También Rusia ama a África

Desde hace un par de años son constantes las noticias que especulan con el regreso de Rusia a África. Se habla de retorno porque, aunque Moscú estuvo muy presente en el continente durante los años de la Guerra Fría, una vez que cayó el muro de Berlín prácticamente se esfumó de él. La mayoría de las informaciones tienen que ver con el aspecto militar: mercenarios rusos en la guerra de la República Centroafricana, soldados rusos como guardia personal del presidente del mismo país (a cambio solo piden diamantes, dicen algunas fuentes), colaboración militar con Sudán… Desde 2014, Rusia ha firmado acuerdos de cooperación militar con un total de 19 países africanos. También es un importante suministrador de armamento a la región: Argelia, Egipto, Angola, Nigeria, Malí, Burkina Faso o Guinea Ecuatorial son algunos de sus principales clientes.
En las últimas semanas, Rusia ha dado un nuevo salto y ha organizado una Cumbre y Foro Económico los días 23 y 24 de octubre en la ciudad rusa de Sochi, a la que han acudido el presidente Vladimir Putin y los jefes de Estado y gobierno africanos. Esto no debería de sorprendernos ya que no es el primer país que hace algo similar. Ahí están las reuniones de China, Turquía o la Unión Europea con los países africanos.
Además de la cooperación militar, Rusia tiene otros intereses en el continente. Como todos los países que llegan a él, una de sus prioridades es el acceso a materias primas que necesita para su industria. Hay compañías rusas que extraen bauxita en Guinea, diamantes en Angola o gas cerca de las costas de Mozambique, por citar solo algunos ejemplos. Por su parte, el gigante ruso Lukoil tiene proyectos energéticos en Camerún, Ghana y Nigeria. Además, se habla de que también busca entrar en la República Democrática del Congo. Finalmente, no podemos olvidar que Rusia ha ofrecido tecnología para producir energía nuclear a varios países lo que ha tenido como resultado la construcción de la primera central nuclear de Egipto, que comenzará el próximo año.
Posiblemente, el aspecto más débil de la relación de Rusia con África sea el comercial y es ahí donde puede que Moscú busque un hueco para afianzar su presencia en el continente.
El último pilar sobre el que Rusia parece querer asentar su presencia en el continente es en el de la diplomacia. Para ello acaba de ofrecerse a mediar entre Etiopía y Egipto. Dos países enfrentados por la construcción, por parte del primero, de una presa sobre el río Nilo que lleva como nombre Gran Presa del Renacimiento Etíope. El recientemente nominado Premio Nobel de la Paz, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed Ali, insiste en que nada ni nadie detendrá los planes de su Gobierno. Hasta el momento, este conflicto había tratado de resolverse regionalmente.
Ahora la entrada de la diplomacia rusa abre nuevas puertas. Egipto teme que con este proyecto el flujo del Nilo disminuya, lo que le reportaría graves perjuicios. Si Putin consigue resolver esta disputa no solo habrá ganado prestigio en la zona, sino que también afianzará su presencia y eso le abrirá la puerta a nuevos contratos en la región.
En definitiva, nada nuevo en la política internacional con respecto a África.