Vuelve la plaga de langostas

Meses atrás varios países de África del este se vieron invadidos por una plaga de langostas del desierto, que arrasó la gran mayoría de las cosechas y puso en peligro la seguridad alimentaria de alrededor de 20.2 millones de personas, según fuentes de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO).
En febrero, la evaluación de la FAO sobre los daños sufridos dejó claro que se trataba del peor brote sufrido en 25 años por Etiopía y Somalia y en 70 años en Kenia, Sudán del sur, Uganda, Tanzania y Yibuti.
Las langostas del desierto, que son las que invadieron estos países entre finales de 2019 y principios de este año, pueden viajar hasta 150 kilómetros al día. Además, un solo enjambre puede cubrir una superficie de un kilómetro cuadrado y devorar tanto como 35.000 personas en un solo día, afirma Naciones Unidas.
Evidentemente, esto no solo afectó gravemente a la agricultura, sino también a la economía de estos países al verse muy dañados productos claves en sus exportaciones, como pueden ser los cultivos de café en Etiopía. A esto se deben unir situaciones como la de Sudán del sur, donde en 2019 se perdieron toneladas de cereales debido a las inundaciones que tuvieron lugar en el país.
A finales de febrero, los agricultores empezaron a ver la luz y encontrar algo de esperanza. Los millones de langostas del desierto empezaban a morir, justo poco antes del comienzo de la nueva estación agrícola. Muchas de ellas desaparecían gracias a las medidas adoptados por los gobiernos y los campesinos, como el uso de pesticidas, y otras, por el simple hecho de completar su ciclo vital.
Pero parece que la pesadilla no ha terminado. Puede estar a punto de comenzar una nueva plaga que los expertos pronostican que puede ser mayor que la anterior. El pasado 4 de abril, la FAO informaba de que “las lluvias generalizadas que cayeron a finales de marzo podrían permitir un aumento dramático en el número de langostas en el este de África en los próximos meses”.
Afirma la organización internacional que la situación en la zona puede ser catastrófica porque de los huevos que las langostas del desierto pusieron a su paso por esos países empiezan a nacer nuevas hordas. Ya se han avistado enjambres, en un número cada vez mayor, en Kenia, sur de Etiopía y Somalia. Esto supone una amenaza sin precedentes para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de estos países porque coincide con el comienzo de la temporada de las largas lluvias y, por tanto, del inicio de la siembra.
Y, a pesar de que se sigue luchando con medios terrestres y aéreos contra la plaga, estos nuevos enjambres madurarán y pondrán también huevos. La eclosión de estos huevos coincidiría con los meses de junio y julio, justo cuando se inicia la recogida de algunas cosechas. Además, últimamente, se han detectado enjambres también en el noroeste de Uganda.
Evidentemente, a todo esto hay que sumar la amenaza que el coronavirus representa en todo el mundo. En un momento tan delicado, las llamadas de las organizaciones internacionales para pedir ayuda para estos países no encuentran respuesta, por lo que se teme que la situación pueda deteriorarse considerablemente en los próximos meses.