Aquella mañana previa a que asomara la borrasca, que, por cierto, ya entraba casi sin pedir permiso por el oeste insular, ella...
La calima aún decía adiós esa mañana, que le gusta las despedidas largas e irrespirables, e iba dando paso, con un parecido...
Salí de mi envoltorio de sábanas blancas, del sobre, en torno a las nueve de la mañana y, tras hacer lo que...