Togo: elecciones y aniversario

Estos días pasados se celebraron elecciones en Togo (República Togolesa) y en espera de que se conozcan los resultados, sus cerca de ocho millones de habitantes preparan la conmemoración en abril del sesenta aniversario de su independencia. Todo ello en un ambiente de estabilidad y con un futuro prometedor de desarrollo económico. Actualmente, Togo ya es uno de los países de la costa atlántica africana que mantiene un ritmo de crecimiento más firme.
Las elecciones se han celebrado bajo la convicción de que el presidente, Faure Essozima Gnassingbe, renovará el mandato por cuarta vez. La posibilidad abierta a que los togoleses residentes en el extranjero puedan votar por primera vez genera cierta incertidumbre sobre los resultados. Es probable que lleven a una segunda vuelta para convertirse en definitivos. Gnassingbe ya muestra un cierto desgaste, pero la oposición no ha conseguido consensuar un candidato único.
Hace tres años, los cinco partidos que existen fracasaron al frenar la reforma constitucional que permite que el actual presidente pueda volver a candidatarse. A pesar del apoyo de algunos poderes fácticos, como la jerarquía eclesiástica, las divergencias entre ellos les han predestinado, salvo sorpresas, a continuar ejerciendo una oposición que tropieza con los buenos resultados económicos y el apoyo con que Gnassingbe cuenta.
El gobierno que preside se ha caracterizado estos últimos años por la fidelidad con que ha seguido las recomendaciones de los organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Para paliar el déficit privatizaron algunas empresas importantes, como Togocamp, y, respaldados por la ayuda y el estímulo exterior, han puesto en marcha un programa de desarrollo fundamentado en ideas modernas y ambiciosas.
A pesar de la estabilidad política, el Gobierno despierta con frecuencia críticas por parte de la prensa: el presidente mantiene unas relaciones tensas con los medios de comunicación, pero el orden constitucional se respeta. El Parlamento funciona y la libertad política y de expresión gozan de un margen superior al existente en otras repúblicas vecinas. El progreso económico también se está notando en la evolución cultural.
El país, que goza de muchos atractivos naturales, también empieza a despertar interés turístico. Todavía no cuenta con una red hotelera fuera de Lomé, la capital, pero las comunicaciones con 11.600 kilómetros de carreteras asfaltadas, en un territorio de unos 57.000 kilómetros cuadrados, permiten moverse por el país con facilidad. El desarrollo adolece de escasos productos naturales. A diferencia de otros países de la zona, apenas cuenta con yacimientos importantes de minerales.
La agricultura, la ganadería y la pesca son la base de su economía. Los planes de desarrollo contemplan un proceso de industrialización y la creación de nuevas ciudades dotadas de nuevos servicios. El Gobierno ha venido mejorando la enseñanza primaria y secundaria. La tasa de matriculación escolar está casi en niveles europeos y la de alfabetización ha aumentado hasta el 64 por ciento, por encima de la media africana.
Las relaciones con Francia, la antigua potencia colonial, siempre han sido buenas, lo cual contribuye a que la cooperación fluya de manera sostenida. Inmerso en la precampaña y campaña electoral, el Gobierno saliente todavía no se ha definido en el debate que los representantes de algunos países vienen manteniendo sobre el futuro del franco CFA. En el caso de Togo, su cotización se mantiene estable.
El programa de conmemoraciones con motivo de los sesenta años de independencia, que se cumplen a mediados de abril, está paralizado hasta conocerse el resultado de las elecciones. La gente espera un amplio calendario festivo, que se seguirá retrasando si, como es probable, el resultado de las elecciones requiere una segunda vuelta.
(*)Fotografía: SebEsteban