Maduro sirve la mesa electoral con y sin COVID-19

Los 110 indultos que otorgó el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, a comienzos de esta semana, son una evidencia de la manipulación constante en el tablero político para manejar la circunstancia electoral a su antojo. Ya designó a las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) a dedo, a través del ilegítimo Tribunal Supremo De Justicia (TSJ). El TSJ también designó a dedo las directivas de varios partidos políticos, incluidos “oficialistas” para intervenir en las alianzas partidistas de cara al tarjetón electoral.
Asimismo, anunció cambios en el gabinete, porque ocho de sus ministros los inscribirá como candidatos a diputados, entre ellos se encuentran Jorge Rodríguez, Ministro de Comunicación e Información; Iris Varela, de Asuntos Penitenciarios y Asia Villegas, del Ministerio de la Mujer.
Luego anunció los 110 indultos, que no se llaman así, porque un indulto se otorga a los presos que están cumpliendo condena, y ninguno de los “indultados” cumplían condena. Muchos ni siquiera habían llegado al juicio, porque el retardo procesal del sistema de justicia venezolano es legendario. Un pequeño ejemplo es el caso de Juan Requesens, quien fue liberado después de dos años detenido, sin que se le hubiese realizado un juicio. Esa es la justicia “socialista” de Maduro. Por cierto, ya comienzan a escucharse las historias de terror que vivieron los presos políticos en los sótanos de los esbirros del régimen.
Pero antes de esto, el CNE ya había postergado dos veces el plazo para la postulación de candidatos a las parlamentarias del 6 de diciembre. ¿Para qué? Pues para darle chance a Maduro de calmar las aguas en la oposición y de volver a reciclar a sus ineficientes ministros.
Llama la atención que no fue liberado ninguno de los presos chavistas, como Eulogio del Pino, expresidente de PDVSA, Raúl Isaías Baduel, ex ministro de la Defensa y Miguel Rodríguez Torres, ex ministro de relaciones interiores. Debe ser que “el diálogo y la reconciliación” es sólo con la oposición y no con los chavistas.
El canciller de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, saludó las excarcelaciones como “una buena noticia” de cara a unas elecciones parlamentarias “libres, inclusivas y transparentes”.
Pero no, señor Borrell, no serán elecciones libres, y créame que tampoco transparentes, porque el proceso ha estado viciado desde el mismo nombramiento del árbitro electoral, pero al autócrata le conviene “maquillar” el proceso, sobre todo ante la comunidad internacional.
Maduro está sirviendo la mesa para su fiesta electoral. No importa si el coronavirus ya ha matado a casi 400 venezolanos y ha contagiado a más de 48 mil, según “cifras oficiales”. Tampoco importa que la hiperinflación siga asfixiando el poder adquisitivo de la gente con la divisa en más de 360 mil bolívares por dólar. Mucho menos importa que no hay gasolina, ni siquiera para las ambulancias, en plena emergencia sanitaria.
Al madurismo solo le interesa mantenerse el poder al precio que sea, disfrazarse de socialista, pagar indultos y “negociar” con quien sea para parecer una blanca paloma, mientras se atornilla en Miraflores y termina de destruir lo poco que queda de este país.