Suenan cacerolas en Caracas contra Maduro

En Caracas se hace difícil respirar. Hay una densa calima, efecto del verano y los incendios forestales, un fenómeno propio de estas fechas, pero que ahora en cuarentena es más difícil de sobrellevar. Aunque lo realmente difícil es mantenernos en una cuarentena sin los servicios básicos indispensables. No es solo quedarte en casa y mantener las normas necesarias para evitar el contagio, sino contar con los servicios mínimos como el agua, por ejemplo.
Dario trabaja en un restaurante chino donde solo preparan comida para llevar. En su casa no hay agua desde hace un mes. Todos los días debe cargar dos recipientes con cinco litros de agua cada uno desde el trabajo hasta su casa. “Con eso me baño y cocino cualquier cosa., menos mal no tengo hijos porque no sé cómo haría con esta situación”, me contó.
Lucía tiene 39 semanas de embarazo. Ya a punto de parir no tienen gasolina, su pareja ha intentado cargar combustible, pero ha sido imposible por las largas filas. Las mafias bachaqueras le cobran 60 dólares por llenarle el tanque de gasolina y Lucía no tiene para pagar esa cantidad. No encuentran un taxi de confianza. Ni soñar con una ambulancia. Los amigos y vecinos también se han quedado sin gasolina. Está planeando parir en casa con una doula. “No quiero angustiarme porque eso le hace daño al bebé, pero es muy difícil no hacerlo. No tenemos dólares para pagar la gasolina. Mi esposo no ha podido echar en ninguna estación de servicio. Trato de calmarme y confiar que todo saldrá bien”.
Manuel trabaja como chófer en una empresa de alimentos, lleva un mes y medio sin dormir en su casa porque todas las noches la empresa lo manda a hacer fila para cargar combustible. “Todas las noches voy a hacer la cola. A veces llego a las ocho de la noche y finalmente logro echar gasolina a las tres de la tarde del día siguiente, varias veces ha sido mucho más tarde, y otras he estado más de 24 horas para poder cargar 20 litros de combustible, que es la cantidad racionada para cada carro”.
Alicia no tiene gas desde hace 25 días y cocina con una cocina eléctrica de dos hornillas. Y cuando se va la luz no puede cocinar nada. “El gas no ha venido más. Todas las semanas compraba una bombona, pero hace ya más de tres semanas que no viene y no se sabe cuándo vendrá. Tengo una cocinita eléctrica que me compró mi hijo y al menos funciona para poder preparar la comida, pero a veces también se va la luz. El otro día estuvimos 18 horas sin luz. Sólo comíamos mangos y queso. Esto es terrible”.
José tiene un puesto de ventas de ropa en un mercado municipal que cerró por la cuarentena. “Yo estoy desesperado porque vivo de mis ventas. “He tratado de vender la ropa por whatsapp, pero no es lo mismo. Sin gasolina, sin luz, sin agua y sin dinero, así no se puede aguantar ninguna cuarentena”.
La noche del martes se escucharon las cacerolas vacías de los caraqueños durante más de una hora. Era un cacerolazo por la indignación de tanta injusticia. Porque el régimen de Maduro miente descaradamente y desconoce las necesidades básicas de la gente. No hay respuestas.
Este martes se informó que la conocida empresa de cable, DirecTV, cesaría operaciones en Venezuela. “Es que a Maduro no le basta con quitarme todo, Me quitó a mis hijos porque se fueron del país. Me quitó mis medicinas. Estoy sin agua, sin internet, sin gasolina, ¿y ahora tampoco podré ver mis novelas? ¡Coño ya es demasiado!”, me dijo mi vecina Marina que siempre tan elocuente me invitaba a cacerolear con ella, “para que el régimen se acabe y paguen con creces lo que nos han hecho”, concluyó.
Y mientras sonaban las cacerolas, el ministro de comunicación, Jorge Rodríguez, informaba de 131 nuevos casos que elevan la cifra total de contagiados a 749 personas… ¿Será que si no nos mata el coronavirus, nos mata la desidia e ineficiencia absoluta de Maduro?