La mayor ladrona de África

Foto: Nuno Coimbra
Durante mucho tiempo Isabel dos Santos, la hija mayor del entonces presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, fue considerada como la reina de África: es guapa, elegante educada, sencilla en el trato, y hábil para los negocios. Pero con el paso del tiempo cambió su título simbólico por el más apropiado de la mujer más corrupta del continente y, según van saliendo a flote sus cuentas bancarias ocultas, la más ladrona y corrupta.
Las investigaciones que se están llevando a cabo por las fiscalías de varios países van revelando la red de cuentas secretas y propiedades camufladas que con la hábil colaboración de su marido fue tejiendo por todo el mundo. Hace escasos días se descubrió un trasvase cien millones de dólares a Dubái. No es el primero, ni mucho menos.
En las últimas décadas Angola fue el país más rico y próspero de África: contaba con importantes reservas de petróleo en el enclave de Cabinda, con una de las riquezas más importantes en diamantes y otras piedras preciosas y variedad de minerales, unido a una tierra fértil que, a diferencia de otros muchos países africanos, sus cosechas no están amenazadas por los desastres meteorológicos como sequías e inundaciones.
Era hasta hace poco tempo considerado el país más rico. El liderazgo lo ha perdido en buena medida por el saqueo de las finanzas públicas por Isabel dos Santos y otros miembros de la familia y no con el visto bueno, sino con la ceguera de su padre, que ejerció la presidencia desde el año 1955, tras la independencia de Portal y una breve etapa de su predecesor, el prestigioso intelectual Agostinho Neto, muerto pocos meses después de asumir el cargo.
Dos Santos se apuntó el éxito de poner fin a la guerra civil -con la importante colaboración de tropas cubanas- que heredó del tiempo colonial con UNITA, el opositor que contaba con apoyo sudafricano y el respaldo de los Estados Unidos. Cuando accedió al poder y se hizo con el control del país, olvidó su ideología izquierdista y se pasó al capitalismo puro y duro.
Enseguida se dio cuenta de que el futuro de la economía estaba en el petróleo. Para controlar su producción, comercialización y venta creó una empresa estatal: Somangol, al frente de la cual puso a su hija Isabel, formada en economía y, como pronto se demostró, capacitada para manejar un negocio de semejante envergadura y llevarse a casa buena parte de los ingresos.
Somangol se convirtió en la fuente de ingresos que permitió el desarrolló y la modernización de las infraestructuras. Pero no todo el dinero fue a parar a las arcas del Estado: una parte muy importante la fue desviando la presidenta a sus cuentas particulares y a inversiones inmobiliarias en el extranjero, empezando por Portugal. Pero luego fue extendiendo las evasiones a otros países y paraísos ficales.
Todo cambió cuando su padre, que ya estaba entre los presidentes más longevos de África, no se presentó a la reelección. Su sucesor, Joao Lourenzo, del mismo partido (el MPLA) decidió poner coto a la situación y la justicia inicio las investigaciones que con la colaboración extranjera fue localizando parte del dinero evadido: unos 50.000 millones de dólares. Sobre Isabel dos Santos, que cambia continuamente de residencia, pesan actualmente once procesos judiciales todavía en fase de investigación.