Opinión

Los secretos jamás contados del pacto en Canarias (IV): El PSOE casi se suicida

Los secretos jamás contados del pacto en Canarias

La tercera y decisiva semana, aunque no definitiva, se inició el lunes 10 de junio con un optimismo casi ingenuo entre gran parte de la izquierda. Ya se conocía el enojo que causó en la dirección del PSOE tinerfeño el pacto en Tacoronte con NC y Sí Podemos, dejando fuera a Cs, por sus posibles efectos en la censura en el Cabildo o Santa Cruz. No obstante, el verdadero agujero, casi negro y suicida, para un pacto regional progresista, se había abierto casi desde el 26M en Telde y, sobre todo, en Santa Lucía.

Además, se intensificaba la incertidumbre generada por Luis Ibarra sobre si pactaría con Antonio Morales (NC) para mantenerle como presidente grancanario, aunque muy al final sí ha aceptado cogobernar con él y Podemos y evitar (al menos de momento) una censura junto al PP y otros. El monumental cabreo de NC por la intención del PSOE de lograr las alcaldías de Telde y Santa Lucía casi les lleva a renegar de un pacto con Torres, por mucho que lo mantuvieran en ciudades claves como Las Palmas porque sí confiaban en Augusto Hidalgo. No lo hacían en Chano Franquis y, aunque tampoco coparticiparían en un gobierno de centroderecha, podrían, incluso, abstenerse si el PSOE no rectificaba.

Esa marcha atrás llegó, sobre todo, en la mañana del viernes 14, pero pudo haber sido demasiado y trágicamente tarde. En la noche del jueves, y viendo el desastre en que había convertido la negociación una parte del PSOE, la asamblea de ASG decide, por unanimidad, apostar por un acuerdo con CC, PP y Cs. De darse esta opción, Curbelo prefería, por supuesto, a Clavijo de presidente y recelaba de que lo fuese Antona (al que se lo ofrece CC el miércoles), aunque ya lo veía como un mal menor si ASG participaba.

CC había llegado a este punto para no quedarse fuera: Clavijo cedería la Presidencia, pero mantendría un peso estelar, llevaría Hacienda y dejaría al PP, como máximo, 3 consejerías. Sabía que le apoyaba el PP nacional y esperaba un giro general en Canarias en favor de CC (Lanzarote incluida y hasta, quizás en unos meses, ¡La Laguna!), pero no contaba ni con el tajante rechazo de Antona a ser un presidente títere ni con que Cs le mantuviera su veto, no ya como presidente, sino como miembro del gobierno. Esto reactivó las opciones de la izquierda y el sábado de constitución de los ayuntamientos, con bombas como la de Santa Cruz, solo anticipó los profundos cambios que cuajarían. Es más, Curbelo ya supo el viernes que habría censura contra CC en Fuerteventura, Tenerife y La Palma.

La izquierda, por tanto, volvía a respirar, aunque no estaba todo cerrado, ni mucho menos: CC recurriría, de nuevo, a Madrid.      

En la tercera semana pasó casi de todo y el signo del pacto y futuro gobierno fluctuó varias veces. Pese a las buenas sensaciones que habían dejado en la izquierdas las reuniones del viernes previo en el Hotel Escuela, lo que estaba pasando en Santa Lucía y Telde, sobre todo, aunque también se aludía a Arucas, Pájara y otros municipios que dividían a PSOE y NC, comenzó a pintar un panorama sombrío para un acuerdo progresista con Torres de presidente.

Ese lunes 10 de junio, sin embargo, se abrió con una nueva reunión del candidato socialista con Asier Antona y Vidina Espino. Al verse desplazado el viernes, Antona se la pidió expresamente porque aún creía posible un pacto con los socialistas en el Gobierno regional y otras administraciones que evitara, por ejemplo, que Podemos (incluso una NC que apostaba por una renta básica, subida de impuestos a las capas más altas y una ecotasa) accediese al poder regional y lograr un Ejecutivo más centrado, pero enviando a CC a la oposición tras 32 años. Confiaba en eso pese a que era perfectamente consciente de todas las gestiones que estaba haciendo Clavijo para llegar a un acuerdo global con el PP estatal que incluyera a Cs y ASG.

Cs, por su parte, no veía con malos ojos un pacto con el PSOE, a ser posible con el PP, o uno en el que no estuviera Podemos, aunque era la opción menos predilecta y, además, pronto parecía diluirse. Tan pronto que, durante esa misma tarde noche del lunes y para sorpresa general, las direcciones regionales de ambos partidos se reúnen en Las Palmas y anuncian (con Australia Navarro y sin Antona) que irían de la mano en todos los pactos posibles. Se especulaba ya con que CC le iba a hacer una gran oferta al PP (que incluía la Presidencia) para evitar el pacto de izquierdas porque los nacionalistas seguían dando por hecho el apoyo de Curbelo, incluso en esas circunstancias. De hecho, esto tardó poco en confirmarse. Además, ya en CC sabían que el mosqueo de NC con el PSOE por el Cabildo grancanario y varios municipios estaba pasando a niveles de incendio y podía hacer girar a buena parte de NC, que Curbelo ya no tuviera muchas dudas y hasta propiciar un acuerdo CC-PP-NC, que también sumaban, con la reunificación nacionalista como meta a medio plazo.

Con todo esto en el contexto, la intensa actividad de ese lunes tuvo muchos frentes, como si se tratara justamente de un gran incendio. A pequeña escala, CC y Cs anunciaban por la tarde un acuerdo en Icod de los Vinos, donde a Francis González (CC), que había sido expulsado de la Alcaldía dos años antes con un pacto entre la izquierda (Somos Icodenses-NC y parte del PSOE), el PP y el único edil de Cs, le bastaba con ese mismo concejal “centrista” para alcanzar los 11 de la mayoría absoluta. El PSOE icodense intentó desbaratar este pacto desde este día haciendo retroceder a Cs con la excusa de Santa Cruz y el Cabildo tinerfeño y, durante ciertos momentos de esta semana, albergaron esperanzas reales de lograrlo. Finalmente ese acuerdo se confirmó el sábado de la toma de posesión de los consistorios. Además, el pacto de izquierdas en La Laguna lanzaba guiños a Cs y PP para tratar de aislar aún más a CC, pero lo verdaderamente importante para el acuerdo regional se estaba produciendo en Telde y, sobre todo, en Santa Lucía.

En el PSOE ya comenzaba a haber voces preocupadas con las advertencias que lanzaban desde NC sobre las consecuencias de que los socialistas les arrebataran estas alcaldías. Es cierto que, sobre el caso de Telde, una de las cuatro ciudades más pobladas de Canarias, en NC sabían que la reconciliación para un pacto con el PSOE (pues juntos tenían una mayoría absoluta holgada) era muy difícil porque la alcaldesa (y ahora también diputada regional, ahí es nada), Carmen Hernández, había expulsado a los socialistas del gobierno local a mitad del mandato. Esto hizo que el candidato socialista, Alejando Ramos (6 ediles), tuviera claro desde la precampaña que buscaría cualquier alternativa menos un acuerdo con NC (8 ediles). De hecho, y en una asamblea bastante clarividente, el 98% de los afiliados y simpatizantes que participaron de la agrupación local socialista votó a favor de convertirlo en alcalde tras su pacto previo con el PP (2 actas), Ciuca (3) y CC (4): toda una bomba en la línea de flotación de la negociación regional.

Algunos en NC podían entender, hasta cierto punto, esta venganza, pero creían que había alternativas para recuperar el pacto de 2015 con los socialistas, buscando salidas a los dirigentes irreconciliables en otras administraciones con un acuerdo global. A otros, por el contrario, ya les podía la cólera contra el PSOE porque lo entendían como un ataque frontal, sin que el contraargumento de Pájara, Antigua u otros municipios les sirviese de mucho. No obstante, lo peor estaba en Santa Lucía, en el principal referente de la izquierda nacionalista en Gran Canaria, que ya fue gobernada desde 1979 por plataformas vecinales o el Partido Comunista que luego confluirían en Ican, un breve tiempo en CC y finalmente en NC.

También es cierto que el PSOE y NC no sumaban mayoría absoluta en Santa Lucía. NC, con la alcaldesa Dunia Santana (mujer del diputado regional Luis Alberto Campos, lo que aun complicaba más el apoyo en el Parlamento) había bajado a 8 representantes (a 5 de la mayoría absoluta) y al socialista Julio Ojeda le bastaba con sus 5 actas, las 5 de AVST, las 2 del PP y la que tenía Podemos. Eso sí, al conocer las intenciones de su única concejal, Beatriz Medina, de pactar en contra de NC y perjudicar así un gobierno regional de izquierdas, la formación violeta la expulsó, pero esto se produjo el jueves, no ese mismo lunes. Mientras, la asamblea del PSOE local también ratificó de forma aplastante ese acuerdo y tampoco estaba dispuesta a dar marcha atrás, por mucho comunicado o amenazas de expulsión que se produjeran luego.

La cosa pintaba cada vez peor para la izquierda, por muchas gestiones de reconciliación que comenzasen a hacer gente de Podemos (como Juan Márquez) y algunos socialistas. El profundo enojo en NC era palpable y creciente, pues no se entendía que se buscasen alcaldías en contra de un socio clave (el segundo con más diputados entre los grupos de izquierda) para un acuerdo en el Parlamento, aparte de que Luis Ibarra y el PSOE grancanario seguían dando a entender que no estaban muy por la labor de renovar el pacto con Antonio Morales en el Cabildo. Algunos miembros de NC, incluso, pensaron en una rápida reconciliación con CC para, aunque fuese a medio plazo y tras abstenerse en la investidura, tratar de cogobernar las Islas tras una eventual crisis del centroderecha o directamente en un pacto con el PP.

Martes 11 de junio

Así las cosas, se llega al martes con los periódicos dando cuenta de cómo estaba torciéndose el pacto progresista por esas maniobras, sobre todo, en Gran Canaria. Este día, incluso, sectores de NC barajaban hasta romper el acuerdo en la capital grancanaria, aunque también es verdad que, en todo momento, Pedro Quevedo dejó claro (sobre todo en la tarde del miércoles) que eso no se produciría, que el pacto con el PSOE y Podemos seguiría adelante y que, como no paraba de decir también Antonio Morales, lo ideal es que se extendiera ese ejemplo a escala regional y allá donde fuera posible. De hecho, entre algunos negociadores socialistas para el pacto en Canarias la figura de Morales y, en menor medida, del propio Quevedo se realzaban como la gran esperanza para evitar una ruptura ante los Carmelo Ramírez y otros, mucho más proclives a romper con el PSOE si seguían primando las tesis de Franquis y de los que pensaban que, pasara lo que pasara en los municipios, NC no impediría un pacto de izquierdas.

Insisto en que aún se equivocan los que piensan así. Es más, en el PSOE tinerfeño y de otras islas comenzaba a haber un profundo enojo con parte de la formación en Gran Canaria. No se entendía lo que estaba ocurriendo. Se creía que Torres era víctima de una monumental cama de su, otrora, padre político (Franquis) y se advertía seriamente de que, por un exceso de ambición de poder y por tratar de lograr más alcaldías que incluso en 1983, pudiesen acabar perdiéndolo casi todo. Un riesgo que fue muy, pero que muy real: de hecho, muchos pensaban que, por sus guerras internas, se estaban suicidando y que, de quedarse de nuevo fuera del poder regional, no volverían a levantar cabeza en las Islas y sus apoyos electorales languidecerían hasta convertirles en un partido bastante menos central, casi más bien camino de lo residual.

Pese a estos evidentes riesgos, tanto en Telde como en Santa Lucía las agrupaciones socialistas locales se ratificaban en sus pactos alternativos a NC. El secretario regional del PSOE, Jorge González, sí intervino en la tarde de ese martes con un comunicado en el que exhortaba a los socialistas de Santa Lucía a dar marcha atrás, aunque otros sectores reiteraban que no les daba con los ediles de NC y PSC para evitar que Dunia Santana perdiera la Alcaldía (lo que al final se confirmó con el PSOE votando en blanco).

Sin embargo, la amenaza de expulsión le importó poco en aquella tarde noche y así se llegó al viernes por la mañana, que fue cuando tuvo que intervenir con intensidad Torres para evitar la agresión a NC, por mucha alcaldía que obtuviese por primera vez el PSOE en este municipio clave del sur. En contraste, ese martes González no intervino en Telde y parecía que, por lo ocurrido con la expulsión de Alejandro Ramos del gobierno local, se daba por justificada la jugada, aunque esto también cambió el viernes.

Al mismo tiempo, el equipo negociador del PSOE trataba de aislar lo que ocurría en los pactos locales del que se buscaba para el Gobierno regional. Primaba así la tesis de que la constitución de los consistorios es una especie de guerra impredecible, en la que se dan muchas traiciones y sorpresas de última hora. Al final, hay que hacer balance de altas y bajas y analizar el panorama general que ha quedado para la siguiente batalla en otras instituciones superiores, dado que los ayuntamientos son los primeros en los que se elige a sus mandatarios.

Sin embargo, NC, con Román Rodríguez bastante desbordado entre los que querían en su partido romper con el PSOE y los que trataban a fondo de reconciliar posturas, se negaba a aceptar esa negociación compartimentada y quería ligar sí o sí lo de Santa Lucía y Telde al pacto global, sin olvidar el Cabildo grancanario. En Fuerteventura, por el contrario, estos vientos huracanados y en contra de la izquierda no parecían abortar el pacto en la capital para echar a CC (con NC-AMF, Podemos y Cs) ni tampoco el acuerdo verbalizado, pero también avanzado y finalmente confirmado, entre el socialista Blas Acosta, NC y Podemos para censurar a CC en el Cabildo, que acabó produciéndose el 8 de julio.

En otras coordenadas, y si bien en la sombra, estos primeros días de la tercera semana y, en especial, ese martes, fueron claves para cerrar los flecos del gran golpe que daría el PSOE el sábado con las alcaldías: Santa Cruz de Tenerife, en manos de CC, ATI o los dirigentes de UCD que propiciaron esos partidos desde 1979. El pacto con Cs (que ya se sabía, en algunos ámbitos, que llevaría Urbanismo, la Sociedad de Desarrollo, Cultura y Patrimonio) contaba con documentos muy avanzados y otros ya firmados, con total conocimiento de Unidas Podemos y con su portavoz, Ramón Trujillo (quizás de los dirigentes más preparados de IU en las últimas décadas en las Islas), haciendo de pegamento y garantizando el apoyo exterior de sus tres ediles. Apoyo, no solo a esa toma de posesión de Patricia Hernández, sino al gobierno resultante en el principal feudo de ATI: en su verdadero corazón, algo casi más doloroso para el núcleo duro de CC que perder el Cabildo tinerfeño, como también acabaron perdiendo aunque aún se pellizquen algunos para creérselo.

Lo del golpe en la capital chicharrera, si bien muchos seguían dándolo por imposible y aludían a ciertas intervenciones de Cs a escala insular y regional, salía de vez en cuando en las reuniones a otras escalas, pero la pelota seguía en otro tejado para un pacto progresista: NC abortaría cualquier acuerdo con el PSOE si no renunciaban a las alcaldías de Santa Lucía y Telde en detrimento de sus intereses.

Mientras, y dado que Antona seguía abierto a pactar con el PSOE, desde Génova se explicitaba aún más su malestar con que no tuviera clara la hoja de ruta en favor de CC. Sin embargo, los nacionalistas estaban preparando, siempre en el núcleo más duro y con Clavijo como principal cabeza pensante, una oferta que creían irresistible para los conservadores canarios. Sus contactos con Pablo Casado y Teodoro García Egea (secretario general) eran constantes y, encima, contaba con el apoyo del sector más afín al presidente nacional del PP general en las Islas, que aún manejaba en la sombra José Manuel Soria, con Australia Navarro y otros detrás, sobre todo en Gran Canaria. Un Soria que, por cierto, se desvivió porque Casado venciera a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias de julio de 2018.

Miércoles, 12 de junio

El miércoles 12 se sustancia esa oferta de CC al PP de Antona. Aunque algunos seguían sin creérselo, Clavijo estaba dispuesto a ceder la Presidencia al líder conservador si así se garantizaba su continuidad en el poder, se daba un papel preponderante a CC en ese Ejecutivo de centroderecha, se aseguraba el apoyo de Cs y, por supuesto, consideraba asegurado el de ASG aunque él no fuera el presidente, lo que nunca contempló del todo Curbelo, por mucho que algunos sigan negándolo.

Además, y según había negociado el líder de CC con García Egea, ese acuerdo debía revertir los pactos del PSOE con el PP en Mazo, Garafía, Arucas o Artenara, entre otros, así como garantizar cabildos como el de Lanzarote mediante una censura a Loly Corujo (PSOE que había ganado), garantizar la Alcaldía de Arrecife para CC y otros gobierno en peligro para los nacionalistas. García Egea tenía previsto reunirse al día siguiente con Antona y los presidentes insulares del PP en Madrid y parecía que el pacto de centroderecha cobraba una inesperada fuerza un par de días antes, porque el PSOE seguía alejando a NC y Curbelo cada vez dudaba más y creía que la balanza se declinaba en favor de la derecha.

De hecho, ese miércoles se vio con Vidina Espino (Cs) y comprobó que la opción del centroderecha tenía cada vez más posibilidades de cuajar, bien con Antona o con Navarro en la presidencia. Clavijo le informaba con asiduidad y bastante detalle de los avances y, además, Román le transmitía el creciente enojo y alejamiento de NC del PSOE por lo de Telde, Santa Lucía y el Cabildo grancanario. Asimismo, seguía sin ver firmeza suficiente en Torres respecto a los dirigentes del PSOE gomero, por mucho que el secretario regional, en videoconferencias, les echara broncas y tratara de allanar el camino para atraer a Curbelo y al resto de ASG.

Aún quedaba aclarar el panorama en Valle Gran Rey, Hermigua y San Sebastián y, si bien estas situaciones locales no serían determinantes en el pacto regional, en ese momento, con aquel panorama e incertidumbres en torno al PSOE, así como con una alternativa de centroderecha que parecía cada vez más potente y viable, Curbelo comenzó a virar bastante.

Su corazoncito le seguía diciendo que era el momento de un cambio y trataría de remar en esa dirección, pero su gran vínculo con Clavijo también le estaba atrayendo hacia el otro lado. Fue el momento, junto con la tarde, noche, madrugada y mañana, curiosamente, del miércoles al jueves 20 de junio, cuando se da el anuncio final del pacto de izquierdas, en el que le vi más defraudado, cansado y crítico con buena parte del PSOE canario. En más de una ocasión, hasta se le escapaban los tacos al referirse a algunos en concreto o al presentar, en general, al partido y cómo funcionaba a distintas escalas en las Islas y hasta desde Madrid. Creía, de verdad, que le estaban haciendo una clamorosa cama a Torres y, aunque cada vez le cogía más estima y casi le daba pena, pensaba que no podía gobernar su partido y que, por tanto, tampoco lo podría hacer con Canarias.

Además, los dirigentes del PSOE en La Gomera, en su mayoría, preferían un pacto con el PP y no lo disimulaban mucho, por más que Torres les abroncara. Para más inri, Cs le insistía por teléfono en que el pacto sería de centroderecha y que el presidente procedería del PP. No es que a Curbelo le entusiasmara esa idea. Al contrario, sabía que le costaría explicarlo a los suyos y que muchos votantes y hasta dirigentes de ASG acabarían yéndose del partido si hacían presidente a alguien de derechas, pero es que, al menos en esas horas, la otra alternativa la creía mucho más endeble por las grietas en el PSOE y por lo mal que estaba llevando la negociación.

Tampoco le hacía mucha gracia que, como alternativa a Antona, un sector del PP apostara con fuerza por Australia Navarro, pero solo sentía impotencia y, eso sí, no podía permitirse quedarse fuera del Gobierno. Es más, sostengo que llegó a puntos en los que le daban ganas de dejarlo todo porque sintió hasta asco de lo que estaba comprobando y de lo que le transmitían algunos actores clave. Sin embargo, siguió expectante y sabía que, pasara lo que pasara, y como resultó desde la noche electoral, él seguía teniendo la llave. Al menos, una de las principales.

Al día siguiente, su asamblea, tras una reunión de horas, giró sobre lo que era la preferencia general en ASG y respaldó buscar un pacto con CC, PP y Cs, que Clavijo quería cerrar ese viernes en la sede grancanaria de Presidencia, justo antes de la constitución de los ayuntamientos y con el fin, además, de minar la moral de los socialistas. Sin embargo, las cosas pasarían de forma bastante opuesta, aunque aún quedaban muchas horas para eso.

Ese miércoles, además, los socialistas de Santa Lucía seguían en su rebeldía frente a las exigencias de la Ejecutiva regional, si bien hubo una significativa renuncia entre los concejales electos. Carmelo León abandonaba porque no compartía precisamente el acuerdo para llegar a la Alcaldía por sus consecuencias en el resto del tablero regional, entre otras cosas. En Telde, todo apuntaba a un pacto que hiciera a Alejandro Ramos (PSOE) alcalde junto a, entre otros, PP y CC. En Tacoronte, y bastante desconcertado, Carlos Medina trataba de renegociar con Cs, pero flipaba con las estrategias y peticiones de su candidata, Virginia Bacallado. Aunque, en el fondo, su intención fue siempre mantener el pacto que había alcanzado con José Daniel Díaz (NC) y Sí Podemos, tal y como se ratificó y reconoció ese sábado. Pedro Quevedo y Augusto Hidalgo, frente a la creciente crisis entre NC y PSOE, dejaban claro que mantendrían su acuerdo en Las Palmas y, en definitiva, CC se frotaba las manos porque pensaba que, aunque de forma más rocambolesca que en otras ocasiones, mantendría el poder y volvería a frustrar al PSOE, en este caso por pecar de exceso de ambición y jugar mal sus cartas.

Jueves, 13 de junio

El jueves 13 de junio Curbelo creía que la balanza se había declinado a favor del centroderecha. Algunos medios aseguraban que Antona estaba muy cerca de lograr, un poco de carambola, la Presidencia por una supuesta generosidad de Clavijo para con su partido, aunque, en realidad, era de las pocas opciones que tenía y la última la quemó una semana después al asegurar que estaba dispuesto a no entrar en el gobierno. La estupefacción, el pesimismo y el cabreo en sectores del PSOE iban en aumento por minutos al comprobar que lo de Telde y Santa Lucía, así como lo alejadas que estaban las posturas en el Cabildo grancanario, estaba minando un pacto de izquierdas. Por más que el sector de Franquis siguiera pensando que obraban bien en pro de sus compañeros en esas instituciones y que NC solo lanzaba bulos, faroles, exageraba y trataba de sacar mejor partida en la negociación. Pero no, NC no haría presidente a Torres si no rectificaban en esos municipios grancanarios y, aunque el mosqueo, la desconfianza y las energías perdidas ya las entendían como un clamoroso error, esperaban que se diera ese gesto.

Sin embargo, y por si acaso, ese jueves se cierra en Gran Canaria con un acuerdo de última hora de NC con CC para repartirse la Alcaldía durante dos años cada uno sin que llegase una rectificación del PSOE local y con el apoyo del edil de Más por Telde, Juan Francisco Artiles. En una jugada auspiciada también a escala regional por Barragán y Clavijo, que creían que estaban agrietando aún más cualquier pacto de izquierdas, CC rompía así su acuerdo previo con el PSOE teldense. Por el contrario, mantenía su pacto con los socialistas en San Bartolomé de Tirajana para echar al PP en un claro ejemplo de que la política canaria ha sido casi siempre un sudoku, aunque más en esta ocasión.

Aunque la izquierda vivía horas de zozobra porque parecía que volvería a perder una oportunidad histórica (primero, porque no gobernaba junta desde 1985-1987 y el PSOE en solitario desde 1983-1985 y segundo, porque CC se acercaba a seguir en el poder cuando más difícil lo tenía para depresión de muchos). A finales de estos días se fueron confirmando situaciones no muy edificantes para los nacionalistas.

Por ejemplo, en El Hierro, donde el poder gigantesco y casi continuado del que había disfrutado AHI-CC, se desplomó por completo. En esas horas aún tenía pequeñas opciones de cogobernar en el Cabildo, pero, para eso, tenía que renunciar Belén Allende y pactar una censura al socialista Alpidio Armas, que había ganado en votos, si bien empatando a 4 consejeros con la nueva Agrupación de Electores encabezada por el aún diputado regional de AHI-CC David Cabrera.

Cabrera, como otros integrantes de AHI y, sobre todo, los fundadores que quedaban bajo el liderazgo de Tomás Padrón, llevaban tiempo con enormes diferencias con Allende. De hecho, a principios de 2019 esos fundadores elaboraron y difundieron una carta ultracrítica con Allende en la que no solo le reprochaban el desprecio y ninguneo que sentían por parte de su dirección, sino el alejamiento de los principios fundadores de AHI en 1979. Con Allende de candidata, tras ser impulsada en su momento por Padrón, el partido ya había perdido el Cabildo (pese a ganar en votos y consejeros) en septiembre de 2011 por una censura del PSOE y PP que, curiosamente y como en La Palma, le costó un expediente de expulsión a Armas que tampoco fraguó nunca del todo.

En esta ocasión, AHI bajó a la tercera posición con solo 3 representantes. Armas no tuvo ninguna prisa para cerrar el acuerdo, pero, después de cerrarse el pacto regional, acabó firmando con Cabrera, que seguía esperando la marcha de Allende para intentar reconciliarse con sus excompañeros (si bien avisó de que, de retrasarse mucho, podría ser irreversible). Pocos días después de ese acuerdo, y aunque ya hubo peticiones a Allende de dirigentes como Pablo Rodríguez, exsenador y candidato en La Frontera, para que abandonara, la presidenta del partido renunciaba de forma “irrevocable”.

Un mes antes del 26M, AHI ya había perdido su acta al Senado, lo que no se daba desde 1986-89, en favor del PSOE, que le sacó un millar de votos con una exintegrante de los nacionalistas: la exgerente del hospital insular Esther Carmona. No obstante, el panorama era aún más sombrío para AHI-CC porque, a su insignificancia en El Pinar, municipio que volvía a tener mayoría absoluta del PSOE (como ha ocurrido desde su constitución y separación de La Frontera), se unía el pacto en Valverde entre los socialistas y NC-FA. Es decir, los de Román Rodríguez, un partido visto por muchos en la provincia tinerfeña como insularista y favorecedor solo de Gran Canaria, cogobernaban ya en la capital herreña mientras que AHI no lo haría en ninguna institución de la isla y había perdido su puesto en el Senado, la única voz electa de CC en esa Cámara en la legislatura anterior.

En La Frontera, por su parte, el PSOE se acercó mucho a la mayoría absoluta tras presentar una censura en 2016 a Melissa Armas (AHI-CC) en 2016 junto a Unión Frontera. En esta ocasión, sin embargo, rompió con UF y se apoyó en el único edil del PP, lo que también era un pellizco a un pacto regional entre CC y PP. Por cierto, Melissa Armas ya no está en AHI-CC, sino que es consejera insular de la formación de Cabrera.

En La Gomera, por su parte, ASG cerraba un acuerdo con NC en la capital (otro hito para los de Rodríguez) y en Hermigua, mientras que en Valle Gran Rey seguía la incertidumbre. Por el contrario, los giros que exigía CC y apoyaba el PP nacional, respecto a los pactos ya alcanzados con el PSOE para propiciar una presidencia para Antona (o Navarro), no llegaban, aunque es verdad que había aún tiempo y que en la constitución de los ayuntamientos se dan sorpresas de pocos minutos antes.

Mientras, ese jueves se multiplicaron las reuniones y llamadas para buscar un pacto regional. El equipo negociador del PSOE lo intentó todo, pero crecía el nerviosismo y pesimismo porque muchos sabían que la cosa pintaba cada vez peor y porque, por ejemplo, sus compañeros en Telde habían convocado una rueda de prensa para las 12:00 del día siguiente con el fin de presentar el pacto de gobierno local junto al PP, CC-Juntos por Telde y Ciuca.

Podemos trataba de arreglar la situación, pero sentía más bien impotencia y muchos integrantes de esta formación volvieron a creer que lo de Curbelo de la semana anterior era solo apariencia y que seguía apostando más por Clavijo y el centroderecha. No era verdad, pero en esas horas sí que creía que era la opción más asentada. El presidente regional convocó a la mañana siguiente, en Presidencia regional de Gran Canaria y sobre el mediodía, a todos los partidos, menos al PSOE y Sí Podemos, si bien Curbelo también tenía previsto verse antes con Román Rodríguez y Ángel Víctor Torres en Las Palmas, lo que concibió como la última pero tibia oportunidad para un pacto progresista. Según su información en la noche-madrugada de ese jueves, el pacto de centroderecha se concretaría por la tarde y se firmaría por la noche, en torno a las 9 y con la presencia de líderes nacionales del PP. Pero se equivocó.

Viernes, 14 de junio

Fue, sin duda, la jornada más decisiva, aunque no definitiva, de estas 4 semanas. Gran parte de la izquierda amaneció deprimida por lo que estaba pasando. Incluso los más optimistas en el PSOE tinerfeño respecto al pacto regional, no así sobre la censura en el Cabildo de Tenerife, reconocían amargados que no entendían lo que ocurría y lo achacaban todo directamente a Franquis y a su empeño por acaparar el máximo poder en Gran Canaria, aparte de que creían que a Torres le podía la situación.

Las primeras horas de esa mañana fueron de locos. Juan Márquez, en especial, aunque también otros dirigentes de Sí Podemos, se empleó al máximo para mediar y evitar los devastadores incendios de Santa Lucía y Telde, así como en el Cabildo grancanario. Algunos de los negociadores del PSOE habían caído en la depresión y solo confiaban en que dirigentes de NC, como Antonio Morales (y también Pedro Quevedo), evitasen el giro de su partido, aunque sentían total impotencia y profundo cabreo porque Torres no cambiase la situación en los municipios claves.

Sin embargo, el secretario general de los socialistas sí movió ficha en ese momento y, con contundentes llamadas a los líderes locales en Santa Lucia y Telde, cambió un poco el rumbo de los acontecimientos, aunque el cabreo en NC sería difícil de diluir. Es cierto que la rueda de prensa convocada el jueves en Telde no se desconvocó oficialmente hasta pocos minutos antes y que el sector de Franquis sostiene que nunca se produjo porque, en la noche anterior, NC y CC habían alcanzado un acuerdo para repartirse el poder y la Alcaldía.

Sin embargo, al día siguiente y en la toma de posesión en el consistorio, el socialista Alejandro Ramos dijo que renunciaba a sus aspiraciones a liderar la ciudad “para facilitar un Gobierno progresista en Canarias, para que Torres sea presidente” y que nadie le pudiese reprochar que lo impidieron al no pactar con NC y arrebatarles una alcaldía clave. Por tanto, ratificaba lo que, desde ese viernes, sostuvo Torres: que en esa mañana del viernes había apagado los incendios.

En Santa Lucía, el PSOE local por fin rectificó y anunció, si bien un poco a regañadientes, que renunciaba a la Alcaldía y el poder local, lo que se confirmó el sábado con el voto en blanco de sus 5 ediles. Su líder, además, también argumentó que lo hacía en pro del cambio de izquierdas en las Islas y para que Torres alcanzara la Presidencia.

La reunión mañanera entre Torres, Román y Curbelo se produjo, tal y como estaba previsto, pero no resolvió mucho porque, pese a que se estaban dando las rectificaciones que exigía NC, se había llegado a aquellas horas con el centroderecha por delante y todo dependía, en gran parte, de la reunión en Presidencia. Eso sí, en realidad la decisión de Curbelo seguía siendo decisiva, pero temía que NC dejase hacer a CC y PP, se abstuviera y, con el tiempo, se reunificara con los de Clavijo e, incluso, cogobernaran en una nueva traición de CC a un socio en medio de un mandato.

Eso era mucho especular, pero así acudió Curbelo a la cita en Presidencia. Además, en ese momento, y como ya comenzaba a decirse en Tenerife, el panorama daría un vuelco increíble: CC no perdía casi ningún cabildo porque se revertería el acuerdo entre el PSOE y PP en Lanzarote y Arrecife, Bermúdez se aseguraba la Alcaldía de Santa Cruz porque Cs no apoyaría a Patricia Hernández y hasta José Alberto Díaz podría recuperar La Laguna al día siguiente, con fugas de votos entre la izquierda, o en unos meses con una censura, lo que ya parecía más bien un guion siciliano.

Esa célebre reunión en Presidencia, en realidad, se abrió con un encuentro clave previo entre Clavijo, Barragán y Antona. El presidente le expuso a Antona el tipo de Presidencia que le estaba “regalando”, así como las tres consejerías que tendrían los conservadores. Antona, que se lo temía, montó bastante en cólera y su respuesta fue directa, corta y contundente: no sería un presidente llavero que acudiera solo a las procesiones a presumir de cargo cuando, en la sombra, quien realmente gobernara fuera Clavijo. Además, quería Hacienda, que se la reservaba el líder de CC, y no le gustaron nada ni las formas ni el fondo de esa charla.

Por supuesto, la versión de CC y sus apoyos fue siempre totalmente contraria. Frente a la postura del PP nacional, Antona estaba reventando el pacto de centroderecha, renunciando nada más y nada menos que a la primera Presidencia canaria para su partido y a 3 consejerías, para enojo callado de Australia Navarro, que también había acudido a Presidencia. Esto, para colmo en la visión de CC, se complicó aún más cuando, por la tarde, llegan a la reunión Vidina Espino y Teresa Berástegui (Cs), quienes, en línea con lo de ir de la mano del PP canario, insisten en el veto a Clavijo si su intención es estar en el Gobierno, afirmando que tenían el respaldo de su partido a escala estatal.

Curbelo y Rodríguez casi no intervinieron y fliparon bastante con los acontecimientos, transmitiendo fuera lo que estaba pasando y reactivando, pues, el otro acuerdo. En CC estaban indignados con Antona, pero seguían confiando en que todo se arreglara vía Madrid. Además, y pese a la incertidumbre creciente que sentían, siguieron esa tarde noche tratando de aclarar el panorama en instituciones clave para ellos, como el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, si bien en el de La Palma la cosa tampoco estaba muy clara. Al día siguiente, optaron por una jugada que les salió bien a escala local, pero no para evitar la censura en el Cabildo: por sorpresa, votarían a favor del candidato del PP (que se votaría a sí mismo, al igual que el del PSOE), con lo que daban la Alcaldía a los conservadores pese a tener menos votos y ediles que el PSOE y, de paso, trataban de cogobernar también en la isla. En esto último, como se demostró el 24 de julio, se equivocaron por completo y Nieves Lady Barreto perdió la presidencia tras una censura entre el PP y el PSOE que dio el bastón de mando al conservador Mariano Hernández.

Tras el fracaso de la reunión en Presidencia, Torres llamó a Curbelo y se vieron en el restaurante de Las Canteras en el que quería comer de verdad, pues la comida con el presidente fue más bien un fiasco y un increíble espectáculo político. Le acompañaban dos de los dirigentes de ASG y Torres acudió con Franquis, al que Curbelo y Rodríguez concebían como el pirómano del pacto de izquierdas. Para Franquis, por el contrario, Curbelo siempre prefirió a Clavijo y pactar con la izquierda fue su plan B si no salía el otro, pero creo, sinceramente, de corazón y por mucho que insista, que se equivoca aún hoy.

En esa reunión se reactiva bastante el acuerdo progresista y Curbelo sabe de primera mano que lo de las censuras en el Cabildo de Tenerife (por la predisposición de los 2 consejeros de Cs y los 3 de Sí Podemos) y Fuerteventura (por el inamovible pacto entre PSOE, NC y Podemos) va bastante en serio y, más bien, se dará con casi total seguridad. Además, se le transmite que existen muchas opciones para que ocurra lo mismo en La Palma y que, al día siguiente, habría una gran sorpresa en Santa Cruz (o no tan sorprendente, pues Curbelo ya sabía detalles desde hacía semanas y siempre ha creído muy capaz a Patricia Hernández, si bien no se lo creía mucho y pensaba que CC giraría al final todo). Eso sí, y entre otras cuestiones, insistió en sus exigencias del viernes anterior y en que se resolviese en favor de ASG lo de Valle Gran Rey.

Para ello, y ya con el visto bueno de los dirigentes gomeros del PSOE, los 2 ediles socialistas de ese municipio no podían bloquear la Alcaldía para Borja Barroso, aunque al final lo incumplieron y el socialista Cristopher Marrero se convirtió en máximo dirigente al votarse a sí mismo y recibir el respaldo de SSP y NC-FA. Al lunes siguiente, la Ejecutiva Federal del PSOE canario les abrió expediente de expulsión que se ha consumado a falta de los recursos pertinentes.

En esa reunión en Las Canteras, además, Torres hizo una llamada y le pasó a Curbelo directamente a Pedro Sánchez, que le pidió encarecidamente que no bloquease un cambio histórico y necesario para las Islas, aparte de prometerle un futuro muy venturoso desde Madrid y lo que fuera para reconciliarse. Con esta charla se reforzaban los intentos desde el PSOE nacional para convencer a Curbelo, no ya solo con Ábalos, sino con expresidentes como Zapatero. Eso sí, cuando le llamó, el líder de ASG le recordó a Zapatero, con el que había mantenido una gran relación en sus años de presidencia y secretaría general, que aún no le había llamado para abordar lo de su affaire en el prostíbulo de Madrid y la comisaría casi anexa, que distaba mucho de lo que se había dicho y por el que una parte del PSOE pidió su cabeza (con Elena Valenciano en primer plazo y Rubalcaba sin hacer nada) y acabó teniéndola. No obstante, y aunque se publicó lo contrario, quien nunca le llamó fue Felipe González.

Pese al fracaso de la reunión en Presidencia y la cita posterior entre Curbelo y Torres, las dudas sobre el pacto y, principalmente, sobre lo que haría ASG siguieron, aunque algunos en el propio PSOE gomero llegaron a sorprenderse porque supieron, de fuentes directas, que Curbelo sí estaba por la labor y que el peligro estaba ya más en NC si no rectificaban en algunos sitios. Es más, en el homenaje a Pedro Zerolo que tuvo lugar esa noche del viernes en el Cabildo tinerfeño, dirigentes clave del PSOE, si bien estaban un poco más esperanzados, seguían muy pesimistas, subrayaban que todo fluctuaba en cuestión de minutos, sabían que CC no se rendiría y seguiría buscando fórmulas alternativas y, frente a otros, pensaban que no podían confiar mucho en Curbelo.

Algunos, mucho más indignados, hasta les decían a representantes del PP que la culpa era de esos dos partidos por no haber pactado en el pasado y ahora (aunque sabían que Madrid “no lo permitiría”). Aparte de remarcar que una región con 2,2 millones de habitantes, con 15,5 millones de turistas en 2018 y con la relevancia estratégica de Canarias no podía depender solo de lo que decidieran 3 diputados de La Gomera elegidos por unos 6.000 isleños. Además, algunos dirigentes clave no escondían su impotencia respecto a lo que estaba pasando con Franquis y un sector del PSOE grancanario y esperaban a que, unas pocas horas después, todo se despejase más con bombas como la de Santa Cruz.

Sobre ese cambio histórico en la capital tinerfeña, los asistentes al homenaje a Zerolo de CC tenían mucho miedo. Además, Carlos Alonso no podía disimular que las cosas no habían salido como deseaban en la reunión en Presidencia y algunos se fueron a la sede central de CC en Santa Cruz con la convicción de que los dos ediles de Cs, como los dos consejeros en el Cabildo, les harían la puñeta por muchas órdenes contrarias que recibieran de la dirección insular, regional o hasta estatal.

De hecho, ese viernes casi se cierra con el convencimiento general de que Patricia Hernández sería alcaldesa al día siguiente gracias al apoyo de Zambudio y su compañero, aunque casi sobre la medianoche dirigentes como Teresa Berástegui y Espino le aseguraron a Bermúdez que esos concejales tenían la orden (y en principio la cumplirían) de votarse a sí mismos, evitando así que hubiera alcaldesa socialista y permitiéndole seguir, negociando luego un cogobierno junto al PP y, en teoría, Cs. Sin embargo, se equivocaron por completo.

Sábado, 15 de junio

Se llegó al sábado clave, el 15 de junio, fecha ya para la historia en ciudades como Santa Cruz de Tenerife. En esa mañana se produciría la constitución de los 88 consistorios canarios (y del resto del país) y habría sorpresas considerables (o no tanto para los bien informados). La noche anterior, y en una situación nada edificante en una democracia asentada, los ediles del PSOE santacrucero habían decidido dormir juntos en un hotel por si acaso al día siguiente sufrían algún retraso que impidiera el histórico cambio, bien por simples contingencias o porque tenían un percance con un coche o algo extraño.

Lo mismo ocurrió en La Laguna (y luego en la censura en el Cabildo tinerfeño con buena parte de los consejeros socialistas y algunos de Sí Podemos), si bien aquí, incluso, se había preparado un dispositivo policial en cada una de las casas de los ediles del pacto de izquierdas para que llegasen bien al consistorio. No obstante, al final el PSOE también optó por un hotel. Aunque algunos no se creían esto (y lo llegaron a saber en CC ese mismo viernes), esto estaba ocurriendo tras más de 40 años de democracia en España, en el año 2019 del siglo XXI.

Lo cierto es que, en este contexto y con incertidumbres sobre algunos votos, Yeray Gutiérrez, se convirtió en alcalde socialista de La Laguna y, para sorpresa y enojo profundo de otros, Patricia Hernández lograba el bastón de mando en Santa Cruz con el apoyo de Cs y Unidas Podemos. Además, el PP conseguía por sorpresa la Alcaldía de Santa Cruz de La Palma y, en Tacoronte, se confirmó el pacto de izquierdas que dejaba fuera a Cs, para cabreo de Pedro Martín y expediente de expulsión de los 3 ediles socialistas (otros 2 son independientes), si bien con menos intensidad que el abierto a los de Valle Gran Rey porque, en este caso, habían desobedecido directamente la orden de Torres y porque en Tacoronte, al fin y al cabo, daban la Alcaldía a un potencial socio regional: NC.

Tras lo ocurrido en Santa Cruz, que sumió a CC en una depresión en la que, en buena parte, aún sigue (pues estaban seguros, así como los sectores que le apoyan, de que mantendrían este bastión clave, girarían lo demás y hasta confiaban en dar la sorpresa en Aguere), Vidina Espino no se cortó y, confundiendo los términos y mezclando situaciones diferentes, habló de “tamayazo” en Santa Cruz por sus dos ediles. Por supuesto, Zambudio (abogada, profesional liberal cansada de que en la capital hubiera muchas cosas menos una economía muy liberal por el apoyo del poder a ciertas empresas y viceversa, y con una personalidad fuerte y muy decidida, por lo que estaba ya demostrando) le exigió que lo retirase o la demandaría, tal y como hizo luego.

Ese sábado y domingo 16 de junio fue muy duro para CC y Antona, por ejemplo, no creo que se pusiera muy triste cuando el recuento en Santa Cruz confirmó que Bermúdez pasaba a la oposición. Además, por las redes pulularon desde la tarde del sábado cómo los socialistas laguneros y de Santa cruz, junto a otros dirigentes de Tenerife y simpatizantes, celebraron en La Punta los cambios históricos. Unas fotos en las que se veía a Santiago Pérez como si nunca se hubiese ido del PSOE o hubiese vuelto y en la que coincidían todos sus ediles de cuando ganó en La Laguna y CC y PP le impidieron gobernar con su pacto.

Por supuesto, y a pesar de la depresión en la que habían caído, en CC no solo no se rindieron respecto al pacto regional, sino que se convencieron de que debían darlo todo para evitar una debacle que ya temían también para los cabildos. Eso sí, el sábado algunos ya lo vieron todo perdido y los menos, que ya lo habían anticipado a periodistas como el que esto escribe, simplemente recordaban sus negros augurios. Otros, por el contrario, confiaban en voltear Santa cruz con acciones contundentes desde Cs a escala regional o nacional, extensibles al Cabildo tinerfeño. Se equivocaron también. En pocas horas, se pasó de casi un suicidio del PSOE a un velatorio en CC, aunque el futuro Gobierno de Canarias seguía en el aire.

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