Opinión

Venezuela sin dolientes

Peñeros para migrantes y la trata de personas en Venezuela

Creo que es inimaginable el dolor que puede sentir una madre al perder a un hijo. Tampoco logro imaginar la impotencia ante un hijo separado por procesos jurídicos inhumanos, lanzado al mar y desaparecido por 48 horas. Y eso acaba de ocurrir, el domingo pasado, con 16 niños migrantes venezolanos en Trinidad y Tobago.

Un juzgado trinitario ordenó la deportación de 16 menores de edad, la mayoría de ellos sin sus padres, que intentaron llegar el domingo a las costas del archipiélago, ubicado a unos 750 kilómetros de Venezuela. Sin embargo, el mismo domingo, la jueza Quinlan-Williams ordenó al jefe del Estado Mayor de la Defensa que llevara ante su presencia a los 16 niños y nueve mujeres venezolanos, pero ya la Guardia Costera había trasladado a los migrantes fuera de las aguas territoriales.

Durante 48 horas se perdió comunicación con la embarcación. Se desconocía el paradero de los niños. Varios de ellos presentaron estados de deshidratación. El motor de la embarcación se dañó y estuvieron a la deriva. Afortunadamente, lograron regresar vivos.

Mientras 29 venezolanos estaban desaparecidos en el mar caribe, Nicolás Maduro celebraba su cumpleaños en Miraflores, con más de 50 personas, cantantes internacionales y mariachis, en clara violación a la normativa que prohíbe reuniones por las restricciones de la pandemia, y en una evidente cachetada a la crisis del país.

El dólar alcanzó esta semana la cifra récord de un millón de bolívares por cada dólar, lo que representa casi un salario mínimo mensual. La crisis de servicios públicos se evidencia en cada rincón del país, sin gasolina, sin electricidad, sin agua.

Cuando estás haciendo la compra en cualquier supermercado, desde el momento en que tomas el producto en el estante hasta que llegas a la caja para pagar, el precio puede variar. Las tiendas cambian y remarcan los precios de los productos mínimo tres veces al día, y no hay ninguna autoridad que sea capaz de detener este desastre económico.

Trinidad y Tobago después de haber migrado durante varios años a Venezuela huyendo de su miseria, ahora se da el lujo de poner en riesgo la vida de 16 niños venezolanos lanzándolos al mar. Mientras, también tenemos que soportar el discurso xenófobo de autoridades colombianas, porque ahora los venezolanos somos tratados como “indeseables”, como “leprosos” estigmatizados y rechazados, incluso por los que ayudamos durante tantos años.

Pero el régimen de Maduro no habla de esto. No le importa. No menciona a los niños migrantes deportados por Trinidad y Tobago, no habla de la crisis de servicios básicos, ni mucho menos de la pulverización económica que padecemos, ni de la moneda nacional devaluada en casi 50% durante el último mes. No, el único tema posible entre los voceros de Maduro son las elecciones del próximo seis de diciembre.

Y en ese marco ya está todo listo para suspender la cuarentena totalmente desde el uno de diciembre en una subestimación total de la pandemia, con una falsa normalidad que sólo traerá más contagios y más muerte. Pero seguro que eso tampoco le importa a Maduro.

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