Una esperanza para África

La elección de Joseph Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos es una buena noticia para África. Aunque, quizás, sería más apropiado decir que la mejor noticia para África es la derrota de Donald Trump y el cese de su Administración dentro de dos meses, cuando se produzca el relevo en la Casa Blanca. No puede decirse que Trump haya sido un desastre solo para África, realmente lo ha sido para todo mundo.
Pocas veces en la historia de los Estados Unidos un presidente habrá sido despedido con tanta alegría por la comunidad internacional. Ya se esperaba de él escasa solidaridad con los demás países, algo que anticipó de hecho en su discurso inaugural el 20 de enero de 2016 cuando tanto enfatizó “¡América primero!”. “Todo para los norteamericanos” vino a decir. Y lo cumplió. Pero nadie creía que su desprecio por los demás, y de manera especial hacia los países en desarrollo, fuera tan evidente. Prácticamente para él, África no existió. Su política exterior se centró en el enfrentamiento con China (que puso a los dos países al borde de la guerra), en su apoyo a los intereses de Israel en el conflicto de Oriente próximo, en su fobia contra Irán yen el objetivo de construir un muro en la frontera con México para impedir que entrasen más emigrantes.
La palabra África apenas la pronunció en todas sus campañas electorales y durante los cuatro años de su mandato no prestó atención alguna a lo que estaba ocurriendo en el continente, especialmente en la zona subsahariana. Del mundo árabe quizás se preocupó un poco más porque allí se jugaban intereses económicos y estratégicos importantes, sobre todo, en torno a la guerra de Siria y al petróleo.
Y todo a pesar de que África es un continente cuyo presente requiere especial atención. La ayuda que se le preste ahora para su desarrollo será fundamental para que pronto se convierta en el continente del futuro que promete ser. Trump seguramente ni se enteró ni quiso saberlo. Nunca los Estados Unidos habían vivido tan de espaldas a África. Desde su vergonzosa derrota en Somalia, se despreocuparon de todo.
Entre las incongruencias de la política exterior de la Administración Trump está la de haber dejado que China, su enemigo, se adelantase a atender las necesidades de algunos países africanos y a promover infraestructuras fundamentales para su desarrollo. Lógicamente esta atención contribuyó a que tanto los gobiernos como los pueblos africanos perdieran su confianza en los Estados Unidos.
Y no se trata solo de desprecio unilateral, también lo demostró en el ámbito de las relaciones internacionales: lejos de potenciar las organizaciones supranacionales hizo cuanto pudo para ahogarlas. En estos momentos dramáticos en que el coronavirus es una amenaza de muerte para millones de personas, su respuesta fue suspender las aportaciones que le correspondían para el mantenimiento de la Organización Mundial de la Salud.
África enfrenta muchos problemas de los que últimamente la política norteamericana se ha desentendido, como el ébola, los efectos del cambio climático con sus sequías dramáticas o la expansión del terrorismo yihadista por una buena parte del territorio. En medio de tantos reproches a la insolidaridad y de tantas lamentaciones, el triunfo de Biden es celebrado como una esperanza. Los demócratas norteamericanos siempre fueron más comprensivos en las relaciones exteriores con los pueblos necesitados que los republicanos, más nacionalistas y siempre enfrascados en sus intereses internacionales. Por eso, la victoria de Biden, el gran discípulo de Obama, del que fue vicepresidente y activo colaborador, anticipa que quizás no todas, pero muchas cosas cambiarán y mejorarán.
(*)Foto de portada: fuente.