Acogida migratoria con enfoque comunitario y acento intercultural

San Cristóbal de La Laguna se convierte en el principal contexto de acogida temporal de Canarias para las personas migrantes que llegan por vía marítima al archipiélago, según el Plan Canarias, concebido por el Gobierno de España y difundido en noviembre de 2020. En el municipio se están habilitando dos antiguas instalaciones militares (Las Raíces y Las Canteras), que podrán recibir con carácter de urgencia hasta 3.250 personas en edificios y carpas exteriores e interiores (el 46,4% de las plazas disponibles en la región). Con una perspectiva temporal más amplia, se pretenden consolidar, en esos mismos emplazamientos y como recursos estables, hasta 2.600 plazas en edificios durante el año 2021 (el 40,3% de las proyectadas en las Islas). Estos dos acuartelamientos ya han sido utilizados para fines similares en el pasado, pero bajo otro régimen de estancia.
Se trata de un modelo de acogida temporal que continúa generando una destacada controversia por su dimensión e impersonalidad y que las propias formaciones políticas laguneras, representadas en el pleno municipal, ya cuestionaban hace poco tiempo, apostando entonces por la habilitación de “espacios de acogida cercanos y adecuados”. Instalaciones de menor capacidad y mejor repartidas e insertadas en la geografía lagunera, y también, localizadas en otros términos municipales de la isla de Tenerife y del archipiélago canario. De hecho, la apuesta más coherente parece ser el acondicionamiento de otros espacios más apropiados, ofrecidos al Gobierno del Estado en su momento, en paralelo al funcionamiento provisional de las instalaciones en las que actualmente se trabaja. Todos estos dispositivos deberían tener un carácter polivalente y deberían ponerse al servicio de la ciudadanía lagunera en periodos en los que no sea necesaria su utilización para la acogida migratoria.
La mayor parte de las voces que se manifiestan actualmente en el archipiélago ante la realidad migratoria enfatizan, asimismo, la imprescindible y ágil derivación de las personas migrantes hacia otros territorios españoles peninsulares y países de la Unión Europea, particularmente hacia las regiones en las que se ha verificado que disponen de organizaciones, familiares o redes de amistades que les pueden y desean acoger. Su proyecto migratorio no está basado en la permanencia dilatada en Canarias y, además, las Islas no pueden incorporar en condiciones óptimas a sus estructuras económicas y sociales a este amplio contingente de personas que se va renovando de manera continua, porque esta movilidad seguirá manifestándose con mayor o menor intensidad hasta que no cesen las causas que la motivan.
Con todo, los espacios que se están acondicionando en el municipio deben reunir las condiciones esenciales para recibir a las personas migrantes durante el menor tiempo posible y hay que considerar, además, el particular contexto de pandemia, que hace más complejo el proceso de acogida. Su presencia en dichas instalaciones debe conllevar un seguimiento riguroso y permanente para verificar que se están respetando escrupulosamente sus derechos y que la acogida se desarrolla de manera adecuada, “rechazando igualmente cualquier acción que suponga un tratamiento inhumano o su abandono institucional”, tal y como se señala en el acuerdo político antes citado.
El proceso de acogida debe basarse, asimismo, en la permanente y efectiva comunicación, coordinación y cooperación entre todas las partes implicadas y propiciar las estructuras necesarias para favorecer dichos aspectos, con información precisa y transparencia hacia el conjunto social. Como mínimo, deben participar el Gobierno de España (Delegación del Gobierno en Canarias), las entidades gestoras de las instalaciones y el amplio grupo de personas alojadas, junto con el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna. Conforme avance la experiencia, se podrán incorporar otras instituciones y organizaciones y se podrá considerar, además, la participación de las propias personas migrantes cuando proceda y de las poblaciones del entorno de los dispositivos. Lo deseable es que se desarrollen procesos de acogida temporal con enfoque comunitario.
Claves del enfoque comunitario con acento intercultural
En el sentido apuntado, habrá que apostar por el impulso de estrategias de intervención comunitaria en los entornos socioterritoriales de las instalaciones habilitadas e incorporar a la población residente, en la medida de su interés y posibilidades, como un actor potencialmente protagonista y activo de los procesos de acogida temporal. Estos deben agregar valor al municipio y ser, esta vez sí, una oportunidad para la más que necesaria transformación del modelo migratorio en el marco europeo, sobre todo a través de los aprendizajes que se puedan obtener de experiencias locales como la lagunera en el contexto tinerfeño.
Una de las claves para enfrentar este proceso de una manera positiva será trascender de la estricta escala local para implicar al conjunto de la Isla. Así se avanzará en el objetivo de conferir carácter comunitario e intercultural a la acogida temporal y se involucrará a más colectivos, organizaciones y hasta municipios en el propósito de cuidar y acompañar a estas personas mientras dure su estancia. La demanda de corresponsabilidad —y solidaridad— a otras regiones europeas pasa, en ese sentido, por mostrarla primero aquí, a través de una respuesta más coral y comprometida desde las aportaciones que cada cual pueda realizar. Esto supondrá, además, aliviar la reiterada exposición de las personas acogidas en un entorno relativamente reducido y hacer partícipes a otros muchos lugares y comunidades de la experiencia.
Otra de las claves, relacionada con la anterior, es aprovechar el tiempo de estancia, aunque sea breve, para que las personas acogidas puedan mejorar algunas de sus competencias personales y profesionales, con distintos aprendizajes e iniciativas en que puedan y deseen participar. Y, si cabe, que favorezcan su encuentro y relación con la población residente, involucrando de manera particular a otras personas y colectivos de sus mismas procedencias con trayectoria de asentamiento en Tenerife. Sería una oportunidad para encontrar fórmulas originales y factibles que permitan este tipo de acciones y de visibilizarlas para conocimiento general, con potencial incidencia positiva en las áreas en que se desarrollen.
Subrayamos: las acciones realizadas en el marco de los procesos ya señalados deberán considerar, siempre que sea posible, la generación de efectos positivos en la esfera comunitaria de referencia y que la población local puede asimismo ser partícipe y beneficiarse de muchas de las inversiones, iniciativas y actividades emprendidas. Y en el otro sentido, debe ponerse la máxima atención en que, igualmente, sean provechosas para las personas migrantes que se encuentran acogidas temporalmente en cada momento, cuya estancia puede también aportarles elementos de valor.
San Cristóbal de La Laguna debe recibir los recursos necesarios para sumarse a la adecuada gestión de esta experiencia —y en general, todas las organizaciones y ayuntamientos que se impliquen—, de modo que no suponga un esfuerzo adicional para la municipalidad y que la población residente no entienda que se comprometen sus circunstancias particulares y colectivas, menos todavía en una etapa incierta protagonizada por la pandemia y caracterizada por la adversidad económica y social. Parte de esos recursos deben dedicarse a sistematizar el proceso de acogida temporal, para registrar los resultados y aprendizajes obtenidos y para procurar su difusión y transferencia, particularmente en lo que se refiere a las claves para avanzar hacia otras fórmulas de atender a los efectos de las migraciones marítimas.
Finalmente, cabe seguir apostando por la amplificación de una visión más integral o completa de las migraciones, en cuanto a la necesidad de enfrentar las causas que propician estos desplazamientos de personas en las áreas de origen y que provocan tanto sufrimiento humano, y por la promoción de renovadas fórmulas que minoren e incluso agoten los factores que las impulsan. El municipio y la Isla deben aprovechar esta coyuntura para ahondar en la conciencia social e institucional en relación con esa cuestión, esencial para estimular estrategias de alcance más general que, de manera progresiva, vayan haciendo innecesario recurrir a soluciones parciales o incompletas, tales como las que se están implementando en el archipiélago, aunque puedan permitir reflexionar y actuar colaborativamente de cara al indispensable cambio de modelo. Ese es el reto.
Imagen: Panorámica de Los Rodeos desde el emplazamiento del antiguo acuartelamiento de Las Raíces en el Rodeo Alto (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife).
(*) Vicente Zapata es geógrafo y profesor titular de la Universidad de La Laguna, director del Observatorio de la Inmigración de Tenerife y de diversos proyectos de innovación social. Emprendedor social de la Red Impulsores del Cambio promovida por la Fundación Ashoka.