líder socialista, aunque CC seguía a la expectativa. Clavijo mantenía contactos directos con Pablo Casado y con la dirección nacional del PP y pretendía avanzar durante varias reuniones que quería mantener el lunes siguiente. Además, tanto él como Barragán volvieron a hablar con Curbelo ese jueves, con el que mantenían constante diálogo. Seguían contando con Curbelo, que nunca les desveló del todo sus preferencias porque sabía que la opción de Torres se podía torcer y era mucho mejor la ambivalencia.

El viernes 31 se sabe que un juez investigaba a Torres por una presunta prevaricación por el caso pabellón, denuncia de Bañolas (CC) que luego amplió pero que, a la postre, no influyó ni perjudicó al socialista a la hora de negociar y pactar. Es más, hasta hubo cierta solidaridad porque algunos actores lo concibieron como un contraataque nada ético por parte de CC para que partidos como Cs vetaran también al socialista o, al menos, levantaran su veto a Clavijo. Lo que sí pareció es que si se pretendía ensombrecer el panorama unos días o unas horas, se hizo, pero no fue para nada determinante.

El fin de semana, el panorama se mantuvo un poco sin novedades. Los partidos de izquierdas elegían a sus equipos negociadores y Torres preparaba las reuniones del lunes con los distintos líderes o el secretario de CC, aunque tenía claro que difundiría que su gran prioridad sería un pacto de izquierdas cuya negociación concreta comenzaría el viernes de la segunda semana, por muchas llamadas, reuniones y contactos previos que hubiera habido.

Para muchos, era bastante tarde y se había perdido un tiempo preciso, y más si se tiene en cuenta que el adversario era CC. De hecho, Clavijo intensificó su negociación con Cs y el PP nacional ese mismo lunes de la segunda semana y había algunos municipios que empezaban a enrarecer demasiado el ambiente: Pájara y Antigua mosqueaban al PSOE porque estas alcaldías para CC se asentaban en votos de NC; si bien lo de Rodríguez, como pasó luego en Valle Gran rey, lo explicaba por el llamado “Frente Amplio” (paraguas con el que alcanzaron acuerdos para presentar planchas y tener opciones en muchos islas sin necesidad de contar con afiliados entre los principales candidatos).

Por su parte, el rechazo del PSOE a reeditar el pacto con NC en Telde de 2015 por haberlos echado del poder o la intención de alcanzar la Alcaldía (con Julio Ojeda) en el tradicional feudo de Santa Lucía (donde es verdad que NC-PSC no sumaban mayoría absoluta para mantener a Dunia González en el poder, que finalmente ha ocupado la Dirección del Tesoro) comenzaron a agrietar el pretendido pacto progresista. Además, las primeras declaraciones del socialista Luis Ibarra, respecto a que se mostraba abierto a un pacto alternativo en el Cabildo grancanario que desbancara a Antonio Morales (NC), comenzaron a encender más de una alarma entre los que llevaban años esperando un cambio y un gobierno de izquierdas.

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