3.0 Opinion

De operación Gedeón a teleculebrón

Venezuela

Hace muchos años Venezuela era reconocida por sus telenovelas, guionistas y escritores de primera nos endulzaban las tardes con unos culebrones de mujeres muy malvadas con peinados llenos de laca y príncipes azules que rescataban cenicientas.

Pero la novela real que vivimos ahora, en plena cuarentena, supera cualquier culebrón de aquellos y evidencia una crisis de guionistas poco inspirados. Eso sí, en esta oportunidad la laca, peinados y pelucas no son exclusivos de las villanas, y los príncipes azules se agotaron.

Durante seis noches de la semana pasada los caraqueños escuchamos fuertes tiroteos en Petare, la favela más grande del país, ubicada hacia el noreste de la ciudad. Parecía una guerra con metralletas, bazucas y hasta granadas. Los tiroteos se escuchaban desde la tarde hasta la madrugada. Hubo balas que rompieron ventanas de edificios cercanos. Se rumoraba que se trataba de un enfrentamiento entre la banda de El Wilexis (el ladrón que gobierna la zona) contra  la banda de El Gusano. De sábado para domingo el tiroteo fue peor, se escuchaban ráfagas de disparos que aterrorizaban aún en la distancia.

En esa madrugada el gobierno de Maduro denunció el ingreso de una decena de mercenarios que llegaron en una lancha a las costas de La Guaira, provenientes de Colombia, con la intención de asesinar al mandatario venezolano. Inmediatamente el ministro de Relaciones Interiores emitió un mensaje para rechazar la “invasión” de los “mercenarios” opositores.

Esa noche del domingo ya no se escuchaban detonaciones en Petare. Hubo cacerolazos de los vecinos en respaldo a El Wilexis, quien es visto como un Robin Hood en el barrio.

Operación Gedeón

El lunes fue arrestado otro grupo de “terroristas” que intentaron ingresar por las costas de Chuao, un pueblo ubicado en Aragua, centro norte del país. El plan bautizado como operación Gedeón y  buscaba generar violencia, asesinar a miembros del gobierno y al propio Maduro, según lo que ha dicho el gobierno, que han confesado los 23 mercenarios arrestados (dos de ellos estadounidenses).

¿Alguien puede entender cómo dos o tres decenas de hombres pretendían derrocar un gobierno con dos lanchas, diez fusiles, una pistola Glock 9 mm, dos ametralladoras Afag,  uniformes militares de EEUU y Colombia, así como algunos quipos tácticos de comunicación y dos camionetas?

Como una bochornosa versión del Desembarco de Normadía o Bahía de Cochinos, el plan suicida para acabar con Maduro pasó a la historia como una caricatura sin autor. Y aunque Maduro, como siempre, culpó a la oposición, a Donald Trump y a Iván Duque de la operación, nadie asumió la responsabilidad. Guaidó se lavó las manos, Trump dijo que ellos no tuvieron nada que ver; China y Rusia reiteraron su apoyo a Maduro. Nadie fue.

La oposición calladita se ve más bonita

Hasta ese momento era fácil de creer que se trataba de una comedia armada por el régimen de Maduro, con los mismos “culpables” de siempre para distraer a la oposición pública de la falta de gasolina, la crisis económica y el deterioro social. Pero el silencio de los voceros de oposición, que calladita se ve más bonita, pusieron a dudar a más de uno.

The Washington Post obtuvo un documento legal de la empresa contratista estadounidense Silvercorp, firmado por Guaidó, su asesor Juan José Rendón y el veterano de las Fuerzas Especiales de EEUU, Jordan Goudreau, en el cual Guaidó se comprometía a pagar más de 200 millones de dólares para activar una operación que permitiera capturar a Maduro.

Esta información fue confirmada por el propio J.J Rendón, quien agregó que hubo un pago adelantado de 50 mil dólares a Goudreau para agilizar la operación por el rescate de la libertad en Venezuela. Sin embargo, tuvieron desacuerdos y no se cumplió con el resto del pago.

Antes de los tiroteos “pagados por la DEA” en Petare y de la “invasión”,  hubo más de 50 muertos en una cárcel de Guanare, una provincia llanera del país, pero sobre eso el gobierno no habla. Tampoco habla de la falta de gasolina, que cada vez se hace más crónica.

Por cierto, ahora Maduro pidió ir a por El Wilexis, pero no por ladrón, o por asesino, o por narco, sino porque la DEA le pagó para  distraer a la opinión pública y a la policía (que nunca entra a los barrios de Petare) mientras se producía la “invasión” de “mercenarios” en las costas. Por lo que, pese a su historial delictivo, si El Wilexis es detenido, sería otro “preso político” del régimen.

Un mercenario no actúa sin que le paguen. Entonces uno se pregunta ¿quién pagó el show?, ¿a quién beneficia la caricaturesca “invasión” de dos lanchas?, ¿por qué todavía Maduro no ha detenido a Guaidó ni ha deportado a los estadounidenses detenidos en la operación? Hay más preguntas sin respuestas… veremos si el guionista se inspira para un buen final.

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