Los secretos jamás contados del pacto en Canarias (III): Primeras reuniones formales

La segunda semana se abrió con el vencedor de las elecciones, Ángel Víctor Torres, recibiendo a candidatos o secretarios de partidos en busca de un acuerdo. Todo con claras preferencias por la izquierda, aunque sin desdeñar al PP o abstenciones en segunda votación que le hicieran presidente y, luego, gobernar con geometría variable. Al mismo tiempo, si bien con muchos menos focos, Clavijo intensificó su estrategia en Madrid desde ese lunes 3 de junio en busca de un pacto amplio con PP y Cs, que incluyera otras instituciones. Mientras, Curbelo volvió a entrar, esta vez con alfombras aseadas, en Ferraz para reunirse con el ministro Ábalos. Seguía viéndose y hablando mucho con Torres y Clavijo, pero mantenía la incertidumbre de su decisión (lo que hizo hasta el jueves 20 de junio).
Los socialistas llevaban días preparando una oferta programática aceptable para los otros 3 partidos de izquierdas y este pacto pareció muy cerca tras las primeras reuniones (en realidad, las únicas con tanta oficialidad) del viernes 7 en el santacrucero Hotel Escuela. Sin embargo, lo que se avanzó en esas citas, en las que no estuvieron ni Torres ni Román Rodríguez, pero sí Curbelo y Noemí Santana, se desandó el sábado y domingo con la determinación del PSOE de Santa Lucía y Telde de alcanzar esas alcaldías, por mucho que eso incendiara la negociación con NC.
Torres creyó que eso no influiría mucho y Chano Franquis estaba convencido de que ni siquiera el Cabildo grancanario impediría un gobierno de izquierdas. Pero en NC lo tenían claro y en esa segunda semana algunos solo deseaban que el acuerdo regional llegara antes de que se cerrasen pactos en su contra, siempre a la espera de lo que ocurriera en los sorprendentes sábados de constitución de los ayuntamientos. Además, y en contra, sobre todo, de la dirección del PSOE tinerfeño, Carlos Medina dejaba fuera del gobierno en Tacoronte a Cs, pese a vencer con 6 ediles, pactando con NC y Sí Podemos. Lo hizo a última hora del sábado 8 y su partido a escala insular y regional lo desautorizó al día siguiente porque podía perjudicar la censura en el Cabildo tinerfeño, el acuerdo en Santa Cruz y alejar a Cs de algunas alternativas regionales si no había gobierno solo de la izquierda.
El lunes 3 de junio ofreció las primeras reuniones con la prensa, pendiente para saber qué pacto habría en Canarias o, al menos, cuál estaba más cerca de fraguar. Las que mayores focos y oficialidad tuvieron fueron las del secretario general del PSOE y vencedor de los comicios, Ángel Víctor Torres, quien recibió en Las Palmas al líder del PP, Asier Antona; al de Nueva Canarias, Román Rodríguez; al secretario general de CC, José Miguel Barragán; a la candidata de Sí Podemos, Noemí Santana; a la de Cs, Vidina Espino; y a la diputada electa de ASG, Melodie Mendoza. Casimiro Curbelo no acudió porque tenía previsto irse a Madrid, donde se vería con el ministro Ábalos, pero esto se produjo al día siguiente y tras cenar, de nuevo, con Ángel Víctor Torres en la capital de España.
En esas reuniones, Torres constató que Antona contemplaba en serio un pacto con el PSOE, que NC vinculaba cualquier acuerdo regional con lo que pasase en el Cabildo grancanario y ayuntamientos claves para esta formación, como Telde y Santa Lucía, sin olvidar otros cabildos (Fuerteventura) o capitales como Arrecife (aunque en este caso, se confirmó, con la participación del PP). Eso sí, olvidando Pájara, Antigua y otros municipios pequeños, en los que perjudicó al PSOE.
Por su parte, Santana (Sí Podemos) siguió priorizando el cambio a la participación de su partido en el Ejecutivo, aunque nada sería gratis (al final, sí entró en el Gobierno con ella de consejera del área social). Eso sí, ni exigía imposibles a Curbelo ni la situación de Torres con la denuncia de Bañolas le impedían apostar fuerte por la alternativa a CC. Por ASG, Mendoza se mostraba abierta en ausencia de Curbelo y Espino (Cs) no descartó un acuerdo, aunque sin pasar la línea de ir junto a Podemos. Para NC y buena parte del PSOE, habría sido ideal que Cs se uniera a un pacto progresista (ya que eso abortaba la opción de un gobierno de centroderecha) o que, al menos, no bloquease un cambio con una abstención. Sí Podemos no veía mal estas posibilidades, aunque no se veía cogobernando con los autollamados centristas.
Mientras el líder socialista canario explicitaba sus movimientos y anunciaba que pronto se darían las primeras reuniones entre los equipos negociadores de los distintos partidos y con un programa de mínimos en busca de una alianza progresista, CC operaba en Madrid de forma mucho más sigilosa. Torres llevaba tiempo (antes y después del 26M) hablando de un programa con mucho énfasis en lo social, a favor de una renta ciudadana, flexible respecto a las exigencias de ASG, generoso con los participantes y que supusiera un “verdadero cambio” en las Islas tras los 32 años de CC y AIC. Esas citas de la izquierda se dieron el viernes de esta segunda semana (7 de junio) y muchos también creyeron que llegaban tarde porque sabían que CC era experta en moverse en la sombra, sus principales dirigentes estaban muy callados y se temía que ya hubiesen cerrado acuerdos en altas esferas. Claro que en el PSOE no pararon las acciones, llamadas y reuniones subterráneas desde el primer lunes, pero Clavijo atacó directamente a las direcciones nacionales del PP y Cs convencido de que, como tantas otras veces, estos u otros partidos en las Islas obedecerían a pies juntillas lo que les viniese marcado desde la capital.
Ese lunes 3, y dado que tenía línea directa con Pablo Casado y no veía tantos problemas en alcanzar un acuerdo con el PP (quizás subestimó la visión de Asier Antona y su capacidad de bloqueo, aunque ese margen de maniobra fuera parcial y temporal), el aún presidente canario se afanó mucho más en tratar de convencer a Cs de que su imputación por el caso grúas, en realidad, obedecía a una “denuncia política” de Unidos Podemos y Santiago Pérez en La Laguna, que no había cometido ningún delito ni faltas administrativas, que el expediente contaba con informes técnicos favorables, que la ciudad no había perdido dinero y que, en tal caso, no era una denuncia por corrupción (aunque se le imputa por prevaricación, malversación de fondos y tráfico de influencias).
Según se transmitió a la prensa, las sensaciones tras verse con dirigentes nacionales de Cs, como el secretario general, José Manuel Villegas, fue positiva y se confiaba en trasladarla a las distintas instituciones isleñas que dependían del apoyo de Cs, como el Gobierno regional, el Cabildo tinerfeño o la capital de esta isla. Además, se confiaba en que Cs diera marcha atrás en Puerto del Rosario, donde había llegado a un principio de acuerdo el martes de la primera semana con el PSOE (que tendría la alcaldía), NC-AMF, Unidas Podemos y la Agrupación de Electores de Puerto del Rosario.
Este pacto, que rompía el previo entre socialistas y nacionalistas en este municipio relevante de la provincia oriental, dejaba fuera del poder a CC (tras dos décadas) y PP. Los nacionalistas no entendían ese acuerdo de Cs, explicado en gran parte desde el partido de Rivera en las Islas por la personalidad de sus dos ediles (Peña Armas y Sonia Álamo), con Podemos, esa “izquierda radical” tan denostada a distintas escalas por Ana Oramas, Clavijo, Dávila y otros muchos en CC. Confiaban en que la dirección regional o, al menos, la nacional, dieran marcha atrás de verdad, pero, pese a que el partido en la isla majorera no reconoce el acuerdo, esa rectificación nunca se produjo y, curiosamente, tampoco se ha hablado mucho de ello, al menos en comparación con Santa Cruz de Tenerife o el Cabildo tinerfeño.
En CC, además, se seguía dando por imposible que Curbelo participara en un gobierno de izquierdas, al menos junto a Podemos. Ese lunes, Pedro Martín lanzó una chinita que, en el fondo, no fue tan quemante para Curbelo y los suyos, aunque Casimiro la creyó totalmente gratuita, innecesaria e irreal: sintió que su proyecto con ASTF fracasó estrepitosamente por los escasos 1.600 votos logrados y estaba bastante decepcionado con la baja implicación y trabajo que vio en sus integrantes, algo que tampoco se ha desvelado nunca. Martín le acusó de haberle impedido ganar en votos en el Cabildo tinerfeño y, por tanto, evitar una censura contra Carlos Alonso (finalmente se produjo el 24 de junio). Desde el principio creyó (y tenía razón) que los dos consejeros de Cs (Enrique Arriaga y Concepción Rivero) estaban por el cambio y por que CC pasara a la oposición, postura que compartían totalmente con Sí Podemos, aunque nunca cogobernarían juntos.
Pese a la acusación, muy débil si se atiende a los votos sacados por NC, IU, Pacma y hasta Los Verdes al Cabildo, muchos más que los de ASTF, ASG le quitó importancia y tanto Curbelo como Mendoza negaron que eso dificultara un pacto con el PSOE. Eso sí, le daban un motivo más a Curbelo para comprobar las guerras internas en el PSOE y pensar que había sectores, como el que dirigía a los socialistas en Tenerife, que parecían dar a entender (así lo aprovechaba en la sombra, también, CC, muy cuca siempre con estas cosas) que querían boicotear desde dentro a Torres, algo que no es tampoco muy exacto, por muchas diferencias incluso ideológicas o sobre cuestiones claves que tenga con Martín, como el gas o la ecotasa.
Martes 4 de junio. Se llega a este día con el PSOE canario convencido de que acabaría gobernando, con Clavijo y Barragán en Madrid buscando el pacto de centroderecha y con Casimiro Curbelo haciendo algo impensable unos meses antes para muchos: entrando por la puerta grande y siendo muy bien recibido por su expartido (el PSOE) en la sede central de la madrileña calle Ferraz. Allí le espera el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, quien no para de insistirle, casi en la obligación moral que tenía de propiciar un pacto de izquierdas, en todo lo que podría conseguir para La Gomera con un gobierno a su favor en Madrid (si es que se confirma o a ver qué pasa si hay nuevas elecciones) y otro en las Islas en la misma línea (argumento poderoso muy esgrimido desde los grupos de izquierdas y situación de la que eran muy conscientes en ASG y en CC) y ofreciéndole todas las facilidades para volver al PSOE o hacer una transición que pudiera vender bien en su isla y el resto del Archipiélago.
La reunión se prolongó casi dos horas y Curbelo salió satisfecho, aunque su dolor y cabreo con algunos socialistas (sobre todo de su isla) aún sigue. Además, comenzaban a mosquearle algunas cuestiones, como los movimientos extraños en Gran Canaria en contra de NC, que no estaban gustando nada a Román Rodríguez y a su gente, con el que mantenía una estrecha relación, casi de varias llamadas diarias. Para Curbelo, y aunque Torres es una bella persona (quizás hasta ingenua de buena, algo en lo que coincide con otros muchos, aunque quizás no es tan así) y alguien en quien confiar, en el PSOE canario aún había (y hay) algunos dirigentes que merecían cualquier cosa menos un acuerdo con su partido (y aún menos garantizarles la vuelta al poder regional y que su buen amigo Clavijo pasara a la oposición sin más). Esto, y su casi irreconciliable relación con dirigentes claves que aún quedaban en el PSOE gomero, pesó en los vaivenes y dudas de última hora de Curbelo, aunque su decisión inicial, sus preferencias de fondo y muchos más pros que contras le acercaban al cambio y a un gobierno progresista presidido por el PSOE y sin ni siquiera vetos a Podemos. El tiempo lo demostró, aunque por el camino, sobre todo el viernes de la tercera semana, pudo haberse confirmado un gobierno de centroderecha.
No obstante, había un escenario a priori menor en el tablero regional, pero que podía pesar en la decisión definitiva de ASG: los pactos pendientes en municipios gomeros como San Sebastián, Hermigua y, sobre todo, Valle Gran Rey. Al final, y demostrando su cercanía a Román y a NC, aunque también influyeron aspectos de relaciones personales entre los candidatos en cada caso (por ejemplo, entre Adasat Reyes y Libertad Ramos en la capital), ASG se aseguró mantener la alcaldía de San Sebastián en un acuerdo con NC (cuando le daba con el único edil de CC) y lo mismo en Hermigua. Esto se confirmó en la tercera semana, pese a los desesperados intentos de CC en la isla por tratar de cerrar un acuerdo con Curbelo en la Villa, al creer que el pacto regional sería de centroderecha y Clavijo continuaría en la presidencia o mandando en la sombra.
Sin embargo, en los primeros días de la segunda semana tras los comicios ya existían indicios y claras preferencias en ASG por estas opciones. La gran incógnita, no obstante, seguía centrada en Valle Gran Rey, cuya alcaldía podía seguir resistiéndose a Curbelo pese a quedarse a un solo edil de la mayoría absoluta con Borja Barroso de candidato. En este caso, y por las malas relaciones con el candidato de NC-Frente Amplio, que procedía de CC (Ángel Piñero), ASG quería un acuerdo con el PSOE y Curbelo no paró de decírselo a Torres y a quien le preguntase.
Sin embargo, no opinaban igual en la agrupación local socialista (que había logrado 2 ediles), que sabía que podían conseguir la Alcaldía junto a los dos concejales de NC-FA y los dos de Sí Se Puede: curiosamente, cuatro partidos de supuesta raíz de izquierdas que copaban el consistorio de la perla sureña de La Gomera, el gran motor económico de la isla. Eso sí, y pese a que se dijo y escribió mucho en sentido contrario, un incumplimiento del PSOE en Valle Gran Rey tampoco le hubiese costado el gobierno a Torres, aunque esto se desarrollará más en la cuarta entrega.
Como dice con asiduidad Curbelo: “Yo no soy un loco”, tampoco para esto. Valle Gran Rey vale mucho y bien hará Torres en cumplir lo comprometido con ASG (ya ha expulsado a sus dos ediles). Pero Canarias es muy grande y su gobierno, presupuesto y poder, mucho más que un municipio de 4.500 habitantes, por mucha asignatura pendiente que sea para un hombre que lo ha sido casi todo en la política gomera y cuya proyección regional ya era innegable.
Mientras, el PP nacional no vetaba inicialmente a Antona la posibilidad de explorar un posible pacto con el PSOE, aunque le dejaba claro que no era su preferencia y más bien le instaba a apostar por CC. En la misma línea, Torres avalaba a sus compañeros en instituciones como el Cabildo tinerfeño, lanzaroteño o palmero para alcanzar acuerdos con el PP. Al final, se confirmó en los dos últimos casos. De hecho, si bien el pacto en la isla de los volcanes se produjo en la tercera semana, CC ya se temía lo peor en Arrecife y la administración de esa isla al notar una clara oposición a Pedro San Ginés y a todo lo que oliera a su partido, que había llevado la presidencia del Cabildo durante muchos años. En Cs, por el contrario, comenzaban las presiones internas y externas y se agudizaban las contradicciones al querer unos favorecer un acuerdo de centroderecha y otros, desbancar por fin a CC, tal y como no disimulaban (más bien por sus silencios, pero con negociaciones en la sombra) sus representantes electos en el Cabildo y capital tinerfeña.
Miércoles 5 de junio. Estos cócteles comenzaban a mezclarse cada vez más. Los grupos de izquierda ya habían elegido a los integrantes de sus equipos negociadores y acordaron verse por primera vez ese viernes en el santacrucero Hotel Escuela. Entre los negociadores del PSOE, destacaba la presencia, y más como portavoz ante la prensa, de Chano Franquis, aunque muchos en NC (y en Podemos y hasta en ASG) ya le temían como el gran urdidor de las operaciones en contra de los nacionalistas de izquierda en Santa Lucía, Telde y, quizás, en el Cabildo grancanario. También estaban Nira Fierro, el secretario de Organización del PSC, el palmero Jorge González (casi expulsado en 2013 por pactar el Cabildo de su isla con el PP), Loly Corujo (presidenta electa del Cabildo conejero y cercana a firmar un rompedor acuerdo con el PP de Astrid Pérez para Arrecife y la Administración insular) y Aarón Afonso, entre otros.
Ese mismo día, Curbelo decía que esperaba a saber los apoyos que tendrían el PSOE y CC y, no dejando de ser totalmente cierto, en ese momento aún creía más probable un pacto de izquierdas. Mientras, CC seguía con sus tácticas en la sombra y no paraban las llamadas con Madrid y con ciertos sectores o dirigentes del PP y Cs canario. Por supuesto, seguían dando por seguro el apoyo de Curbelo.
El jueves 6 fue aprovechado por el PP nacional para dejarle claro a Antona que debía olvidarse de un pacto con el PSOE, por mucho que el líder regional de los conservadores, así como dirigentes como Manuel Domínguez o Emilio Navarro, creyesen que era la mejor opción para avanzar en el terreno sociológico del centroderecha isleño. Sobre todo, en Tenerife, tal y como ellos mismos han hecho en Los Realejos y Santiago del Teide.
Cs, por su parte, volvió a explicitar e intensificar en las Islas su rechazo a Clavijo por su imputación, lo que mantuvo su dirección nacional casi hasta el final, si bien pudo haber cambiado todo si Albert Rivera se hubiese pronunciado el jueves 20, cuando se encontraba en Bruselas. Para dejar clara su posición (aunque fue solo coyuntural y dos semanas después Clavijo decidió echarse a un lado y renunciar, incluso, a estar en el Gobierno), CC recalcó ese día que su candidato a la presidencia seguía siendo el exalcalde de La Laguna, por mucho veto del que presumiera Cs en las Islas y en Madrid.
Por su parte, la izquierda se preparaba para avanzar al máximo en las reuniones del día siguiente en la capital tinerfeña, aunque sectores del PSOE, Podemos y NC dudaban mucho de que Curbelo solo fuera a disimular y que su apuesta real era Clavijo.
Viernes 7 de junio. Llegó el gran día de las primeras reuniones oficiales en busca de un pacto de izquierdas en el Hotel Escuela. A la postre, y aunque no hubo periodistas dentro, fueron las más públicas y explícitas de las muchas que hubo en pro de un nuevo Ejecutivo, a un lado y otro del espectro ideológico.
La primera, y seguramente la más importante, se dio desde las 10 y hasta las 12:30 entre el PSOE y ASG. Estuvo Casimiro y, por supuesto, fue el gran protagonista de todo el día a su salida. Por mucho que insistiera en que casi el 90% de la cita sirvió para analizar la situación general de Canarias, buscar soluciones “regionales” y poner mucho énfasis en lo social y en los más necesitados, su afirmación de que los socialistas le habían aceptado todo fue lo que abrió la mayoría de periódicos al día siguiente (si bien en algunos pesó el hecho de que Cs diese carta libre para el cambio en Santa Cruz de Tenerife, aunque luego expulsó a sus dos ediles por cumplir precisamente eso que tanto prometieron en campaña). Como se esperaba, el PSOE le había aceptado a Curbelo lo del grupo de 3 diputados, dejar sin tocar la ley de Islas Verdes, casi intocable la del Suelo y sus exigencias sobre su papel preponderante en sectores como el turístico. Inicialmente, reconoció que pidió que su partido llevara Promotur, aunque, al final, se hizo con la consejería de Turismo, así como con la de Industria y Comercio.
El segundo grupo con el que se reunió esa mañana el PSOE fue NC, cada minuto más mosqueada con lo que estaba pasando con los socialistas en Telde, que se negaban a pactar con la alcaldesa y nueva diputada regional (para complicar aún más las cosas), Carmen Hernández, así como con las intenciones en Santa Lucía de liderar una coalición que llevara a NC a la oposición tras 40 años. Una cifra que, a priori, justificaba de sobra un movimiento así. Tanto, que la concejala de Podemos aceptó, incluso, ser expulsada (en la tercera semana) por su partido en pro de ese cambio porque la formación de Noemí Santana era plenamente consciente de que el mosqueo de NC no solo era real y profundo, sino que podía abortar un cambio por el que casi salivaban.
Por los de Rodríguez, que no acudió al Hotel Escuela pero que estaba muy pendiente del teléfono y habló enseguida con sus compañeros a la salida de la cita, estuvieron presentes, entre otros, el histórico dirigente Carmelo Ramírez (precisamente de Santa Lucía y que ejerció de portavoz), así como el diputado electo Luis Alberto Campos, Esther González y el ahora viceconsejero de Hacienda y asesor de cabecera de Rodríguez, Fermín Delgado.
Curiosamente, y pese a las dudas con esos municipios grancanarios claves, la delegación de NC salió muy satisfecha de la reunión, con la convicción de que el escollo de Curbelo se había salvado (o estaba muy encaminado, si bien Román siguió creyendo que era su plan B) y que se estaba muy cerca de un cambio que consideraban tan histórico como imprescindible. Eso sí, por fuera del hotel, algunos admitían a periódicos como El Día que lo mejor que le podía pasar a ese pacto progresista regional es que se concretara y firmara antes de que la constitución de los ayuntamientos o los acuerdos previos en ciertos municipios no les obligasen a replantearse a fondo su colaboración o cualquier acercamiento al PSOE.
Ya por la tarde, la tercera reunión ratificó las sensaciones y conclusiones de la mañana. Sí Podemos, que había desplazado a, entre otros, Santana, Juan Márquez, Manuel Marrero y Paco Déniz, se mostraba igual de optimista. Además, no escondían su sorpresa con la actitud de Curbelo y ASG, su insistencia en anteponer lo social y la visión regional, así como la generosidad que estaba mostrando el PSOE y lo cercano que veían un pacto para echar a CC de una vez y para apostar por otras políticas. Tanto, que ya daban por hecho acuerdos sobre la renta ciudadana, el rechazo al gas y un gobierno de izquierdas con ellos participando (dejaron claro desde el principio su preferencia por llevar Servicios Sociales) y sin que ASG les vetase. De hecho, ese mismo día Curbelo lo había vuelto a remarcar por la mañana, frente a las muchas voces que habían puesto en su boca lo que nunca dijo ni pensó, aunque veía difícil alcanzar algunos acuerdos sobre materias sensibles. Eso sí, siempre le puso perspectiva y sabía que habría flexibilidad suficiente entre las distintas partes si de verdad se quería un cambio histórico.
Estas sensaciones tan positivas, por supuesto, no pasaron inadvertidas para CC y el PP. De hecho, y temiendo quedarse fuera, Antona le suplicó al PSOE verse de nuevo el lunes siguiente (lo que se produjo), aunque los nacionalistas seguían con su piñón fijo en Madrid. Eran conscientes de que el creciente malestar en NC por las maniobras o intenciones del PSOE en administraciones claves de Gran Canaria era una sorprendente baza a su favor, ya que, si NC giraba y no apoyaba al PSOE (aunque solo fuese absteniéndose), ASG también giraría en busca de no quedarse fuera del pacto más probable entonces: el de centroderecha.
Por supuesto, hubo quien dejó caer, insinuó o intentó débilmente un acuerdo con el PSOE desde los nacionalistas, bien en Madrid o aquí, por si cuajaba el pacto de izquierdas. Sin embargo, ni fue una propuesta con sustancia y en serio ni el PSOE canario ni tampoco el estatal, por mucho que se dijera, se lo plantearon en algún momento. Sí que hubo algún sector, como el de Franquis, que lo barajó o, al menos, no lo descartó como alternativa. La mayoría, no obstante, lo rechazaba de plano y, en su caso, prefería a muerte ir con el PP a volver a los brazos de CC; si bien confiaban en el acuerdo progresista y en que lo de Gran Canaria se encauzara. Entre las dirigentes más convencidas de esta línea, sin duda, se encontraba Patricia Hernández, quien se lo dejó bastante claro a Torres por si había alguna tentación y quien negó por activa y pasiva cualquier posibilidad en esa onda en Santa Cruz.
Sábado 8 de junio. Las reuniones en el Hotel Escuela parecían acercar mucho un pacto de izquierdas, pero algo se torció este fin de semana. Los socialistas en Telde y Santa Lucía preparaban un pacto alternativo que les diera estas alcaldías y, por tanto, alejara al máximo a NC, que no estaba dispuesta a hacer presidente a alguien que dirigía un PSOE con familias internas que no le obedecían y que hería de esa forma, casi de muerte, a un socio de gobierno.
Además, crecía la sensación de que los sectores internos entre los socialistas canarios no podían evitar sus guerras y que, en el fondo, era un partido sin dirección o con un Torres muy endeble, nada que ver con la etapa de Saavedra, Juan Carlos Alemán y hasta Juan Fernando López Aguilar, por corta que fuera. Es más, hasta se pensó, en NC, Sí Podemos y ASG, que el PSOE iba a morir por exceso de ambición en las Islas, por simple avaricia, por querer abarcar más poder que nunca. O que todo obedecía a un equivocadísimo, presuntuoso y, más bien, prepotente cálculo de la teoría de juegos por el que NC jamás renunciaría a un gobierno de izquierdas, por mucho que le arrebatasen la Alcaldía de Telde y Santa Lucía e, incluso, el Cabildo grancanario. Se equivocaban de pleno los que pensaron así y los riesgos fueron más que simples amenazas de mal jugador de cartas: NC no haría presidente a Torres si se confirmaban lo que consideraban auténticas traiciones con alcaldes socialistas en Telde y, sobre todo, Santa Lucía.
Ese sábado, además, se cerró con un anuncio sorpresa que venía desde Tacoronte, ese municipio tinerfeño de unos 25.000 habitantes que llevaba varios mandatos con gran inestabilidad. Por primera vez desde 1995, fraguaba un gobierno de izquierdas (hasta ese año hubo mayorías absolutas del PSOE), pero tenía riesgos. En teoría, era bueno para atraer de nuevo a NC, ya que haría alcalde (durante 2 años) a alguien de su partido (José Daniel Díaz) por primera vez en Tenerife, junto al PSOE y Sí Podemos.
Sin embargo, el socialista Carlos Medina, que en su día se mantuvo fiel al PSOE -pese a que todo su grupo (4 ediles) prefirió hacer una censura a Alvaro Dávila (CC) sin el aval regional-, desobedecía así al secretario insular del PSOE, Pedro Martín, que instaba internamente a darle la Alcaldía a Cs (que había ganado con una exedil de CC, con 6 ediles, por 5 del PSOE) para no poner en peligro la censura en el Cabildo. Y, de paso, tampoco perjudicar la operación en la capital tinerfeña, ya bastante avanzada y asentada en la sombra, con IU de cómplice y pegamento.
Al final, se demostró que Tacoronte no impidió esos otros cambios, pero ese mismo domingo 9 de junio la dirección socialista insular y la regional, con llamadas, obligaban a Medina a dar marcha atrás y retomar la negociación con Cs. Los intereses del PSOE, por tanto, comenzaban a estar en peligro.
Así se entró en la tercera semana. Sin duda la más decisiva, aunque no definitiva, por lo sucedido, sobre todo, del miércoles al viernes; con especial incidencia de las últimas 24 horas antes de que, en la mañana del sábado 15 de junio, tomaran posesión los ayuntamientos.