La población civil de Malí, entre la pobreza, la violencia y el abandono del Estado

Desde 2012, Malí vive sumergido en una gran crisis a la que contribuyen múltiples factores. Quizás el extremismo violento y el terrorismo fueron los detonantes de esta situación, pero ahora la violencia se ha enraizado en el norte y centro del país. Se podría decir que en esas regiones se vive lo que se denomina guerra moderna, caracterizada por su asimetría y el incumplimiento de las reglas básicas del derecho humanitario internacional. De ahí que los civiles, especialmente mujeres y niños, sean las principales víctimas de este conflicto, tanto porque son los que sufren la violencia, como porque también, en muchas ocasiones, son conminados a cometerla a través de actos de terrorismo y violencia contra poblaciones o ataques a la policía.
Los grupos armados en Malí han escalado la intensidad y número de sus ataques sobre los civiles. Masacran a los ciudadanos en sus propias aldeas y ejecutan a personas que sacan a la fuerza de los transportes públicos, según el grupo étnico al que pertenezcan. Algunas son quemadas vivas, mientras que a otras las hacen saltar por los aires tras colocarles aparatos explosivos en el cuerpo, ha denunciado la organización de derechos humanos Human Right Watch (HRW) en un informe titulado How much more blood must be spilled? Atrocities against civilians in Central Mali (¿Cuánta sangre más se debe derramar? Atrocidades contra civiles en el centro de Malí).
El extenso documento cuenta con los relatos de testigos presenciales de docenas de ataques llevados a cabo por los grupos armados a lo largo de 2019. Durante ese periodo, al menos 456 civiles fueron asesinados y cientos, heridos. El epicentro de la violencia se sitúa en el centro de Malí. 2019 ha sido el año más mortal para los civiles desde el comienzo de la crisis política y militar del país en 2012. En lo que va de año, esta tendencia continúa y parece ir en aumento.
Frente a esta realidad, como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, el Gobierno de Bamako ha decidido aumentar el tamaño de su ejército en aproximadamente un 50% con el reclutamiento de 10.000 nuevos soldados en los próximos meses para conseguir una mayor presencia militar en las zonas donde en la actualidad no existe. Las fuerzas armadas ya consumen gran parte del presupuesto de Malí, por eso hay dudas sobre si realmente este plan se podrá ejecutar o si su puesta en acción significará que otras partidas presupuestarias serán disminuidas, con lo que los ciudadanos verán recortados muchos de los servicios públicos. Esto podría hacer aumentar el malestar y la desafección que muchas personas, especialmente los jóvenes, sienten hacia el Estado, una de las principales causas de alistamiento en los grupos terroristas.
No podemos olvidar que Malí ocupa el puesto 182, de 188, en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Esto indica el alto grado de pobreza en el que vive la mayoría de su población. La falta de medios y oportunidades está más presente en las zonas rurales que en las urbanas. El ingreso mensual por persona es de alrededor de 57 euros al mes, según el Banco Mundial.
Los civiles malienses están expuestos a la pobreza, la violencia, el abandono por parte del Estado… Son víctimas de una u otra forma y su suerte no parece que vaya a cambiar en un futuro cercano.