Crisis entre Benín y Nigeria

Benín y Nigeria, dos países vecinos y amigos atraviesan una etapa de crisis diplomática y económica que ha llevado incluso al cierre de las fronteras. La causa son las bandas de delincuentes que actúan en las comarcas fronterizas muy afectadas por la grave sequía que sufre una buena parte de la Región.
El conflicto va más allá de un problema típico en las relaciones entre dos países vecinos y está afectando de manera muy grave a la población de Benin (10,4 millones de habitantes), muy dependiente de las importaciones de alimentos y de otros bienes del gigante vecino (197,3 millones y una renta per cápita tres veces superior)
En las últimas semanas la situación se agravó con la agresión de varios grupos de bandoleros que desde territorio nigeriano asaltaron la frontera, derribaron edificios aduaneros y penetraron violentamente en varias localidades donde arrasaron los comercios, intimidaron a la población y se llevaron todo el dinero que se hallaba en las cajas.
Además de ordenadores y aparatos electrodomésticos también entraron en los almacenes de alimentación y robaron varias toneladas de arroz, dejando desabastecidas a las familias del elemento básico de su alimentación. La policía intervino, pero no logró imponerse a la violencia de los grupos, a sus dotaciones de armas modernas y a su organización con técnicas de guerrilla
En Porto Novo, la actual capital de Benín, actuaron con rapidez y moderación en la búsqueda de la colaboración nigeriana para que ponga fin a los desmanes. El ministro de Asuntos Exteriores, Aurelien Agbenonci, convocó al embajador de Nigeria para expresarle el malestar del Gobierno. Mientras tanto, los ataques de las bandas siguen. Nigeria cerró las fronteras sin aviso previo el 21 de agosto con el consiguiente perjuicio para Benin que recibe a través del ellas la mayor parte de sus importaciones.
Muchos negocios en la región han tenido que cerrar y decenas de personas en las últimas semanas emigraron a Cotunú, la antigua capital y principal centro urbano del país, en busca de la tranquilidad y posibilidad de recuperar nuevas formas de vida que en sus pueblos se les han puesto imposibles. El Gobierno nigeriano no considera tan graves los incidentes y reaccionó, aunque sin tanta prisa y con aún más trastorno para los afectados.
La pasada semana se celebró en Abuya, la capital nigeriana, una reunión entre delegaciones de alto nivel de los dos países, discutieron durante muchas horas y difundieron un comunicado de prensa en el que exponen los buenos propósitos de las dos partes. Los benineses esperan que Nigeria envíe fuerzas de seguridad y se reabran las aduanas, pero hasta al momento no ha ejecutado ninguna de sus promesas.
El argumento de los nigerianos es que se trata del contrabando de arroz que tradicionalmente existió entre dos países con una desproporción en los precios que favorece a los cultivadores de Benin y perjudica a sus consumidores. El Gobierno de Benin interpreta que el retraso en la reapertura de las fronteras es una violación del acuerdo de libre comercio que varios países del África Occidental tienen firmado.
Pero en el fondo del conflicto también subyace la sequía originada por el cambio climático que imposibilita la actividad agrícola en amplias zonas del continente. Cálculos realizados por expertos de organizaciones internacionales consideran que la sequía está sumiendo en la pobreza a cincuenta millones de personas.
*Foto: Baliola