Los buques de la vergüenza

Desde que llegaron La Pinta, La Niña y La Santa María de España a “descubrirnos”, hasta que llegaron Fortune, Forest, Petunia, Faxon y Clavel desde Irán, han pasado 528 años. La diferencia histórica es abismal, pero de “soberanía” e “independencia” andamos iguales. El hecho de que la principal reserva de petróleo del mundo tenga que pedirle a un país como Irán que le envíe un millón 300 barriles de gasolina distribuidos en cinco buques me parece absolutamente vergonzoso.
Desde la oposición apostaban por el inicio de una tercera guerra mundial en el Caribe, pedían a Trump detener los buques para terminar de colapsar a Maduro ante la falta de combustible. Se tejieron historias sobre ataques de misiles de EEUU, el fin del régimen venezolano, etc. Todos cuentos propios de los especuladores de oficio en las redes sociales.
Irán desafió a EEUU al pasarle tan de cerca cinco buques para ayudar a otro país sancionado. En el mapa geopolítico puede verse una provocación porque, para mí, constituye una vergüenza que un país sancionado durante décadas por EEUU venga a traernos gasolina. Es como si desde el Caribe embarcamos 7 barcos con aceite de oliva y jamón serrano para donarlo a España. Lo cierto es que los buques iraniés están llegando sin problemas. El domingo pasado llegó el Fortune, luego el martes llegó Forest, luego el Petunia y después llegarán Flaxon y Clavel. Además de gasolina traen insumos necesarios para la producción de combustible en las paralizadas refinerías venezolanas.
En Venezuela se producían semanalmente cuatro millones 200 mil barriles de gasolina para cubrir un parque automotor de unos tres millones de coches. Pero desde el 2017 hemos tenido que importar gasolina tras la quiebra de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Venezuela e Irán hablan de “cooperación” y de “reciprocidad”, ya que algunos años atrás Venezuela hizo lo mismo con Irán. Aunque se dice que Maduro está pagando mucho por ese combustible, pero la forma de pago no quedó clara.
Tampoco se tiene claro cómo será la distribución de esa gasolina, que si acaso alcanzará para un mes. En plena pandemia las filas siguen siendo cada vez más largas para poder cargar combustible. Y solo se carga a funcionarios, médicos, algunos medios de comunicación, policías, y organismos de seguridad. Lo que sí queda claro es que Irán vino a ponerle sello al fracaso de la gestión petrolera de Maduro.
No podemos hablar de “soberanía” ni de “independencia” cuando no hemos sido capaces de administrar con eficiencia nuestros recursos. PDVSA no está por el suelo por culpa de las sanciones, que sí, afectan, sino por las renuncias masivas del personal de PDVSA y a la contratación (desde la presidencia en adelante) de personas sin preparación gerencial, ni conocimiento, que terminaron de quebrar a una empresa que llegó a ubicarse entre las cinco primeras petroleras del mundo.
No puedo celebrar la “ayuda” de Irán, porque es una cachetada histórica a un país cuyo mayor pecado ha sido tener un gobierno déspota, torpe y sordo, que nos tiene sin gasolina, sin agua, sin gas, sin medicinas, sin los servicios y derechos básicos.
Mientras tanto siguen las largas filas de noche y de día en las pocas gasolineras que están trabajando, siguen cobrando hasta 5 dólares por litro de gasolina, sigue la corrupción y sigue la opresión…